La luna se elevaba al otro lado de la cala, dejando un sendero de iridiscente luz plateada sobre el agua. Los envases vacíos de la cena estaban esparcidos por la superficie lisa del tejado del porche, y ________ dobló las piernas y las acercó a su pecho, abrazándolas, mientras contemplaba la noche.
Aunque no era muy tarde —a partir de la semana siguiente los días serían más largos—, la noche ya se cernía sobre ellos, mecida por una brisa suave. Un recuerdo de la nieve que se derretía cubriendo las colinas de Vermont.
—Creo que no me encuentro muy bien —comentó ________ con suma tranquilidad—. No estoy acostumbrada a tomar tanta grasa.
Harry estaba apoyado contra el tejado con las piernas estiradas sobre las tejas, una cerveza en una mano y una tenue sonrisa en su rostro iluminado por la luna.
—No estás acostumbrada a dar rienda suelta a tus apetitos, ________. La grasa del crustáceo es una de las maravillas de la naturaleza. Y casi no has bebido cerveza. ¿Tampoco bebes?
—No demasiado.
—Tú sólo ingieres tranquilizantes y rezas para que me vaya, ¿verdad?
________ no se molestó en negarlo. La comida le había caído en el estómago como una bomba, mucho más agradable de lo que estaba dispuesta a admitir, la cerveza importada era fuerte y sabía mucho a levadura, y la fragancia del océano la envolvía. Se sentía incómoda, inquieta, extrañamente amenazada.
—Pues no me iré, ________.
—Ya lo hiciste una vez.
—¿Estas reconociendo que existe la posibilidad de que yo sea realmente Harry Styles? —preguntó Harry con dejadez.
—No. Simplemente no quiero pensar en eso esta noche.
—¡Qué sensibilidad! —exclamó Harry—. Porque eres una mujer sensible, ¿no? Leal, inteligente, simpática y de fiar.
—El mejor amigo del hombre —añadió ella—. Me estás definiendo como a un perrito faldero.
—Sólo que creo que además tienes una vena de malicia. ________ esbozó una sonrisa.
—Ningún miembro de la familia coincidiría contigo en esto último.
—A lo mejor no te conocen tan bien como yo. Le miró, sin salir de su asombro.
—¡Qué cara más dura tienes! ¿Crees realmente que me conoces mejor que todos los que me han rodeado durante los últimos dieciocho años?
—________, ellos no te miran de verdad, no te escuchan, no pierden ni un minuto pensando en ti. No eres más que un mueble para ellos.
—Es posible —afirmó ella, que se negaba a morder el anzuelo.
—En cambio yo sí pienso en ti, y te miro cada vez que tengo oportunidad.
—Claro, y si me consideraras un mueble, probablemente sería una cama.
Harry echó la cabeza hacia atrás y se rió; un sonido suave y tibio en el aire de la noche.
—¿Verdad que nadie más ve esa parte de ti?
—Es que nadie más me amenaza.
—¿Por qué me ves como una amenaza? ¿Qué temes que te quite? ¿Crees que ocuparé tu lugar en el corazón de Sally? ¿Que ya no te necesita porque su hijo ha vuelto?
Eso era justamente lo que la asustaba, y hubiera sido capaz de tirarse por el tejado antes que admitirlo.
—Corta el rollo —le interrumpió con sequedad.
—No te preocupes. Lo cierto es que el corazón de Sally tiene sus limitaciones, pero creo que habrá sitio para los dos.
—No estoy preocupada —replicó, mintiendo—. Estoy cansada, me voy a dormir. Quiero volver en el primer ferry de la mañana.
—Ya he reservado dos plazas. Deduje que no querrías levantarte tarde.
—Muy buena deducción. —Se puso de rodillas y pasó junto a él a gatas hacia la ventana abierta que daba a la habitación—. Hasta mañana.
Debería haberse imaginado que no le sería tan fácil escapar. Harry tapó la ventana con un brazo, impidiéndole el paso, y ella se puso en cuclillas y le miró, su silencio era glacial.
—Contéstame a una pregunta, ________ —le pidió—. Si no comes, no bebes y no tienes relaciones sexuales, ¿cómo te diviertes?
—Como cosas sanas, bebo con moderación y tengo relaciones sexuales cuando encuentro a alguien con quien merezca la pena acostarse —contestó, desafiante.
—Pero pones el listón demasiado alto, ¿verdad? ¿Hace cuánto que no conoces a alguien a cuyos encantos no pudieras resistirte?
—Aún no he conocido a nadie así.
«Mentira», gritó su cerebro. Harry apartó el brazo de la ventana, sin obstruirle ya el paso, pero en su lugar alargó la mano y le tocó la cara. ________ tenía la piel fría y notaba sus dedos calientes acariciándole la mejilla hasta llegar a su pelo, enredado por la brisa. No se movió, le daba miedo oponerle resistencia y que un forcejeo precipitara algo incontrolable.
—Me miras como si fuera un violador —dijo. Su voz le llegó a ________ como un leve susurro mientras con el dedo pulgar le acariciaba suavemente los labios—. Ni que estuvieras ante un asesino.
—¿Lo eres? —Su pregunta fue bruscamente acallada.
—No, no lo soy. Ni lo uno ni lo otro —respondió—. ¿Me dejas besarte?
—¿Puedo impedirlo?
—No.
________ no se resistió cuando Harry la atrajo hacia sí para unir sus bocas. Se dijo a sí misma que no debía oponerse; que quería comparar ese beso con el que sin duda alguna había sido el más significativo de su vida, el que le dio Harry Styles en su habitación la noche en que murió; que sentía curiosidad, que...
La boca abierta de Harry estaba caliente, húmeda, era inesperadamente familiar. Asustada, intentó apartarse, pero cayó sobre él tras perder el equilibrio.
Durante unos instantes tuvo la impresión de estar a punto de irse tejado abajo precipitándose sobre el suelo de cemento, pero Harry la sujetó sin apenas esfuerzo y la puso sobre sus piernas, abrazándola con todo el cuerpo y meciéndola en su regazo.
—Así está mejor —murmuró él—. Empecemos de nuevo.
—No quiero... —Le sostuvo la cara con las manos al besarla, y las palabras quedaron atrapadas entre sus bocas. ________ no trató de deshacerse de él; permaneció sentada sobre su regazo, dejándose abrazar y besar. A pesar de la inquietante proximidad de Harry, cerró los ojos bajo la luz de la luna y sencillamente dejó que la besara.
No es que se pareciera al momento desesperado y sobrecogedor que había vivido en esta misma casa dieciocho años antes, es que era idéntico.
La boca de Harry se abría sobre la suya y cuando usó la lengua, ________ no se apartó atemorizada. No quería respirar, no quería res pirar el aliento de su boca, pero no pudo evitarlo. Harry no la besó directamente, jugueteó primero con sus labios, mordisqueándolos lentamente, como si dispusiera de todo el tiempo del mundo. Deslizó una mano por su cuello y la puso sobre su pecho con tal seguridad y naturalidad que ella casi ni se enteró. Besó el extremo de su boca y le pasó la lengua por el labio inferior, y de pronto retrocedió un par de centímetros.
—Noto los fuertes latidos de tu corazón —le susurró—. ¿Vas a devolverme el beso?
—No.
Harry se rió suavemente.
—Entonces me temo que tendré que dejar que te marches.
________ tardó unos segundos en registrar sus palabras, en darse cuenta de que no volvería a besarla. La mano de Harry aún le cubría el pecho, aún sentía cómo le latía el corazón contra su piel, pero éste no dio un paso más. Se limitó a observarla con impasible curiosidad, su boca, abierta y sexy, seguía estando húmeda.
Ella se percató, con repentina consternación, de que no quería
moverse. Notaba el cuerpo fuerte y caliente de Harry envolviendo el suyo, y le sentía erguido bajo sus caderas. A pesar de la expresión de serenidad de su rostro, él la deseaba, la deseaba ardientemente, pero no pensaba hacer nada más al respecto.
Gracias a Dios, se dijo a sí misma, sin moverse. Gracias a Dios no la besaría otra vez, ni le metería la mano en la blusa ni en el sujetador de lencería fina para tocarla. Gracias a Dios no la haría entrar en casa ni la tumbaría en la cama de matrimonio, donde él había pasado su adolescencia, para hacerle aquello que ella había soñado cuando no podía controlar sus sueños.
No era él. Por mucho que sus ojos azules y rasgados le recordaran los de Harry, por mucho que su boca fuera irresistiblemente sexy, por mucho que la hiciera sentir condenadamente vulnerable, ese hombre no era Harry Styles; algo que ________ no debía olvidar.
Se alejó de él a gatas en dirección a la ventana abierta, prácticamente cayendo sobre el suelo de la habitación, en la que en su día había dormido Harry. Él no fue tras ella, simplemente se recostó en el tejado del porche y contempló el cielo.
________ sentía todavía el sabor de su boca, su mano cubriéndole el pecho; le sentía a él, rodeándola, invadiéndola.
—Huye si quieres, ________ —dijo marcando un tanto a su favor—. No pienso ir a buscarte.
—Huir es tu estilo.
—Tal vez —replicó—. Siempre que yo sea el verdadero Harry Styles.
La ventana de la habitación tenía pestillo; ________ podría haberlo echado dejando que Harry pasara la noche al aire libre. Ahora hacía frío, pero refrescaría mucho más antes del amanecer.
Ya no era ninguna niña. Era una mujer adulta, madura, inmune a los berrinches, inmune al insidioso efecto que el impostor ponía tanto empeño en tener sobre ella.
—A estas alturas ya me importa realmente un comino quién seas —comentó ________, cansada.
—¡Seguro que sí! —exclamó él. Al oír el tono jocoso de su voz, ________ cerró la ventana de golpe.
Había mucho que decir sobre autodisciplina, pensó Harry, al tiempo que estiraba las piernas; sobre la fortaleza de carácter, y la habilidad que uno tiene de controlar los ataques de rabia. En este momento no se le ocurría nada en favor de tales virtudes, pero estaba convencido de que tarde o temprano se alegraría enormemente de saber dominarse.
Pensó en lo curiosas que le parecían las mujeres. Algunas eran increíblemente sexys, seguras de sí mismas y de su atractivo, apetitosas, liberadas e irresistibles. Ésa era la clase de mujeres que más le gustaban, afectuosas, cálidas, listas y divertidas. Mujeres con las que uno podía reírse, beber, dormir y hablar.
Y luego había mujeres como ________ Smith, porque daba por sentado que había otras mujeres como ella, aunque hasta la fecha había tenido la fortuna de no tropezarse con ninguna. ________ parecía no tener ni idea de que era exquisitamente guapa. En los pocos días que llevaba junto a ella no la había visto actuar con naturalidad ni una sola vez. No podía haberse vuelto una mujer reprimida y rígida por culpa de los Styles, no les importaba tanto como para que ejercieran tamaña influencia sobre ella; pero algo la había vuelto tan viva y desinhibida como una estatua.
Se preguntó si ________ se habría reído alguna vez, si sabía besar. No era virgen. La información que le había proporcionado Warren Styles era minuciosa, pero todo lo que sabía era que ella no se había permitido nunca amar a nadie más que a los malditos Styles; quienes no dudarían en darle la espalda, si así lo requiriesen sus intereses.
Había albergado la esperanza de conquistarla, de conseguir que bajara la guardia y le aceptara. Cuando menos pensaba que la haría abandonar su lucha armada. Estaba en juego algo muy serio con los verdaderos Styles para vivir la amenaza continua de una nefasta seudorelación.
Aunque había sido una pérdida de tiempo, por lo menos la comprendía un poco mejor y sabía que sería inútil intentar que le creyera. No le creería, así de simple.
Esbozó una sonrisa mientras contemplaba la negra noche. No había nada imposible, especialmente tratándose de sexo. Todo dependía de la cantidad de energía que estuviera dispuesto a invertir con relación al beneficio a obtener. Aun queriendo, ________ Smith no causaría demasiados problemas. Su preocupación por Sally estaba por encima de su sentido de la justicia. No desbarataría su elaborado plan a no ser que viera en peligro la integridad de Sally. En realidad no era necesario acostarse con ella para asegurarse de que no supusiera ninguna amenaza.
Sin embargo, obtendría algo muy tangible si la seducía. El caso era que, cada vez que la miraba, cada vez que oía su voz dulce y clara, que olía su perfume puro y con aroma a flores, su lujuria se desbordaba. Quería hacerla enloquecer. Quería ver qué aspecto tenía «doña recatada» con el pelo suelto y desordenado y sus gélidos ojos encendidos de pasión. Quería ver qué cuerpo se escondía bajo esa aburrida ropa de yuppie. Quería probar su piel.
Oyó el ligero crujido que emitían los peldaños de la escalera; sus oídos estaban más que acostumbrados a los ruidos de la noche. Después de todo ________ no se había acostado, salvo que pensara dormir en la habitación de la planta de abajo, cosa que dudaba, ya que ésa siempre había sido la suite de Sally, una suite inmensa, y tenía la impresión de que ________ jamás se atrevería a utilizarla, por mucho que Sally es tuviera ausente y ella quisiera alejarse de él todo lo que pudiera.
________ estaba procurando ser lo más sigilosa posible, pero no era muy ducha en moverse a hurtadillas. Harry escuchó el sonido casi imperceptible de una puerta abriéndose debajo de él, y se quedó quieto. Cualquier persona con sentido común habría utilizado la escalera de atrás, la puerta de servicio. A no ser que quisiera ser escuchada, que quisiera que la siguieran.
Harry tuvo sus dudas al respecto. ________, pese a haber vivido tan tos años entre los Styles, no estaba en absoluto acostumbrada a mentir y engañar. Era honesta y franca, justo todo lo contrario que él. Era sorprendente cómo la mera existencia de Harry la hacía perder los papeles.
La luz de la luna era algo menos intensa, pero eso no impidió que Harry viera a ________, con bastante claridad, caminando por el desierto sendero que había frente a la casa. Llevaba puesto un viejo jersey de algodón para resguardarse del frío, y cruzó la calle, sin mirar a la izquierda ni a la derecha, en dirección a Lighthouse Beach.
Caminaba a paso lento y decidido, era una mujer de firmes propósitos. No había ni un alma en la playa, la marea estaba baja, y un millo de algas y conchas cubría la arena. Anduvo hasta el borde del agua y su mirada se perdió en la negra inmensidad.
Harry no podía ver la expresión de su rostro; estaba demasiado lejos. Sólo veía su silueta esbelta y erguida, sus hombros estrechos y tensos, la postura resuelta de su cabeza. ¿Por qué motivo había ido a Lighthouse Beach? ¿Qué estaría recordando?
Tuvo la tentación de bajarse del tejado e ir tras ella; de agarrarle por los brazos y obligarla a que le contara con pelos y señales lo que había visto en esa playa desierta aquel lejano verano.
Sería una pérdida de tiempo. No conseguiría que se lo dijera, y si le ponía las manos encima acabaría besándola otra vez. Podía avivar sus dudas y objeciones con cierta facilidad, pero ¿de qué serviría?
Quiso averiguarlo. Descendió por la ventana, empezó a bajar las escaleras en penumbra y se quedó boquiabierto al constatar que ________ ya había regresado y que estaba entrando por la puerta, que abrió con fuerza.
—¿Qué tal tu paseo? —murmuró desde la escalera.
________ dio un brinco.
—¿Has estado espiándome?
—Cariño, recuerda que desde el tejado hay vistas a Lighthouse Beach —balbuceó—. ¿O se supone que tengo que desviar la mirada cuando alguien, silenciosamente, sale de la casa y pasea hasta allí como un alma extraviada?
—Tú ocúpate de tus asuntos, que yo ya me ocuparé de los míos.
—¿Qué estabas buscando? —Bajó un par de escalones. ________ permaneció inmóvil, pero Harry, a pesar de que el vestíbulo estaba a oscuras, pudo ver su mirada recelosa.
—¿Qué te hace pensar que buscaba algo? Necesitaba tomar el aire, y quería estar sola.
—Tenías el aspecto de alguien que visita un lugar sagrado —comentó él—. No, seré más preciso: de alguien que regresa a la escena de un crimen.
Había conseguido romper su glacial tranquilidad.
—¿Qué has querido decir con eso? —preguntó ella.
—Exactamente lo que he dicho. ¿Ocurrió algo que sea digno de mención en aquella playa? ¿Perdiste tu virginidad a manos de algún semental de la zona en una calurosa noche de verano? ¿Qué fue lo que pasó?
________ volvía a mostrarse indiferente, había recuperado el equilibrio.
—Da la casualidad de que me gusta el mar —apuntó.
—En Vermont no hay mar. ¿Por qué vives allí, pues?
—Porque Sally me necesita.
—No por mucho más tiempo.
—Entonces, volveré a vivir cerca del mar. Cuando haya muerto Sally —añadió ________, como si quisiera demostrarse a sí misma que podía pronunciar esas palabras en voz alta.
—¿Aquí?
—¡No! —le espetó, indignada.
—¿Te trae malos recuerdos? —insistió él.
—Los únicos malos recuerdos que tengo son de Harry Styles
—¿Y qué recuerdos son ésos, ________? —preguntó, forzándose a hablar en tono amable—. ¿Recuerdas la noche de mi huida? ¿Qué les dijiste a Sally y a todos?
Harry la miró a los ojos, y supo con certeza que estaba ocultando algo, algo relacionado con lo que había sucedido en aquella casa la noche en que Harry Styles, de diecisiete años, desapareció, e intuía que jamás se lo había confiado a nadie.
—Cuando me fui a la cama, Harry y Sally estaban discutiendo —declaró ella—. Por la mañana me desperté y él ya no estaba. Eso es todo lo que sé.
—Sally me dijo que te pusiste enferma justo después. Que te ingresaron en la clínica con neumonía y que incluso temieron por tu vida. Me dijo que no sabía si estaba más triste por mi desaparición o por tu enfermedad.
—Sufrió más por su hijo.
—¡Bah, pero si su hijo se había ido! Había huido como un biche o consentido, como lo que en realidad era. En cambio tú sí que estabas, y cabía la posibilidad de que no superaras la enfermedad. ¿No crees que se preocupó más por ti? Al fin y al cabo, no tenía motivos para pensar que su hijo no siguiera con vida, debió de imaginarse que estaría por ahí, metiéndose en líos. Sin embargo tú estuviste en un tris de morir.
________ le miró, y no se tomó la molestia de disimular la rabia que había en sus ojos.
—No me morí —señaló—, pero no recuerdo muy bien lo que pasó aquella noche, no puedo decirte nada más. En primer lugar, no estuve allí; en segundo lugar, si no he recordado nada durante tantos años, dudo que vaya a recordar algo ahora.
Harry sonrió ligeramente con intención de inquietar a ________, pero ésta ni se inmutó. Era mucho más valiente que la silenciosa y pequeña mascota que había pasado su infancia a la sombra de los Styles. Warren la había infravalorado en exceso.
—¿Para qué has ido a Lighthouse Beach? —volvió a preguntarle Harry.
—Para estar lejos de ti —replicó ella; el aguijón fue insoportable.
Harry alargó el brazo y la asió por el hombro, que apretó con más fuerza cuando ella trató de deshacerse de él. Por muchas ganas que tuviera, no volvería a besarla, como tampoco obtendría esa noche las respuestas que quería y necesitaba.
—¿Estás segura de que eso es lo que quieres? —le preguntó.
Pero antes de que Harry pudiera decir nada más, ________ ya se había soltado de un tirón y caminaba hacia la parte posterior de la casa.