-𝕊𝕖𝕘𝕦𝕟𝕕𝕒 𝕋𝕖𝕞𝕡𝕠𝕣𝕒𝕕𝕒 𝕕𝕖 𝕋𝕙𝕖 𝕆𝕣𝕚𝕘𝕚𝕟𝕒𝕝 𝕋𝕣𝕚𝕓𝕣𝕚𝕕
Al enterarse de que su madre fue quien mandó a matar a su hijo, Hannia Mikaelson se siente atrapada entre la espada y la pared, sin saber si debe decírselo a sus hermano...
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Hannia había cerrado los ojos por un momento. El silencio que había entre ella y Bucky la calmaba; el aire de afuera hacía que sus cabellos volaran de manera juguetona.
Al abrir los ojos, volteó hacia Bucky. Él también tenía los ojos cerrados. Hannia vio su rostro con detenimiento. Bucky abrió los ojos al sentirse observado y vio que era Hannia la que lo hacía sentir así.
Hannia no perdió ningún segundo y tomó la mejilla del castaño para poder besarlo. Él le correspondió de inmediato.
Ambos entraron a la habitación. Las manos del castaño estaban en su cintura; los besos eran lentos, como si ninguno de los dos quisiera que ese momento acabara.
Los besos de Bucky bajaron por su cuello hasta besar sus hombros desnudos. Al mismo tiempo, fue bajando el cierre del vestido para luego dejarlo caer al suelo. Ella se encargaba de quitarle el traje y de desabrochar uno por uno los botones de su camisa.
Ambos se acostaron en la cama. Él bajaba sus besos por en medio de sus pechos mientras se deshacían de su ropa interior. Luego volvió a sus labios y la besó con ternura y dulzura, pero al final mordió su labio inferior. Volvió a subir a sus labios mientras separaba sus piernas; sus dedos recorrieron el interior de los muslos de la castaña hasta llegar a su zona más sensible.
Después de un rato de caricias, él entró lentamente en ella, haciendo que jadeara sobre sus labios. Bucky soltaba unos jadeos en su oído y daba embestidas suaves pero profundas. Sus manos recorrían la piel de su cintura. Dejó el cuello de Hannia y se concentró nuevamente en sus labios.
La intensidad y el calor de la habitación estaban en aumento. El éxtasis en ambos finalmente había llegado, dejando escuchar un gemido por parte de ambos.
Ambos dibujaron una sonrisa. Bucky la abrazó con fuerza, sintiendo los latidos de su corazón. Hannia hizo lo mismo. Poco a poco volvió a enredar sus piernas en su cintura, haciendo que rodaran en la cama para que ella quedara encima. Ambos soltaron una risa traviesa y volvieron a juntarse en un juego de besos.
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En la siguiente mañana, la puerta principal de la mansión Mikaelson se abrió. Kol se dio la vuelta al sentir la presencia de Rebekah entrando con sus zapatos en mano.
—Bien, bien, bien. . . Esa es nuestra chica —dijo, moviéndose de un lado a otro para evitar el paso a su hermana.
—Quítate de mi camino, Kol.
—Toda la noche afuera. Menudo escándalo —Kol levantó ambas manos—. No puedo creer que esos dioses sean reales, pero no me sorprende.
—Si no cierras la boca, lo próximo que salga de ella serán tus dientes —En el fondo, Klaus deja escapar una pequeña sonrisa; vaya que extrañaba estar rodeado de su familia—. No empieces, Nik.
—No he dicho nada —dijo divertido, dejando de dibujar en la pequeña libreta que tenía.
—Estoy aburrido —dijo el menor, aventándose al sillón en el que estaba—. Nuestra hermana es una cualquiera, pero por lo menos se estaba divirtiendo. Necesito entretenimiento.
