-𝕊𝕖𝕘𝕦𝕟𝕕𝕒 𝕋𝕖𝕞𝕡𝕠𝕣𝕒𝕕𝕒 𝕕𝕖 𝕋𝕙𝕖 𝕆𝕣𝕚𝕘𝕚𝕟𝕒𝕝 𝕋𝕣𝕚𝕓𝕣𝕚𝕕
Al enterarse de que su madre fue quien mandó a matar a su hijo, Hannia Mikaelson se siente atrapada entre la espada y la pared, sin saber si debe decírselo a sus hermano...
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El baile estaba en pleno apogeo cuando Esther dedicó una mirada atenta a Alejandra. Una vez que había visto quién era, y viendo que todos se dirigían al gran salón para disfrutar del baile, se retiró a su habitación para reflexionar sobre la próxima conversación que tendría.
Asimismo, Esther también había notado la presencia de Sandy, y sabía que tendría que idear una estrategia para solicitar su ayuda, considerando la amistad que tenía con sus hijos.
Mientras tanto, Steve se encontraba en un dilema emocional. A pesar de su creciente interés en Sandy, aún luchaba por dejar atrás el recuerdo de Peggy. Sin embargo, sabía que debía abrirse a estos nuevos sentimientos.
Con una mano en la cintura de Sandy y la otra tomándola suavemente, Steve no pudo evitar sentir una oleada de nervios al contacto con la pelinegra.
—Te queda muy bien el traje —comentó Sandy, admirando a Steve—. Luces muy guapo.
—Gracias, Sandy. Pero no tanto como tú te ves con ese vestido —respondió Steve con una sonrisa, notando cómo las mejillas de la pelinegra se tornaban ligeramente rojas.
Sandy bajó la mirada tímidamente, pero no pudo evitar devolverle una sonrisa a Steve. En ese momento, él siguió la mirada de Sandy y vio a Natasha, quien les dedicó una sonrisa cómplice desde la distancia y le guiñó un ojo a Steve.
—Sabes, escuché que no sabías bailar —dijo Sandy una vez que se calmó por los nervios—. Pero para mí lo haces bien.
—Aprendo rápido —respondió Steve con una sonrisa.
—¿Cómo es posible que nadie haya querido bailar contigo? —preguntó Sandy con curiosidad.
—Las mujeres no querían bailar con alguien a quien podrían pisar.
—Ellas se lo pierden.
—Llegó un momento en que me dejó de importar los bailes, había decidido esperar —explicó Steve con sinceridad.
—¿Esperar qué? —inquirió Sandy, interesada en sus palabras.
—A la pareja perfecta —respondió Steve con convicción—. Y creo que ya la he encontrado.
—¿Así? —preguntó Sandy, con una chispa de emoción en sus ojos.
—Así es —confirmó Steve, mirándola directamente—. Haces todo lo posible por hacer el bien y no dañar a otros. Eres el tipo de persona que se sacrifica por los demás sin importar qué. ¡Oh, Sandy! Me encanta tu bondad, amabilidad y fortaleza —añadió, acariciando suavemente su mejilla—. Podría seguir toda la noche explicándote por qué eres perfecta para mí, pero solo quiero admirarte.
—Si quieres, puedes continuar después del baile —dice Sandy, embelesada por todo lo que dijo Steve. Él ríe con diversión mientras sacude la cabeza levemente.
