capitulo 12

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A las cinco de la mañana ________ renunció a la idea de dormir. La casa entera estaba tranquila, reinaba el silencio; por regla general los Styles se levantaban tarde, y Constanza y Ruben no salían de su apartamento hasta pasadas las ocho. Resistió al impulso de volverse a duchar. Si Harry Styles seguía aún en su cuerpo, entonces sería sólo cuestión de tiempo que sus huellas se borrasen del todo. Podía esperar.
Se vistió apresuradamente, se peinó el pelo, enredado y húmedo todavía, y fue a servirse un café. La sofisticada cafetera automática estaba ya encendida, y pudo, a los pocos minutos, tomarse una taza de delicioso café indonesio.
Caminó hasta el office, que nunca usaba nadie, y contempló los invernales jardines y los campos que bajaban hacia el río Connecticut. La nieve de fines de primavera había desaparecido tal como había venido, e incluso algunas rosas florecían tímidamente en los desnudos árboles.
Apuró el café y volvió a llenar la taza. Esta mañana le serían necesarias grandes dosis de cafeína, y cualquier otra cosa que le ayudara a sobrellevar el día. Debía determinar cómo enfrentarse a la realidad de Harry Styles.
Notaba la casa distinta. Durante meses sólo habían vivido en ella los cuatro: Ruben y Constanza en su apartamento, que contaba con entrada propia; Sally, que moría lentamente en su cama de hospital, y ________, que dormía arriba, en la antigua habitación de Harry. En la antigua cama de Harry, que había acabado compartiendo con él.
Ahora no quedaba ni un cuarto libre en toda la casa. Todas las camas estaban ocupadas por los Styles. A algunos les quería, a otros les toleraba, y a otros pocos en ocasiones les detestaba. Había demasiados Styles bajo el mismo techo, era preciso que se fuera.
Las puertas correderas y las cortinas del cuarto de Sally estaban cerradas. ________ ni siquiera se molestó en llamar a la puerta. La abrió, entró, y respiró el inconfundible olor a hospital mientras buscaba con la mirada la silueta acurrucada de Sally Styles en la cama.
—¡Benditos los ojos! —exclamó Sally. Su voz era extraordinariamente fuerte—. He oído un ruido en la cocina y he deducido que eras tú. Los demás no se levantan antes del amanecer a menos que sea imprescindible. Y desde luego son incapaces de hacerse un café.
—Ya es de día. Amanece más temprano en esta época del año —dijo ________ tranquila, al tiempo que se aproximaba a la cama, agradecida de que sólo una tenue luz iluminara la habitación. En sus circunstancias le habría costado soportar una luz intensa—. Y Constanza había encendido la cafetera. Sólo he tenido que apretar un botón.
Sally resopló.
—Dudo mucho que toda esa pandilla supiese siquiera darle a un botón. Excepto Harry, quizá. Debe haber aprendido a manejarse solo durante todo este tiempo. —Miró a ________ con atención en la semipenumbra—. Siéntate a mi lado, ________. Durante los últimos días no te he visto mucho que digamos. Tengo insomnio, a pesar da la infame cantidad de pastillas que me obligan a ingerir. Necesito hablar con alguien.
—Tienes la casa llena de familiares —comentó, acercando la silla a la cama.
—También es tu familia. Supongo que no me harás caso si te pido una taza de ese café. Huele de maravilla.
—Te prohibieron la cafeína hace cinco años, tía Sally —le recordó ________.
—Todos sabemos que no me moriré de un ataque al corazón. No entiendo por qué no puedo permitirme algún lujo en mis últimos meses de vida.
________ tampoco lo entendía, pero no valía la pena discutir con los médicos.
—Lo siento —se lamentó—. Será mejor que me lo lleve de aquí...
—Hizo ademán de levantarse, pero la firme voz de Sally hizo que se detuviera.
—Ni se te ocurra moverte, jovencita —ordenó. Echó un vistazo a ________—. Estás espantosa.
________ se rió.
—Tú también.
Tía Sally se rió entre dientes.
—Una de las cosas que más me gusta de ti, ________, es que siempre me dices la verdad. Lo demás me mienten, me dicen lo que creen que me hará sentir mejor. Pero tú eres sincera.
—¡Cómo si eso me sirviera de algo!
—De todos modos, tengo motivos para estar espantosa. Estoy vieja y estoy al borde de la muerte. Tú eres una joven, eres guapa y estás en plena forma. Cualquiera diría que te ha pasado un camión por encima.
Guiada por el instinto, Sally le acarició el rostro.
—No lo dirás en serio, ¿no?
—No. En realidad, tienes pinta de haber pasado la noche con un amante. ¿Lo has hecho?
—No. —Era una verdad a medias.
— sigues viendo con Bob?
—Se llama Rob —respondió ________ con paciencia—, y no, hace meses que rompimos.
—Me alegro. Nunca me gustó. Era demasiado bueno para ti.
________ se echó a reír.
—Vaya, muchas gracias, ya veo que no merezco tener a mi lado a una buena persona.
—Necesitas a alguien fuerte que sepa cómo tratarte. Mucha gente te considera una mujer dulce y tímida, pero eso es porque no te conocen tan bien como yo. En el fondo tienes el corazón de una guerrera. Hubieras destrozado al pobre Bob.
—Rob.
—Como se llame. Te mereces un hombre de verdad, ________. Te diría mi bendición si encontraras uno.
— qué es un hombre de verdad? ¿Uno que me utilice como mero objeto sexual? ¿O que me dé un cachete cuando hable más de la cuenta?
—No acabarás con gente de tan baja estofa. Ni vienes de ese mundo ni terminarás en él.
________ miró a su tía, perpleja.
—¿De dónde vengo, tía Sally?
Sally cerró los ojos.
—Ya lo sabes, ________. Nunca te lo he ocultado. Eres la hija de una mujer sueca que trabajaba con nosotros. Nos dejó, se quedó en estado, y murió cuando tú eras todavía un bebé. Siempre le tuve cariño a Elke, y decidí traerte a casa.
—Eso es lo que me has contado siempre. ¿Y qué hay de mi padre?
Sally se encogió levemente de hombros.
—Yo conocía a Elke, y eso era más que suficiente. Era una mujer maravillosa, dulce y elegante, que simplemente cometió un error, y pagó por ello, pero su hija no tenía por qué sufrir también. ¿En serio tenemos que volver a hablar de todo esto?
—¿Cómo sabes que no he nacido en una chabola? —insistió.
—Se ve en la clase —contestó con toda naturalidad.
—Estoy segura de que a los que viven en chabolas les encantaría oír esto.
—Vamos, ________, no me vengas con monsergas de tinte liberal —se quejó Sally—. No tengo ganas de hablar de política. El mundo está formado por ricos y pobres. Tú has tenido la suerte de pertenecer al grupo de los ricos.
—No —le corrigió ________—. He tenido la suerte de haber sido educada por uno de los ricos.
Sally esbozó una ligera sonrisa.
—Pues muy bien no lo debo haber hecho si no he logrado que seas consciente del poder que le da a uno tener dinero.
—El dinero no lo es todo.
—¡Eso habrá que verlo! De todas formas es reconfortante saber que, aunque erróneamente, hay alguien en la familia que piensa así —explicó Sally—. Debes ser la única, a los demás les apasiona el dinero, a excepción de Harry, tal vez. —Miró a ________ con fingida dulzura—. ¿Qué opinas de él?
Harry Styles era la última persona en el mundo de la que a ________ le apetecía hablar.
—Necesito más café —anunció, pero Sally levantó la mano con autoridad. Tenía un tubo intravenoso pegado a ésta, y ________, que no lo había visto antes, tuvo que reprimir su sobresalto.
—Sé que puedo contar contigo para que seas honesta y me digas la verdad. Dime lo que piensas. ¿Crees que es mi hijo? —Tenía los ojos un poco vidriosos a causa de los analgésicos, y cabía la posibilidad de que, en adelante, ni siquiera recordara haber mantenido esta conversación. ¡Qué más daba! Sally tenía razón; ________ decía la ver dad pasara lo que pasara.
También podía evitar darle una respuesta directa.
—No sabía que tuvieras dudas al respecto, Sally.
—Y no las tengo. Sé perfectamente quién es y cómo es, pero que ría saber qué opinas. Tú eres una persona observadora y mucho me nos egoísta que el resto de mi familia; reparas en cosas que a los demás se les escapan. ¿Tú crees que es mi hijo?
Quiso negarlo, pero no pudo. No, cuando la verdad era tan obvia.
—Es el verdadero Harry, tía Sally —afirmó al cabo de un momento—. Estoy completamente segura.
El fatigado rostro de Sally dibujó una pacífica sonrisa.
—Sabía que podía contar contigo. Tú nunca me mentirías, ni te equivocarías en un asunto tan serio. ¿Cuándo has cambiado de opinión?
—¿A qué te refieres?
—Sé que al principio pensabas que era un impostor. Incluso ayer, en la cena, le mirabas como si fuera una especie de asesino en serie. ¿Qué ha ocurrido en las últimas horas? ¿Tiene algo que ver con la marca que tienes en el cuello?
A ________ se le había pasado por alto esa huella en su recuento de mordiscos amorosos. Ni siquiera recordaba que Harry le hubiera mordido ahí, claro que gran parte de la noche le parecía una mancha confusa.
—¿Piensas que me ha seducido para que le crea?
—No, eres demasiado terca para caer en ese juego.
—¡Yo no soy terca! —protestó.
—Sí que lo eres. De lo contrario no soportaría tu presencia. Y además, si aún pensaras que Harry es un impostor, dudo mucho que hubiera conseguido seducirte.
—No me sedujo.
—¿No has pasado la noche con él?
Podía negarlo, porque lo cierto era que no había pasado toda la noche con él. No había dormido con él.
—En esta vida no todo es blanco o negro —manifestó en cambio—. Es tu hijo, no me cabe la menor duda.
Por un momento dio la impresión de que Sally seguiría interrogándola, pero sólo asintió con la cabeza.
—Menos mal que te tengo, ________ —comentó cariñosamente—. No sé qué haría sin ti.
—Estarías perfectamente. —Su voz era firme y fría—. En realidad, he pensado en irme...
—No viviré mucho —la interrumpió Sally con su habitual brusquedad.
________ no se movió.
—¿Qué quieres decir?
Sally sonrió con ironía.
—Sabes muy bien lo que quiero decir. Los médicos han dicho que a estas alturas ya sólo pueden aliviarme el dolor, cosa que tampoco están consiguiendo.
—Seguro que habrá algo que podamos hacer. —________ no dejó que aflorara el miedo que sentía—. Cambiarte la medicación, averiguar si ha salido algún...
—No. Se me está acabando el tiempo. Mi cuerpo lo sabe, yo lo sé. Lo he aceptado, y tú deberías aceptarlo también. No me lo pongas más difícil, cariño. Mi vida ha sido mejor de lo que merecía, y lo único que deseo ahora es tener a los seres que quiero junto a mí. A ti y a Harry.
A ti y a Harry. La fuerza de voluntad la ayudó a no emocionarse, a no reaccionar.

—¿Y qué hay de Warren y Patsy?
—Siempre han sido unos pelmazos, ya lo sabes. No creo que podamos sacárnoslos de encima, pero espero que les mantengas a cierta distancia de mí. ________, cuento contigo para que me protejas de ellos. No quiero ver a Patsy llorando borracha, y menos aún a Warren poniéndose filosófico. Necesito que estés aquí. Nunca te he pedido nada parecido, siempre te he instado a que fueras independiente, pero te lo pido por favor, no te vayas.
No podía negarse. Durante toda su vida, Sally le había dado mucho más de lo que había aceptado a cambio. Si quería tener a ________ a su lado, la tendría, aunque tuviera que ver a Harry todos los días.
—Por supuesto que no —dijo.
Sally volvió a recostarse sobre el montón de almohadas, estaba más avejentada y débil que nunca. En otra mujer, la expresión de su rostro podría haberse atribuido a ciertos aires de suficiencia, pero Sally Styles no se rebajaba nunca a tan mezquinos niveles.
—Y no te dejes intimidar por Harry. A la vista está que sigue sien do un diablillo. Y tiene razón al decir que debería haberte protegido más cuando eras pequeña. Tendría que haber sido más exigente con él; hice poco y tarde y le perdí durante mucho tiempo. He tenido que vivir con la consecuencia de mi error, he pagado por ello. No consentiré que vuelva a molestarte. Si lo hace, dímelo.
—Ya no es ningún mocoso, Sally —apuntó ________ con tranquilidad—. No creo que vaya a gastarme las mismas bromas de siempre.
—No —replicó Sally—, pero es posible que tenga un nuevo repertorio.
La luz de la habitación era tenue, y ________ deseó que Sally no la hubiera visto sonrojarse.
—Ni dejaré que me moleste —dijo—, ni me iré de aquí.
Pero Sally ya se había quedado profundamente dormida, y ________ no tenía escapatoria.

Mantenerse alejada de Harry resultó ser más fácil de lo que se habría imaginado nunca. Cuando quiso darse cuenta Harry ya se había ido con George y Tessa a aprovechar los últimos días de esquí. Warren se había apoderado del pequeño despacho en el que ________ solía revisar sus cuentas, y algo le decía que también se había apoderado del talonario de Sally, pero no le importaba lo más mínimo. Después de todo, dentro de poco todo eso sería suyo. No había estado presente en el último testamento pronunciado por Sally, pero sabía perfectamente lo que contenía. Un generoso legado para Ruben y Constanza, y un pequeño y correcto fideicomiso para ella, suficiente para cubrir lo esencial. La inmensa herencia de Sally estaba dividida en dos mitades. Una iba destinada a su hijo, y el resto era para sus dos hermanos, decisión que mantuvo incluso después de que Harry llevara diez años desaparecido.
Si hubieran declarado a Harry muerto, el dinero, por supuesto, habría sido para Patsy y Warren, que se habrían enzarzado indudablemente en una eterna disputa legal. Pero ________ siempre pensó que por aquel entonces, rotos sus lazos con la familia tras la muerte de Sally, ya estaría muy lejos.
En la puerta de la biblioteca no había pestillo, pero esa noche, al irse a la cama, encajó una silla debajo del pomo de la puerta, antes de que los primos regresaran de su jornada de esquí. Sólo le cabía esperar que Harry estuviera tan horrorizado como ella por lo que había sucedido entre ambos. Con suerte, también haría lo posible por guardar las distancias.
Su suerte duró tres días. Durante tres días Harry se fue con sus primos a primera hora de la mañana y no regresó a casa hasta bien entra da la noche. Durante tres días ________ permaneció junto a Sally mientras dormitaba, leyendo novelas de misterio y tratando de no pensar en Harry. La cuarta noche volvieron un poco más temprano y decidió esconderse.
Su actitud, *beep* y débil, obedecía totalmente a un instinto. Oyó la voz grave y sexy de Harry, y las respuestas provocativas de Tessa, y sin pensárselo dos veces se metió en la cocina, a oscuras, para no tener que verle, ni a él ni a los demás. Estaba claro que Harry no había vuelto a pensar en ella desde que abandonara su habitación. Algo le decía que ahora era Tessa quien compartía la cama con él.
Tenía que averiguarlo, pensó con fría determinación. A fin de cuentas, si Harry y Tessa estaban durmiendo juntos, quedaba libre una habitación en la que perfectamente podía dormir ella, en lugar de acampar en la biblioteca.
No tenía intención de preguntar nada, y menos aún de interrumpir su animada fiesta particular. George estaba contando un chiste ligeramente racista y no especialmente gracioso, y sus voces se fueron apagando a medida que subían las escaleras.
________ era lo bastante lista para no pensar que ya estaba a salvo. Harry tenía la costumbre de visitar a Sally cuando menos se lo esperaba uno; era perfectamente capaz de ir a darle un beso de buenas noches. Ahora que ya había aceptado la cruda realidad, no podía enfadarse con él. De tener un poco de sentido común se habría ofendido porque él se había ido a esquiar a Killington, pero eso sería pasarse de la raya. Todo aquello que le mantuviera alejado de casa, incluso de su madre, era una bendición.
Estaba escondida entre las sombras del rincón del office. En el exterior la luna brillaba dejando entrar una luz intermitente, pero quien quiera que entrara a comer algo probablemente no podría verla. Esta ría fuera de peligro, siempre y cuando se quedara quieta hasta que no se oyera ni el vuelo de una mosca en la casa.
Patsy fue la primera que, con pasos temblorosos y canturreando una canción, hizo su aparición en la cocina. Sabía dónde estaba guardada la botella de Stolichnaya, y traía consigo un chal para envolverla, por si acaso tropezaba con alguien que, extrañado, empezara a hacerle preguntas; algo *beep* por su parte teniendo en cuenta que todos sabían lo mucho que bebía y que no parecía importarles mientras mantuviera las formas. Y Patsy, que era una Styles en toda regla, por muy borracha que estuviera actuaba siempre como una dama.
Después apareció Tessa, su perfecto cuerpo cubierto únicamente por una combinación de seda. Abrió el congelador, dio con medio litro de helado de cerezas, cogió una cuchara y se lo llevó a la habitación. Si era cierto que dormía con Harry, no le sería necesario el helado, pensó ________, apoyándose contra la pared y rezando para que los miembros de la casa dejaran de una vez por todas de ir de un lado para otro. Conociendo a Tessa, lo más probable sería que se zampara el helado entero y luego se provocara el vómito.
Estaba a punto de salir de las sombras cuando entró George. Iba tan ligero de ropa como su hermana, con unos calzoncillos de seda, y su cuerpo era igual de perfecto. A diferencia de Tessa no optó por el helado. Constanza tenía la orden de que en la nevera siempre hubiera zumo fresco de zanahoria. George cogió la botella, bebió de ella di rectamente y la volvió a dejar en el mismo sitio profiriendo un eructo de satisfacción.
Al irse George, ________ se acurrucó en el suelo, con las rodillas pegadas al pecho. Acostaos de una vez, pedía en voz alta, mientras se oían nuevos pasos en las escaleras. Por lo que más queráis, dormíos ya y dejadme en paz.
Por lo menos hasta el momento Harry le había ahorrado su inquietante presencia. Reconoció los pasos exactos y acompasados de tío Warren, que llevaba unas zapatillas de piel hechas a medida, y se encogió aún más en la penumbra, cerrando los ojos un instante.
—¿Qué tal está Sally? —La voz de Warren la hizo volver en sí de golpe, y estuvo a punto de contestarle, convencida de que la había visto agazapada en la esquina, pero luego se dio cuenta de que no había venido solo.
—Igual —respondió Harry, yendo hacia la nevera. Hizo caso omiso del zumo de zanahoria y pilló una cerveza. A pesar de la poca luz que había en la cocina, ________ podía verle claramente; permaneció inmóvil, rezando para no ser descubierta.
Sin embargo, a Warren, que estaba cerca de la puerta, no le veía.
—Quería hablar contigo.
Harry se giró y se apoyó en la encimera, dando un trago de su Heineken.
—¿De qué?
—¿No crees que deberías esforzarte más en tu papel de amante hijo? Saily morirá pronto y los últimos días te has dedicado a hacer el ganso por ahí con tus supuestos primos. Lo más conveniente por tu parte sería una demostración de preocupación filial.
—He estado con ella cada día antes de irme y a la vuelta, y siempre me dice que quiere que haga cosas con el resto de la familia. No hay nada de qué preocuparse; Sally no alberga dudas sobre mi identidad.
—No estoy preocupado por Sally. Es a los otros a los que tenemos que convencer.
—Eso es lo que estoy haciendo. George y Tessa no tienen ninguna duda de que soy su primo, y Patsy suele estar demasiado borracha para pensar tanto.
—Ellos no son el problema. La que más me preocupa es ________. Tiene un poder tremendo sobre esta familia, y sobre Sally. Si no con sigues engañarla, las cosas se pondrán difíciles.
—Deja de preocuparte. Está todo bajo control. ________ está totalmente convencida de que soy el verdadero Harry Styles, y lo único que quiere es mantenerse tan alejada de mí como pueda. No se dedicará a indagar la verdad.
—Eso espero. Yo en tu lugar no la subestimaría. Es la más lista de la familia, y la única que tiene escrúpulos. No se quedará de brazos cruzados si sospecha que no eres quien dices ser.
—Ya te he dicho que no hay por qué inquietarse —comentó Harry con impaciencia—. Ni siquiera sabía que consideraras a ________ como parte de la familia.
Hubo un tenso silencio.
—Lleva tanto tiempo con nosotros que es lógico que haya adquirido algún rasgo de nuestro carácter —replicó Warren irritado.
—Está bien, descuida —le tranquilizó Harry, acabándose la cerveza y dejándola en la encimera—. La tengo completamente engañada. En este momento juraría sobre un montón de Biblias que soy el verdadero Harry Styles.
—De acuerdo —afirmó Warren—, pero asegúrate de no estropear lo todo. —Sus pasos, iguales, exactos, se alejaron.
—Buenas noches, «tío» Warren —susurró Harry en tono burlón. Y dio media vuelta para seguirle.
Al ver a ________ sentada a oscuras, escondida, Harry se quedó helado.
Ella se incorporó, muy despacio, sin ocultar la expresión de su cara. Pasó junto a Harry, quien no hizo ademán de detenerla. Sabía que podía ser un hombre muy peligroso, pero no le importaba. Si la tocaba gritaría con fuerza para despertar a toda la casa.
Pero Harry no la tocó. No dijo ni mu. Sencillamente la dejó salir de la cocina, mirándola sin que su atractivo y distante rostro manifestara expresión alguna.

Harry esperó hasta oír que la puerta de la biblioteca se cerraba. Aunque esa puerta no tenía cerrojo, lo más probable es que ________ la hubiera bloqueado poniendo una silla debajo del pomo. No tenía importancia. Entraría por las cristaleras de la terraza. Las puertas cerradas con llave o pestillo y los sistemas de seguridad nunca fueron un obstáculo para él.
Pero de momento no podía moverse. Le perseguía la expresión de ________. El susto, el dolor y la rabia.
En lo único que podía pensar era en la última vez que había visto esa misma expresión en su rostro: al darle un beso de despedida en la habitación de atrás de la casa de Water Street, cuando ________ tenía trece años, antes de que se sumiera en Lighthouse Beach.

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