Dieciseis

1.8K 119 3
                                    

Esperé en una esquina a la Rebeca, hasta que apareció. Se veía un poco demacrada y sus ojeras se re marcaron.

—No puedo hacerlo — me dijo apenas estuvo cerca.

—Esto es lo que querías — le respondí.—Buenos días, por cierto — agregué y rodó los ojos.

—No estoy de humor, Diego — contestó.

—Oye, tranquila — tomé sus mejillas entre mis manos y bajó la mirada.

—No acá, Diego — llevó sus manos a la mías y las quitó suavemente. Suspiré frustrado.

—De verdad no entiendo, intento hacer todo para que te sientas bien y ahora no quieres hacerlo, ¿por qué? — le pregunté y no me quiso ni mirar.

—Hablemos después, ¿ya? — evitó totalmente mi pregunta. Estaba rara y desde luego, veía que su cuerpo intentaba decirme algo, pero no podía descifrar que era.

—¿Estai enojada? — le pregunté y negó. Vi como levantaba su manos para arreglarme el cuello de la camisa y sonreí.

—Nos vemos después — susurró. Se acomodó la mochila y se fue caminando hasta el colegio.

Odiaba cuando no me decía qué pasaba, aunque se me pasaba rápido.

[...]

Llegué al patio central y estaba mi otro grupito de amigos de Cuarto medio.

—¿Que huea? — me preguntó el Martín.

—¿Que nos ibai a contar? — preguntó la Mila a su lado.

—Nada, después les cuento — respondí medio bajoneado.

Di vuelta mi cabeza y vi al Joaquín acercarse. No quería hablar con él, no quería que preguntara de la Rebe, así que me fui rápidamente.

[...]

—Hola, bonito — escuché y levanté mi mirada. Vi la silla y luego un par de piernas bronceadas y una falda súper corta.

—Hola, Cote — respondí y se sentó a mi lado. Estaba en la sala, mientras todos estaban en recreo.

—¿Por qué no estai en recreo? — me preguntó con interés. Se inclinó hacia mi y apoyó su rostro en su mano.

—No sé, estaba intentando hacer esto de química — le respondí, dejando la lapicera encima de la mesa.

—Mmh, entiendo — respondió.

—¿Y tú? — le pregunté.—¿Por qué no estás con los demás? — agregué.

—Porque no estabas allí — respondió.—Te seré sincera, no vengo porque quiero hablar, hace rato me interesas, bonito — pasó su delgado dedo, suavemente, por mi nariz. Instintivamente, me alejé un poco.

—Cote, no quiero ser pesao — respondí.—Pero me interesa alguien más — agregué.

—¿Tu creí que soy hueona? — me preguntó y la quedé mirando.—Yo ya sé quién es — susurró. En su semblante podía notar la molestia que intentaba ocultar.

—¿Y quién es? — le pregunté mirándola a los ojos.

—No te conviene meterte con una Storti, Diego. No porque sea un poco más inteligente, será como nosotros, eso tenlo claro — habló con seguridad y mi corazón comenzó a acelerarse. Claramente hablaba de la Rebeca.—No porque tenga descendencia Italiana la hará mejor que cualquier mina de acá — agregó.

—¿De que estai hablando? — me hice el ahueonao.

—Eso, Diego — se acercó a mi oído, lentamente.—Sé que estai con la Rebeca Storti, la mina de Cuarto medio, hace unos seis meses más o menos — susurró y me quedé helado. Sentí que todo mi cuerpo dejó de moverse y que mi respiración se cortó.

—¿Y cómo sabí esa huea? — le pregunté. Sentí que todo daba vueltas sin querer.

—Es muy fácil ganarse a los hueones de tus amigos de Cuarto. Solo hablé con la persona indicada y soltó todo lo que sabía — se alejó de mi y se paró para ponerse al frente de la mesa.

—Imposible, ninguno de ellos sabía esto — respondí a la defensiva.

—Siempre hay alguno que se entera de las cosas y no dice nada — me sonrió cínicamente.—Y debí de pedir pruebas, pero ya las tengo — susurró y quedé mirando su rostro.

—Dime la verdad, ¿que queri de mí realmente? — le pregunté y soltó una risita.

—A ti — respondió.—Nos conviene a ambos, ya que tu papá y el mío trabajan juntos y podríamos vernos siempre — contestó con una sonrisa en la cara.

—No, no puedes conseguir todo lo que se te ocurra — me paré de mi asiento. Solo nos separaba la mesa.

—O lo haces, o le digo a todo el colegio la relación que tienes con la Rebeca. Tú eliges — apoyó sus manos en la mesa y se acercó a mi rostro.—Elige luego, para así ahorrarme el mal rato — agregó.

—¿Sabí que te va a llegar una buena patá en la raja si nos delatai? — le pregunté y se comenzó a reír.

—La mina salvaje que teni como polola, no me hará nada. De eso me encargo yo y punto — dijo.—Tienes dos días para decidirte, bonito — susurró contra mis labios y se dio la vuelta para irse y abandonar la sala.

Apenas salió, suspiré. Alguien me estaba cagando y siguiendo, pero ¿quién?

Saqué el celular rápidamente.

Rebe-lion


Necesitamos hablar.
Ahora.

N//A: chales, que haremos:0

-WeaOriginal🌚✌🏻

Pa callao'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora