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Nota importante:

Hola chiquititos.

Yo y mi inútil intento de coqueteo. Jajajaja. Perdónenme.

En fin. Hoy solo actualizaré este fic. Por lo que queda pendiente el capítulo 32 de "La Voz de un Ángel". Al final de este capítulo les explicaré. Es una nota importante.

Sin más que agregar, disfruten.

Tenía 10 años cuando se enamoró

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Tenía 10 años cuando se enamoró.

Todoroki Shouto había sido transferido de primaria a esa edad. Había tenido que dejar su antigua escuela después del divorcio de sus padres.

Él no se veía muy afectado respecto al tema del divorcio. Todo lo contrario, sus padres ya no podían seguir juntos sin lastimarse entre ellos, o que por accidente, nuevamente lo lastimaran a él como hacía años atrás cuando le causaron esa cicatriz. Así como tampoco deseaba que sus hermanos fueran lastimados.

Ciertamente desde aquel accidente, ambos padres tuvieron una mejor atención con sus hijos, pero aún así ellos seguían discutiendo. Realmente lo mejor para todos fue que se separaran.

La custodia de él y sus hermanos quedó compartida y nadie tuvo problemas con ello, ni con ninguno de los cambios en realidad.

El pequeño Shouto podría decir que incluso estaba feliz de ya no acudir a su vieja escuela. Desde que tenía su cicatriz en el rostro no dejaban de molestarlo. Llamándole monstruo, entre otros insultos. Al inicio le afecto en gran medida, como a todo niño de seis años, pero con apoyo de terapia y la atención de su familia ya no le tomó importancia con los años y se aceptó a si mismo. Aún así, le alegraba ya no verle la cara a aquellos que le molestaron.

Él era un niño muy inteligente. Era lo que siempre escuchaba de sus profesores y su familia, pero a él no le importa todo eso. Él quería una vida tranquila. Sólo eso.

Ahora que recorría su nueva primaria, encontró cerca de las canchas algunos árboles y eligió uno en particular para hacerlo algo así como su lugar favorito.

Varios días después se encontraba en aquel árbol. Descansando durante el receso y bebiendo un jugo de manzana.

Veía aburrido las canchas vacías, hasta que llegó un grupo de niño que, por lo que veía, jugarían a los quemados.

Sin interés observó a cada uno de los niños hasta que su mirada se posó en uno en especial.

Un niño pequeño de cabellera verde y revoltosa, con una cara más allá de lo infantil e inocente y una enorme sonrisa que cautivaría a cualquiera. Esos fueron los rasgos que había alcanzado a ver desde aquella distancia pero fue suficiente para no poder quitarle la vista.

Le miró jugar con los demás niños y no importaba en que parte de la cancha se ubicará, sus heterocromáticos ojos no lo perdían de vista.

Cuando el juego terminó, los niños se acercaron a las llaves y bebederos que habían cerca de los árboles. Se sentía afortunado de que las hojas de su árbol lo cubrieran y nadie se daría cuenta de su presencia.

Como Pasaron las Cosas - TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora