Cuarenta y seis

805 78 8
                                    

Vacío; así estaba.

—Diego, ábreme la puerta — escuché a mi mamá.

—No quiero hablar con nadie — respondí.

—Llevas días sin salir de allí, quiero hablar contigo, hijo — habló e imaginé su rostro de preocupación.—Soy tu mamá, por favor — me pidió y me levanté de la cama para abrir la puerta.—Gracias — dijo cuando entró. Yo me volví acostar.

—¿Qué pasa? — le pregunté.

—Tu papá me llamó para preguntar si irás a su matrimonio — me contó y chisté.

—No tengo tiempo pa hueas — respondí.

—Diego, no seai así, por último anda a la fiesta nomás — me dijo y asentí.

—No quiero nada, mamá — le dije y respondió.

—¿Te sientes bien? — me preguntó muy preocupada.

—No, no me siento bien — respondí y recordé ese día de la clínica.

—No debes echarte a morir, por algo lo hizo — me dijo y me hizo cariño en el pelo.

—No era necesario mandarme a la mierda, mamá — contesté dolido.

—A lo mejor ella lo encontraba necesario — susurró y negué.

—Me siento como el hoyo — respondí.

—Lo sé, te entiendo — habló suavemente.—¿Al final irás? — me preguntó y asentí.

—Solo a comer — le dije y se rió.

[...]

Eran más o menos las once de la noche y yo estaba listo con mi traje para irme a la cagá de fiesta de mi papá por su nuevo matrimonio. De hecho, mi mamá me había llevado a la casa que teníamos para vacacionar, porque allí era la huea.

—Gracias mamá, nos vemos después — le dije y sonrió.

—Llámame si quieres que te venga a buscar — me dijo y asentí.

Me bajé del auto y vi la huea de entrada. Suspiré.

Sabía que no quería estar allí, pero aún así entré a la casa. Al entrar, me reconoció mucha gente y me saludaban, yo solo quería ir a la barra y tomar un rato pa despejarme.

—Diego, viniste — escuché y me di vuelta para encontrarme a mi papá contento.

—Felicidades — le dije con una cara de poto.

—Por favor, no estes así ahora — me pidió y asentí.

—Como sea la huea — respondí y me di la vuelta pa seguir caminando. Había mucha gente bailando y compartiendo, pero yo no quería encontrarme con nadie.

Vi qué pasó un mozo con algunas copas y saqué una para empezar a entonarme. Sabía que iba a ser una larga, pero larguísima noche.

[...]

Ya estaba un poquito curao, poquito nomás. Llevaba una botella de algo en la mano y quería dar un discurso, así que me fui a la escalera desde lo más alto.

—¡Quiero decir algo! — grité y vi a todos que se dieron vuelta.—¡Yapo apaguen la música! — grité devuelta e hicieron lo que dije.—Bueno...me presento, me llamo Diego y soy hijo del sacohuea que se casó hoy — dije y me reí. Me llevé la botella a la boca y volví a tomar.—Toy un poquito curao, solo un poquitito, pero ¿a quien le importa? — agregué.

—Diego, baja ahora — escuché a mi papá y negué.

—Toy de pana sufriendo, pero da lo mismo, ¿no? — me tambalee un poco.

—¡Diego, no hagas nada, solo baja! — vi que la Lore iba subiendo la escalera vestida de novia.

—¡Miren quien está aquí! La que se mete con su jefe y después termina teniendo un hermanastro, pero a la vez un hijastro, o sea yo — dije y me reí.

—¡Ya basta, Diego! — gritó enojada.

—¿Qué? ¿Que me vai hacer? — le pregunté. Me sentía tan libre.—Bueno gente, me retiro y para los que hablen de esta huea, ¡chúpenla, hijos de la yuta! — grité fuerte.

Caminé hasta el pasillo con dificultad y entré a mi pieza. Me fui a sentar en la cama y tiré la botella hacia la pared. Estaba harto de todo y me sentía muy mareado.

—Diego — escuché y me di vuelta a ver a la puerta.—No vas a salir de aquí hasta la mañana, me has dejado en vergüenza — me dijo mi papá. Me paré para estar a su altura.

—¿Dije mentiras acaso? — lo desafié.

—Estai pasao a copete, ¡por la mierda, Diego! — gritó.—¡Es insólito que te sigas comportando así! — volvió a gritar.

—¿Te duele que diga la verdad? — le pregunté.

—¡Me duele que sigas siendo así! — gritó.—¡Estoy harto de todo, ahora de tu alcoholismo! — me apuntó.

—¿Me vai a encerrar? — le pregunté con un tono desafiante.—No te tengo miedo, viejo — le recordé.

—A la única parte que te voy a encerrar será en un centro de alcohólicos anónimos — susurró con rabia.

Me quedé callado y se dio la vuelta para salir de la pieza y dejarme solo. Me quedé mirando a un punto fijo y sentí un par de lágrimas caer por mi rostro, huea que me dio más rabia e intenté calmarme.

Necesitaba estar un rato solo pa poder estar bien.

[...]

Era de madrugada, cuando me senté en el piso y apoyé mi espalda en la cama para observar la gran playa que tenía al frente. El ventanal era gigante y me dejaba mirar el mar y el cielo al mismo tiempo.

Todavía me sentía medio mareado, pero ya no me sentía como el hoyo como antes. Saqué mi celular y busqué su número en mi celular para llamarla.

Escuché el tono de espera, hasta que...

"Soy la Rebe, si no te contesto, inténtalo de nuevo, sino deja un mensaje culiao insistente"

Me reí al escucharla.

—Te extraño, Rebe. Sé que no vai a contestar mis llamadas, tampoco mis mensajes y estoy seguro que tampoco me quieres ver, pero solo quiero que nunca olvides que te amo y que te estaré esperando siempre, no importa si no estoy aquí o si me voy a otra parte; siempre te esperaré. Los curaos no mienten y yo no te estoy mintiendo... — terminé de hablar y tiré mi celular a un lado.

Suspiré de cansancio.

Sabía que no estaba bien, pero tampoco que hacer para estar estable.

Me paré del suelo y me tiré a la cama para quedarme raja.

N//A: a k hora le pegamos al papá del Diego👊🏻

WeaOriginal🌚✌🏻

Pa callao'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora