Seis

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Estaba con mi grupo de amigos hablando y huebeando en el recreo. Estaba todo prácticamente normal, hasta que vi a la Rebeca acercarse al grupo y me sentí muy nervioso.

—Escuchen, manga de billeteras Gucci, vengo solamente porque me mandó el Martín de mi curso a decirles que hay carrete en su casa y que deben hablarle para confirmar si van — estaba seria. Sabía que no le gustaba mi grupo de amigos, siempre les ponía apodos para referirse a ellos y eso me daba gracia.

—Gracias, Paloma — contestó la Cote, una amiga y compañera de mi curso.

—Mi nombre es Rebeca, eh, por si no te quedaba claro — respondió rápido mi polola.

—Cálmate un poco, mi amor — volvió a contestar la Cote y la Rebe solo rodó los ojos.

—Gracias, bonita, por avisarnos — respondí en voz alta. Fue un impulso idiota que me ganó. Todo mi grupo se dio vuelta a mirarme raramente y ella solo me quedó mirando.

—Bueno, que no es necesario recordarme lo que sé — contestó con una mini sonrisa.—¡Eso era todo, manga de billeteras Gucci! — imitó la voz aguda de la Cote y se dio la vuelta para irse.

Todo mi grupo se quedó en silencio, hasta que la Cote se dio la vuelta y me quedó mirando.

—¡Por favor, no me digai que esa chana te gusta! — se llevó una mano a la frente, dramáticamente.

—No hueón, solo me gusta molestarla. Sé qué le caigo mal, tenía que aprovechar la oportunidad — intenté mentir. Tenía todas las miradas de mis amigos puestas en mi.

—Ni te salió el chistecito, porque ni siquiera fue humilde — respondió otra compañera.

Solo me quedé callado y de la nada, comenzaron a hablar de otros temas. De repente, sentí que vibró mi celular y lo saqué para ver que huea era.

Rebe-lion

+De nada, bonito🤭🥰

🥴

Sonreí y guardé el celular, rápidamente.

[...]

Iba saliendo del colegio culiao y me fui rápido hacia el lugar donde siempre nos juntábamos para irnos juntos a mi casa o a la suya. De vez en cuando, yo me iba con ella a su casa y la mayoría del tiempo, nos recibía su mamá. Mi suegra me ama, literalmente, me quiere como si fuese su hijo.

—Hola, bonita — susurré en su oído, acercándome cada vez más a su delgado cuerpo.

—Hola, bonito — respondió de la misma manera.

—¿Cómo te fue hoy? — le pregunté y comenzamos a caminar. La tomé de la mano, delicadamente y centré mi vista en sus pequitas.

Quizás, anteriormente, no la describí, pero era la cabra más linda que había visto en mi vida. Era media bajita, como un metro cincuenta y ocho o por ahí, tenía el pelo colorín naturalmente y medio ondulado, y su tez era blanca. También, tenía algunas pecas en la cara y hoyuelos en cada lado de sus mejillas cuando sonreía. Sus ojos eran medios almendrados y se achinaban cada vez que me veía.

—Bien. Hoy día entregué el informe que hice como con treinta páginas y siento que haré sufrir al profe de filosofía — me contó animadamente.

—¿Ese informe en el que te ayudé? — le pregunté y asintió.—¡Ah, vei que también soy algo humanista! — me molestó. Yo era científico y ella era una humanista total.

Pa callao'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora