Capítulo 58
Las gotas de lluvia rodaban por la ventana, recordándome cada dos segundos que estaba encerrada en la biblioteca de la universidad. Suspiré y volví a prestar atención a la última línea de lectura que estaba haciendo Agus.
- ¡Terminamos! –exclamó contenta.
Las tres lanzamos un largo suspiro de alivio y nos levantamos ansiosas de irnos a casa. Habíamos estado dos horas más de lo normal estudiando por los exámenes finales y definitivamente, nuestros cerebros estaban agotados, pero a la vez, albergaban cierto consuelo al saber que tan solo faltaba una semana para finalizar la última jornada de clases del año.
- Ya era hora –susurró Summer- Tanto estudio me volverá más loca.
Todas reímos a carcajadas, provocando la mirada furiosa de la bibliotecaria. Tras disculparnos, salimos del lugar y continuamos riendo hasta llegar a la salida de la universidad. Di una mirada triste a mi alrededor, y lamenté que ninguna de nosotras tuviera un paraguas a mano.
Las tres nos observamos sin saber exactamente qué hacer y finalmente Summer se ofreció a ir en busca de alguien con auto para pedirle un aventón. Agus, dispuesta a acompañarla fue con ella dejándome a mí allí sin compañía alguna.
Una fría brisa recorrió mi cuerpo y al cabo de unos minutos, ya me encontraba abrazándome a mí misma por el clima del lugar. Estaba a punto de entrar al edificio en busca de calor, cuando sentí una presencia aproximarse a mí. Inmediatamente, me giré con la intención de encontrar a mis amigas allí, pero en lugar de eso, lo vi a él.
Mi rostro reflejó una alegría sin igual y caminé tímidamente hacia él quedando a tan solo centímetros de su cuerpo. Lentamente, levanté mi mano para tocar su rostro y sonreí instintivamente al tener contacto con él después de tantos meses.
Tras abrazarlo, dejé que las lágrimas contenidas rodaran por mis mejillas y solté un sollozo. Esta vez, no estaba llorando de tristeza; no estaba lamentando algo ocurrido; no me encontraba sumisa en la angustia; esta vez… eran lágrimas de alegría.
- Estoy aquí, ángel –susurró en mi oído- Y siempre estaré aquí, junto a ti.
Me aparté de él sin dejar de soltar su mano y miré sus ojos descubriendo lágrimas en ellos. Harry también lloraba de alegría. Él también sabía cuánto significaba este momento.
Sin preguntarle detalles de su gira, sin cuestionarle el por qué no había avisado su llegada, sin comentar todo mi gozo del momento, deje que lo que sentía se expresara a través de una acción. Me acerqué a él ansiosa de volver a sentir sus labios, subiendo mis brazos hasta su cuello. Él rodeó mi cintura con sus manos y tras susurrar un tierno “Te amo”, deje que él uniera nuestros labios de tal forma, que volviéramos a sentir una vez más esa lluvia de sentimientos.
Podía sentir como nuestros corazones latían como uno solo. Mi cuerpo sentía ese leve escalofrío de emoción indicándome que todo había terminado. Y por fin, me permití dejar de abrigarme a mí misma, siendo cobijada en los brazos de Harry.
- ¿Sabes, ángel? Después de tanto tiempo de aflicción, por fin he vuelto a ser plenamente feliz. Por fin estás conmigo y sé que ahora he encontrado mi felicidad.
- Te amo –susurré apegándome a él.
Nos quedamos, así un rato: sintiéndonos mutuamente mientras a nuestro alrededor la lluvia caía sin compasión. La sonrisa en mi cara estaba dibujada ampliamente e incluso me atrevería a decir que nada ni nadie podría volver a borrarla si estaba junto a Harry.
- ¿Recuerdas nuestro beso bajo la lluvia? –preguntó mirando hacia adelante.
Arqueé una ceja divertida y reí ante su pregunta. Lo miré tratando de averiguar qué quería decir con eso, pero no logré mi objetivo. Al recibir mi mirada, Harry me tomó en sus brazos de modo que él pudiera hacer conmigo lo que quisiera. Yo reía sin parar y a la vez, intentaba decirle que me suelte. Me sentía como un bebé en sus brazos y a pesar de que no me agradaba tal sensación, en mi interior albergaba una tranquilidad absoluta sabiendo que él no me haría nada.
O eso creía yo…
Harry caminó hacia la lluvia sin considerar que yo no quería mojarme y comenzó a darme vueltas allí. Aunque estaba empapada, seguía riendo por las locuras que salían de su boca mientras jugaba conmigo. Tras unos segundos así, me soltó cuidadosamente dejándome de pie en el suelo.
Las gotas de lluvia rodaban por nuestros rostros y nuestras sonrisas eran firmes y verdaderas. Harry volvió a acercarme a él poniendo sus manos en mi cintura y ambos volvimos a besarnos.
El beso fue lento y tierno. Las emociones afloraban en nosotros como nunca antes había sucedido. Y la lluvia del lugar, solo lograba darle un toque más especial al momento que teníamos juntos.
- Esto parece un sueño –susurré.
- Esta es la realidad –dijo él.
Dio un paso hacia atrás y sacó de su bolsillo una cajita de terciopelo. Curiosa, intenté acercarme a él para descubrir que era, pero Harry me indicó que me girara. Obediente, lo hice.
Sus manos levantaron mi cabello y tras depositar un beso en mi cuello, rodeó a este con un collar. Me giró y me acercó a él, permitiendo que nuestras frentes quedaran juntas mientras mi mirada estaba perdida en sus ojos. El frío del lugar no bastaba para evitar que yo sintiera aquel calor proveniente de él. Y ni quiera un trueno bastaría para interrumpir la magia del momento.
- Este collar, representa nuestro amor. Representa todo lo que hemos pasado, todo lo que hemos sufrido y cada camino por el que hemos andado.
Bajé la mirada hacia el objeto mencionado y entendí a qué se refería. Allí, estaba un corazón colgando del collar, pero no era un corazón cualquiera. Era de un material sólido y brillante, tenía trazadas algunas grietas que le daban un toque especial. Pero a la vez, lucía firme y radiante.
- Sé que hemos pasado por mucho –continuó- Ambos hemos fallado y también hemos sido valientes. Hemos sido frágiles, pero nos hemos fortalecido. Hemos llorado de tristeza y también de alegría. Y después de todo esto… por fin estamos juntos.
- ¿Juntos por siempre?
- Seguirán habiendo dificultades. Los obstáculos no se irán… Pero tú y yo, ángel… Estaremos juntos por siempre. Te amo.
Sonreímos a la par y nos tomamos de la mano como símbolo de nuestra unión. Caminamos hacia la salida de la universidad, mientras aquella sonrisa no se desvanecía de nuestros rostros.
Juntos por siempre. Dispuestos a pasar cualquier obstáculo, dispuestos a cualquier cosa. Por mi mente pasaban los momentos tristes que habíamos tenido. En mi mente se repetían las lágrimas derramadas. En mi mente permanecían todos los recuerdos de nuestra historia, pero no eran señal de tristeza, eran un recordatorio de todo el camino atravesado por el verdadero amor.
Un camino que nadie podría destruir jamás. Un camino lleno de tristezas que nos llevó a la felicidad.
Elevé mi vista al cielo y sonriente, observé como el sol comenzaba a salir. Allí estaba. El arcoíris que había esperado durante tanto tiempo, resplandecía ante mis ojos diciéndome que ya todo había terminado. Diciéndome que por fin había encontrado mi final feliz. Diciéndome que mi verdadero amor, estaba a mi lado.
- Te amo, Harry.
Fin.
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