Capítulo 20

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—¡¿Qué yo hice qué?! —respondo inmediatamente sorprendida de mi misma.

¡Oh por dios!

¿En qué momento hice eso?

Lo pienso confundida bajando mi mirada.

—Yo no recuerdo haber hecho eso —digo cruzándome de brazos rodando los ojos.

—¿Estas muy segura? Si quieres te lo puedo recordar —dice seductoramente.

—Bueno, pero eso sería antes de saber que estabas aquí —termino diciendo de forma automática, luego asimilo lo que acabo de decir llevándome una mano a mi cabeza.

Eso me pasa por pensar en voz alta

—Es decir que... ¿tú te diste cuenta que yo estaba aquí anoche y me dejaste seguir durmiendo contigo? — dice con una sonrisa de satisfacción.

Eso te pasa por no pensar antes de hablar

mi voz interna torturándome en vez de ayudarme.

—La pregunta aquí es otra —digo cambiando el tema de inmediato.

—¿Cómo hiciste para aparecer así de repente en mi cama? —digo fingiendo estar molesta cruzando mis brazos, pero por dentro tenía el corazón a punto de estallar.

—Simplemente te hice creer que me había ido, y me quede esperando a que te durmieras y luego te vi temblando del frió y yo realmente soy incapaz de dejarte así y no darte calor con mi cuerpo —dice mirándome fijamente a los ojos.

¡De verdad que tienes el poder de hacerme temblar y desvanecer mis piernas con solo hablar!

Alison contrólate y tranquiliza tus hormonas

—Y tu accediste completamente a mis brazos —termina diciendo con su voz suave.

—Yo... yo no estaba consciente de lo que estaba haciendo anoche —digo tartamudeando bajando mi mirada sonrojada totalmente.

James se acercó a mí, colocando sus brazos en mi cintura haciendo que mi cuerpo se tensara, estaba tan cerca que podía sentir su respiración mezclarse con la mía haciéndome tragar grueso.

—Iré a preguntar si ya resolvieron el problema del puente —dice con su voz serena dejándome un beso cerca de la comisura de mis labios.

Cuando James salió por esa puerta solté el aire contenido que tenía en mis pulmones.

—De verdad que James tiene el poder de hacerme temblar con tan solo verme a los ojos —murmure en voz baja soltando un suspiro.

Aproveche de cambiarme de ropa mientras James preguntaba sobre el paso del puente, al rato salí y me lo encontré de frente.

—Ya podemos irnos.

—Ok, déjame buscar los planos que deje en la oficina.

—Te esperare en el estacionamiento.

Cuando íbamos de regreso, hablamos de ciertas cosas que necesitaba el hotel.

—El hotel debe mejorar el servicio de las cabañas, y que tenga todo lo necesario para que se sientan satisfechos los clientes.

—Aparte de eso, estaba pensando en un mini centro comercial con diversidad de tiendas —añade James.

—Sí, estoy de acuerdo con eso —dije sonriendo de lado.

—Además de buscar otra vía alterna para llegar al hotel, con lo que paso ayer con el puente eso le resta puntos—añado.

—La solución sería construir una carretera por el fondo del hotel.

—¿Te parece si desayunos en ese lugar? —escucho decir a James señalándome un lugar muy pintoresco.

—Sí, está bien —dije con una pequeña sonrisa.

Después de desayunar continuamos el camino hablando acerca del hotel.

—¿A dónde vamos? —digo levantando una ceja.

—Pensé que me llevarías primero a mi apartamento —digo frunciendo mi entrecejo.

—Pasaremos primero por mi apartamento, tengo una junta y voy tarde —dice mirándome por cortos segundos y viendo nuevamente hacia el frente.

—Ademas tengo que cambiarme... ¿ O pretendes que me vaya así? —dice sonriendo y curveando sus labios.

Lo miro y suelto un suspiro pesado.

—¿Por qué será que no te creo? —murmuro en voz baja.

—¿Qué dices? —dice mirándome rápidamente y luego volvió su mirada al frente.

—No, nada —digo mirando por la ventana haciéndome la desentendida.

A los pocos minutos nos encontrábamos en el ascensor, justo cuando voy a oprimir el botón siento la mano de James rozar con la mía, James me regalo una sonrisa pícara y yo simplemente le esquive la mirada.

—No sé porque te empeñaste a que viniera —digo cruzando los brazos resoplando.

—Muy bien podías llevarme a mi apartamento primero —añado algo enojada.

James no me decía nada, solo sonreía de esa forma que me derretía por dentro.

Cuando se estaba acercando a mí seductoramente se abrió la puerta del ascensor.

—Si quieres me puedes esperar aquí —dice señalándome el sofá mientras dejaba las llaves y su teléfono en la mesa.

—O si prefieres puedes acompañarme—añade mirándome con picardía y dejándome un beso cerca de mis labios dejándome sin aliento.

¡Este hombre hará que pierda mi autocontrol!

Sr. CollinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora