Bourbon

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Los primeros días fueron duros.

Me aferraba desesperadamente a la idea de que yo podía con ello, que Kudo confiaba en mí y que todo terminaría bien.

Pero era difícil hacerla mía.

Creerlo.

Me sentía una estúpida por haberme dejado engañar, por haberla cagado y haber dejado que Bourbon me espiase.

No sabía hasta dónde sabía la organización, pero si algo estaba claro era que sospechaban de mí, por lo que necesitaba pasar desapercibida.

Me sentía terriblemente culpable, pero sabía que debía utilizar esa culpa para algo positivo, no dejar que me hundiese y me hiciese joderlo todo de nuevo.

Si yo lo había estropeado, yo debía arreglarlo.

Y esa idea sí cuajó.

Poco a poco, la soledad se fue haciendo menos dura, siendo substituida por un fuerte sentimiento de responsabilidad, mucho mayor incluso que cualquiera que hubiese tenido en el pasado.

Porque esta vez... Esta vez sí era por mí.

No era por Akemi, ni por la justicia. Ni siquiera por Kudo.

Quería arreglarlo, porque sabía que si lo conseguía al fin me sentiría bien conmigo misma.

Si lo conseguía... Me lo perdonaría todo.

Empezaría a quererme de verdad.

Y eso me hacía seguir adelante.

La primera semana aunque fue difícil, me intenté mantener atenta a todas las señales.

Extrañamente, no había ninguna.

Nadie en la organización me trataba como si dudasen de mí más allá de la duda común que se le otorgaba a todo el mundo.

Ni siquiera Gin, quien más siempre me había amenazado con los peligros de que me atreviese a traicionarles, parecía estar echándome un ojo encima más de lo habitual.

Cuando me ponía la venda en el coche, cuando él se iba por las noches...

En ninguna ocasión parecía especialmente atento a mis actos, como tratando de buscar señales de mi traición para deshacerse de mí.

Confusa pero dispuesta, empecé a buscar las pistas en el núcleo del problema.

Bourbon.

Cada día, cuando iba al laboratorio, procuraba estar atenta a su presencia.

Me fijé en que cada día estaba allí.

Cada día, saludándome con su habitual sonrisa.

Yo por dentro ardía de rabia.

Cómo podía fingir ser tan amable y estar echándome a los leones.

¿Qué necesidad tenía de hacerme creer que éramos amigos?

¿Fue para que yo bajase la guardia?

Aunque me doliese admitirlo, había acertado de lleno.

De no ser por Kudo y su conocimiento, yo aún confiaría en Bourbon...

Fingiendo no prestar mucha atención pero prestándola, empecé también a intentar observar qué hacía Bourbon en el laboratorio, para descubrir cuáles eran sus intenciones.

El día en que nos conocimos quise ya preguntárselo, pero no tuve el valor.

Ahora, por supuesto, tampoco lo tenía, pero podía intentar descubrirlo sola.

Sweet betrayerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora