Veintiseis

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Habían pasado algunos días, como cuatro más o menos, y hace rato no veía ni hablaba con mi polola. Estaba alejada un poco y no sabía el por qué.

Había llegado mucho más temprano al colegio, porque debía entregar un trabajo de química antes de las ocho. Apenas entré al establecimiento, sentí algunas miradas en mi y me sentí extraño, no sabía que huea esta gente que me miraba tan fijamente y con care'pena. Iba caminando por los pasillos, hasta que llegué a la sala y me encontré al profe adentro.

—Buenos días, profe, le vengo a entregar el trabajo — le dije y no entré al instante.

—Pasa — me dijo y obedecí.

Caminé hasta su escritorio y le dejé el trabajo en la mesa.

—Perdón si la portada no está muy elaborada, pero últimamente ando con la cabeza en otra parte — me disculpé y asintió.

—Sabemos por lo que estás pasando y por lo que está pasando la Rebeca, solo quiero decirte que si necesitas ayuda o más tiempo para algún trabajo, lo tendrás completamente — me miraba atento y se lamentaba demasiado.

—Gracias — le dije y salí de la sala.

Caminé un par de salas y me encontré con el Martín. Se acercó rápidamente y me saludó igual que siempre.

—¿Cómo estai? — me preguntó y comenzamos a caminar.

—Un poco desanimado — le respondí y asintió.

—Cualquiera con la enfermedad de la Rebeca — habló y dejé de caminar.

¿Había escuchado bien?

¿Enfermedad?

—¿De que estai hablando? — le pregunté y dejó de caminar. Se dio la vuelta y me miró.

—¿Cómo? ¿Por qué no sabí de lo que dije? — me respondió con una pregunta. Se puso un poco pálido.

—No sé, no sé de donde sacaste que la Rebeca tiene una enfermedad — le expliqué y abrió la boca un poco.

—No sabes — susurró.

—Yapo, Martín, explícame — me estaba comenzando a desesperar. No entendía que huea.

—Yo creo que ella debería explicarte, no yo — habló y bajó la mirada.

—Hueón, somos amigos, dime — le exigí.

—Diego, pero...— lo interrumpí.

—Dime que huea pasa, por favor — le pedí. Nos quedamos mirando y tomó aire.

—La Rebeca ayer publicó algunas historias en Instagram diciendo que le habían diagnosticado leucemia — habló y sentí que me rompí al instante.

Leucemia.

Cáncer a la sangre.

Dejé de escuchar ruidos y dejé de respirar por un momento. Sin querer, comencé a sollozar. El Martín me abrazó y le correspondí.

¿Por qué no me había dicho?

¿Por qué me había ocultado las historias?

—Me siento como el hoyo — susurré.

—Por eso no quería decirte — susurró devuelta.

Necesitaba una explicación de esto, porque no era justo.

[...]

Me sabía el horario de visitas de la clínica, así que me aparecí allí de los primeros. Me dejaron entrar y lo primero que vi fue su cabellera rojiza.

—Diego...— susurró.

Ni siquiera pude decir algo al instante. Me costó mucho hablar y ponerme en frente de ella.

—Solo quería que me dijeras la verdad — susurré. Comenzó a llorar en silencio, veía como le caían las lágrimas.—No entiendo por qué todos sabían y yo no — agregué. Al instante, me puse a llorar.

—No quería que esto fuera duro para ti — susurró.

—Creo que es más duro enterarse por otra persona — le contesté al instante. Bajé la mirada a una de sus manos.

—Es que no sabía cómo decirte que tengo cáncer y que me debo de quedar acá — se soltó. Su llanto era tan emotivo y solté un suspiro.

Me dejé caer en la silla que había al lado de su camilla y le tomé la mano. Nos rompimos a llorar ahí mismo, no entendía la incertidumbre que sentía y tampoco podía comprender la información que me acaba de decir mi amada.

—Pensé toda la mañana que era una broma tonta que me había dicho el Martín — sollocé.

—Perdón, no sabía cómo decirte que iba a perder mi pelo y que debía de hacer todo un proceso — me explicó, mirándome a los ojos.—No quiero ser una carga, no quiero serlo, así que te quiero pedir que pienses bien — susurró. Se enjugó las lágrimas.

—No sé ni qué pensar — le fui sincero.

—Entonces ándate — dijo con una voz muy dura.

—Pero...— me interrumpió.

—Si ni sabes qué pensar, ándate — volvió a ser dura. Vi como caían las lágrimas en su rostro y sentí una capa de culpa inundándome.

Le planté un beso a en la mano y me paré rápidamente para irme de allí. Sabía que si no me marchaba de ahí, iba a explotar y a seguir llorando y sintiéndome mal conmigo.

[...]

Apenas llegué al departamento, le conté a mi mamá y ella llamó a mi suegra. Sabía que ella sabía y que no me había dicho para no lastimarme, pero ya estaba lastimado y no quería saber nada de nadie.

Quería desaparecer un rato, pero, ¿podría hacer eso sin generar algún daño?

¿Debía alejarme de la Rebeca?

¿Debía hacer algo?

N//A: yo les dije que no todo era embarazo😞

Ya chickens, llegaron al punto del desafío. Este capítulo deberá llegar a los 35 votos para desbloquear los restantes y revelar el final😔

—WeaOriginal🌚✌🏻

Pa callao'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora