Salí del baño con la toalla enrollada en mi cuerpo, estaba buscando en mi closet la ropa que me iba a poner para ir a ver a James, a decir verdad estaba completamente nerviosa, ansiosa, inquieta, parecía una adolescente con mariposas bailando dentro de mi estómago.
Opte por un jean clarito que me quedaba perfecto, ajustado a mis piernas, una blusa negra ni tan elegante ni tan casual, mis accesorios dorados, y mis sandalias altas negras. Mi cabello en una cola alta y unos cabellos rebeldes que deje salir haciéndome lucir perfecta. Agarre mi abrigo y salí del apartamento.
Me monte en mi carro y recordé las palabras de Pamela.
Deberían dejar todo claro, así no se presentan malos entendidos a futuro y acuérdate de decirle que no tendrás relaciones con él.
Sus palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza, coloque una canción en la radio mientras tarareaba la canción olvidándome un poco de eso.
...
—De nuevo aquí —dije tomando un poco de aire mientras subía el ascensor que me llevaría directo a mi perdición.
—Ok Alison... ya sabes contrólate y no caigas en provocaciones —murmure en voz baja mientras inhalaba y exhalaba nerviosa y con mis dos manos me echaba aire en mi cara.
Ese sonido que emite el ascensor que indica que ya llegaste al piso me hizo reaccionar de golpe.
Ok Alison ya sabes.
¿Pero porque ese hombre me tortura de esa forma? de verdad que no me ayuda.
¡Dios mío quita estos pensamientos pecaminosos de mi mente!
James estaba con un jean negro, pero sin camisa y recibiéndome con esa sonrisa encantadora que lo caracterizaba.
¡Dios mío no me hagas caer en la tentación!
Justo cuando sabes que esa manzana no deberías morderla, bueno así me sentía en ese momento. Fue inevitable no bajar mi vista a su perfecto abdomen definido y esa forma en V que se le forma en su parte baja.
¡Oh por dios esto es mucho con demasiado, esto no es de Dios!
—Hola James.
—Alison, ven pasa —dijo agarrándome levemente por mi cintura.
Lógicamente cuando lo vi así me quede helada como un cubo de hielo parada en la entrada como una tonta.
—Hace frió allá afuera —dije quitándome el abrigo algo incomoda, nerviosa ni yo misma sabía lo que tenía.
—Y aquí hace calor —dijo mirándome fijamente a los ojos, con esos ojos que mataban a más de una y coloco mi abrigo en el perchero.
Evidentemente estaba activada la calefacción.
Luego regreso de nuevo su mirada hacia mí, trate de esquivarle un poco la mirada y le dije: —si ya veo —dije con cierta ironía e inconscientemente baje la mirada a su abdomen descubierto.
Una sonrisa arrogante se dibujó en sus provocativos labios.
—No tanto por que este la calefacción activada, es que... entre tú y yo el calor que emana nuestros cuerpos es evidente e inevitable.
—¿O me lo vas a negar? —dijo acercándose lentamente y peligrosamente a mí.
—Eh... yo...
Su comentario hizo que tragara grueso, aclare mi garganta y le pregunte sobre algo del hotel para cambiar de tema.
—No me cambies el tema —lo escucho decir a centímetros de mí.
¡Ay dios mío esta jugada no me la esperaba!
No sé porque no puedo actuar normal y controlarme.
James toco mis labios con su pulgar, inconscientemente cerré mis ojos por cortos segundos.
—James...
—Sh...
James no me dejo hablar y unió sus labios con los míos de la manera más placentera posible. El beso fue subiendo de intensidad, luego James me agarro y me levanto en sus brazos y me acostó en el sofá mirándome de esa forma y esa sonrisa ¡dios! y continuo besándome de esa forma que me dejaba sin aliento. Después se levantó y se acercó a su mini bar que había en su apartamento.
Me quede observándolo mientras caminaba de espalda.
Pamela tiene razón, él no va a estar únicamente conmigo así nomás, se le nota que quiere sexo, no debí decirle que si aceptaba este jueguito con él.
—¿Te sirvo un vaso? —escucho su voz sacándome de mis pensamientos.
—No, gracias —dije levantándome del sofá y caminando hacia ese ventanal mirando la hermosa ciudad.
A los pocos segundos siento sus labios cerca de mi cuello dejándome un tierno beso haciendo que pegara un pequeño brinco, gire y me encuentro con esos ojos y esa sonrisa fascinante.
Con su mano libre me rodeo la cintura acercándome a él y dándome un suave beso en mis labios.
Luego simplemente se alejó un poco y se acercó al otro ventanal mientras se llevaba el vaso de whisky a sus labios.
Yo simplemente me quede ahí como una tonta observándolo y viendo su tonificada espalda cuando lo escucho decir: —Alison, tenemos que hablar.
No sé por qué su comentario hizo que mi cuerpo se estremeciera.
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Sr. Collins
RomanceJames Collins un apuesto y atractivo empresario de tan solo 27 años, Alison White una joven de 22 años de buen corazón, atractiva y cariñosa... se conocerán de la manera menos esperada y coincidirán en muchos lugares. Ella no tenía problema de dine...