Cuarenta y cinco

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Estábamos cerca de Navidad y todos andaban comprando regalos culiaos para todos. No andaba muy a la onda de comprar hueas, ya que en mi mente solo habían y existían dos palabras; muerte - Rebeca.

Acababa de salir de la ducha, cuando caché que tenía mensajes.

Rebe-lion
Necesitamos hablar
Ven a la clínica xfis🥺

Hace días no la veía y me sentí tan bien al leer esos dos mensajes.

Al salir de la pieza, iba hacia la cocina cuando escuché a mi mamá hablar por celular. Algo que salió de su boca me detuvo en el pasillo, sabía que no debía escuchar conversación ajenas, pero...

—No lo sé, Alessandro. Solo sé que si sigue de esa manera, su salud empeorará... — se quedó callada y sentí un nudo en la garganta.—Sí, es obvio que está deprimida...¿Qué tiene que ver mi hijo? — preguntó muy interesada. Quería saber qué huea yo, así que me quedé calladito detrás de la pared, ni siquiera quería respirar.—Bueno, después hablaremos de eso junto a tu esposa y no permitas que tu hija...no, el Diego no lo soportaría ahora — agregó con su voz de preocupación.

Respiré profundo y me devolví a mi pieza.

La cabeza me daba vueltas. No sabía qué huea pensar y estaba temblando un poco. Intenté calmarme y tranquilizar mi respiración, pero era algo que no podía hacer en el momento.

[...]

Tuve que hablar con una enfermera para que me pudiera guiar hacia el lugar donde estaba la Rebe. Con cada paso que daba entre los pasillos junto a la enfermera, me sentía agobiado, pero intentaba respirar y calmarme, pero ya lo había intentado una vez antes de salir y digamos que había funcionado a medias y que mientras iba en el camino, desapareció la sensación por completo.

—Es aquí, pero necesito ver si puedes entrar. Espérame, ¿sí? — me dijo la enfermera y asentí. Suspiré y me sobé las manos. Sentí que la puerta se abrió y salió la enfermera.—Pasa, es la puerta cuatro — me dijo.

—Gracias — le dije y entré. Me di cuenta que había un pasillo muy largo, con muchas puertas y ventanales grandes donde podías ver a algunos pacientes en observación. Habían ventanales con persianas y deducí que habían pacientes descansado o durmiendo.

Caminé un par de puertas, hasta que llegué a su puerta. Suspiré y tomé la manilla de la puerta, pero no la di vuelta para abrir, solo me quedé así por un tiempo. Volví a suspirar y abrí la puerta e inmediatamente entré.

—Llegas tarde — escuché su voz luego de días y me sentí un poco más sereno. Ni siquiera me di la vuelta para mirarla.

—Perdón, mi mamá me pidió un par de favores — mentí.

—Date vuelta — ordenó. Me di vuelta y me dejó asombrado su aspecto descuidado. Estaba ojerosa, pálida y como demacrada.—¿No me estai mintiendo? — me preguntó y negué.

—No — volví a mentir. Estaba semi-recostada y con algunas sabanas hasta la cintura.

—Deberiai sentarte para estar cómodo, necesitamos hablar — susurró y caminé para acercarme a la camilla.

—Estoy bien así, solo dime qué pasa — le pedí y le tomé la mano, pero la apartó.

—Quiero que terminemos — habló con su voz temblorosa. Me sentí un poco herido cuando dijo eso.

—¿Por qué? — le pregunté con un nudo en la garganta.

—Porque no quiero que cargues conmigo y con mi enfermedad — se le quebró aún más la voz.

—Rebeca, nunca me habías dado una excusa tan hueona como esa — le respondí con rabia y pena.—¡Dime la verdad! — elevé la voz y se puso a llorar. Negaba repetidas veces y balbuceaba cosas.

—No quiero que te amargues a mi lado, no valgo la pena, ¿no te dai cuenta? — habló rápidamente. Se soltó y comenzó a llorar con más sentimiento.—¡Me voy a morir, Diego, me voy a morir y no quiero que eso te afecte! — me gritó.

—¿¡Quien mierda te dijo que te ibai a morir!? — le pregunté un poco alterado.

—¡Yo sé que me voy a morir! — me respondió. Comencé a sollozar y me di vuelta para no mirarla. Me llevé las manos al pelo y lo revolví.

—No Rebeca, no es así. Estai en una de las mejores clínicas, es casi imposible que mueras — le dije y la volví a mirar.

—Estar en una clínica no me asegura la vida, Diego. El doctor fue claro y me dijo que había empeorado, algo está pasando en mi cuerpo y no es normal — me contó y la quedé mirando. Mi respiración estaba agitada.

—Por favor no me pidas que me vaya, te juro que haría lo posible para que estuvierai bien — susurré y comenzó a llorar aún más.

—No me prometai nada si el mañana es incierto — contestó con un hilo de voz.—Te estoy ahorrando el vestirte de negro y verme en una caja — agregó y me solté a llorar.

Me quedé callado.

—¿Por qué estai haciendo esto? — le pregunté y me enjugué un poco las lágrimas.

—Porque quiero que vivas, quiero que seai adolescente y que no te sientas como en una cárcel culia a mi lado. Anda y diviértete, anda y carretea, pero no te quedes a mi lado — me dijo. Sabía que esto le dolía de igual manera.—Necesitai seguir estudiando, necesitai trabajar, casarte, tener hijos, tener tu vida y yo no puedo acompañarte en esas cosas — dijo y bajó la mirada. Vi como sus lágrimas caían por todas sus mejillas.

—¿Puedo abrazarte? — le pregunté y asintió. Rápidamente caminé hasta ella y me lancé a sus brazos suavemente. Escondí mi rostro en su cuello y me puse a llorar más fuerte, porque me dolía la situación. Me levanté un poco y fui hasta su oído.—Yo quiero que tú seas la persona con la quiero estar en un futuro — susurré y sentí su respiración.

—No hay futuro a mi lado, Diego — susurró devuelta. Juré que había dejado de respirar y que todo se había paralizado, hasta que me enderecé y la miré.

Tomé su mano por última vez.

—¿Y ahora qué? — le pregunté.

—Sigue con tu vida — me dijo y apreté su mano.

Suspiré y me enjugué las lágrimas con una mano. Sentí que soltó el agarre de mi mano y sentí que comencé a temblar. Sabía que debía soltarla, pero no quería, no quería hacerlo, hasta que lo hice y me llevé mis manos hasta los bolsillos de mis pantalones. Caminé hasta la puerta sin mirarla, hasta que me di vuelta.

—Si algún día te sientes sola, háblame...— me quedé callado y asintió. Tenía su nariz roja y veía que estaba nerviosa todavía.—Te amo, recuérdalo siempre — le dije con la voz temblorosa.

—Yo también te amo, Diego — respondió, mientras intentaba controlar su llanto.

Abrí la puerta y salí de inmediato. El aire del pasillo me golpeó la cara y me apoyé en la puerta para poder procesar todo lo que había pasado allí adentro. Volví a llorar, porque necesitaba sacar todo el dolor que sentía dentro.

Algo había terminado ese día y sabía que otra cosa iba a empezar; un infierno.

N//A:

Creen que la Rebe fue egoísta?

—WeaOriginal🌚✌🏻

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