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En el pabellón A del área de maternidad del hospital UA solo se podían escuchar los primeros sonidos emitidos por las nuevas criaturas que habitarán este mundo y las manifestaciones de júbilo de aquellos que se convertían en padres, algunos por primera vez y otros por segunda o hasta tercera ocasión.

Toda esa felicidad era lo que le hacía disfrutar su trabajo a un joven enfermero de cabellos verdes y alborotados. Aquel joven doncel era feliz cuando llevaba a un bebé recién nacido a conocer a sus padres, disfrutaba ver el brillo en los ojos de los ahora padres al ver el ser que representaba el fruto de su amor y sostenerlos en sus brazos por primera vez. Esto era lo que él amaba hacer.

Justo como ahora que se dirigía con una pequeña cuna con ruedas en la que se encontraba un par de mellizos, quienes estaban profundamente dormidos envueltos en sus pequeñas cobijas. Al llegar a la habitación del paciente tocó la puerta, escuchando el "adelante" del otro lado de la madera.

- Buenas tardes Togata-sama. ¿Cómo se encuentra? - Dijo una vez abierto la puerta pero solo asomando su cabeza.

- Me encuentro mucho mejor, Midoriya-san. Gracias. - Respondió un joven doncel,  tan solo unos cuantos años mayor que él, de cabello de un tono casi azabache, con una sonrisa nerviosa.

- Me alegro. Togata-sama, sus bebés quieren conocerlo. - Anunció para finalmente entrar con la cuna.

La mirada del azabache se cristalizó al ver a los hermosos seres a los que había dado a luz. Midoriya cuidadosamente los entregó uno por uno a los brazos de su madre, el cuál al sentirlos en su pecho hundió su rostro en las pequeñas cabecitas y cerró los ojos dejando caer un par de lágrimas que solo reflejaban felicidad, amor y esperanza.

- Sus bebés son realmente hermosos y están en perfecta salud.

- Gracias de verdad, Midoriya-san.

- Sólo llámeme Midoriya o Izuku. - Dijo el peliverde sin dejar su pequeña sonrisa.

- Está bien, Midoriya. - Dió en respuesta el paciente un poco avergonzado. - ¿Crees que pueda pasar mi esposo? Quiero que conozca a nuestros hijos.

- Por supuesto que sí. En seguida voy a llamarlo. Con permiso - Dijo para después salir de la habitación y caminar hacia la sala de espera. - Familiares del paciente Togata Tamaki.

Al hacer el anuncio un hombre joven de cabello rubio y ojos peculiares se levantó rápidamente de su asiento y se dirigió hacia el peliverde.

- Yo soy su esposo. Dígame ¿Cómo están Tamaki y mis bebés? - Midoriya podía ver la preocupación y la ansiedad en la mirada del joven padre.

- Se encuentran en buenas condiciones. Felicidades Togata-sama, es padre de un varón y una niña muy saludables. Venga conmigo por favor.

Midoriya comenzó a andar nuevamente a la habitación seguido del rubio. Al llegar abrió la puerta y dejó pasar primero al padre, quien inmediatamente se acercó a su esposo con una mirada embelesada.

- Tamaki ¿Te sientes bien? - Habló con voz tierna sin dejar de ver al azabache.

- Me encuentro bien, pero algo cansado. Mirio, nuestros hijos son hermosos. El varón tiene tu cabello. - Dijo el azabache volviendo su mirada a sus bebés.

- Y nuestra niña tiene el tuyo. Sin duda son hermosos. Gracias por darlos a luz Tamaki. Te amo. - Expresó el rubio antes de darle un tierno beso en la frente y abrazarlo junto a sus hijos.

El peliverde miraba la escena con nostalgia en sus ojos. Una escena que nunca se ha cansado de ver durante sus cuatro años trabajando en ese pabellón.

Como Pasaron las Cosas - TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora