Existe un bar en donde los requisitos de admisión son bastante estrictos y la identidad y privacidad de los clientes es lo primordial. Por ello es necesario el llevar antifaces durante toda su estadía, cambiar un poco algunos rasgos del rostro y cre...
Ya he publicado también el capítulo 25 de "La Voz de un Ángel".
Disfruten.
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El joven enfermero manejaba con precaución hacia el hogar de sus padres. Se había ofrecido llevar a su amiga castaña a su departamento, ella aceptó gustosa diciendo que era su "salvador".
Mientras conducía ya con dirección a su casa se decía a sí mismo que deseaba darse un buen baño, cenar algo delicioso y compartir un rato con su familia a pesar de sentirse algo cansado.
Al llegar al complejo de departamentos estacionó su auto y después de apagar el motor se quedó unos minutos contemplando tímidamente el volante y sujetándolo con fuerza.
- Ví al doctor Todoroki, me sentí tan feliz. Aunque lo haya visto sólo de espaldas pero lo ví. - Decía en susurros a pesar de estar solo.
Sus mejillas estaban teñidas de un lindo carmín. Se tomó unos minutos para relajarse y poder salir del auto.
Subió ya más tranquilo las escaleras hasta el departamento de sus padres. Al tener las llaves en las manos no tardó mucho en abrir la puerta. Lo primero que detectó fui una risa infantil que le llenó de alegría su corazón.
- Estoy en casa. - Anunció después de cerrar la puerta.
Pronto una pequeña cabeza se asomó por el marco de la cocina.
- Feliz cumpleaños Ame. - Dijo el peliverde incandose en el suelo y extendiendo sus brazos hacia el infante.
- Papá. - Exclamó el pequeño niño corriendo a los brazos del joven doncel. - Gracias.
- Cada día eres más grande mi niño. - Respondía mientras abrazaba a su hijo con una mano y pasaba la otra por los lacios cabellos blancos con mechas verdes.
- Si. - Acordó el pequeño. Se separó un poco de su padre y lo vio con sus hermosos ojos verdes. - ¿Cómo te fue en tu trabajo? ¿Viste muchos bebés?
- Si, había muchos, y eran muy lindos. - Decía y la mirada de su pequeño brillaba se emoción. Le encantaban los bebés.
- Ya quiero que pronto me lleves a pasar el día en tu trabajo. Me gusta mucho lo que haces papá.
- ¿Y me ayudarás a llevar a los bebés con sus padres? - Preguntó y el niño asintió feliz. - Bien. Ven, vamos con tus abuelos.
El peliverde se puso de pie y tomó la mano del infante para dirigirse a la cocina.
- Hola mamá. ¿Cómo ha estado su día? - Saludó para después abrazar a aquella mujer de cabellos verdes que tanto amaba.
- Izuku, hijo. Todo ha estado muy bien. - Dijo la mujer aceptando el gesto de su hijo. - Te estábamos esperando para comer el pastel de Ame.
