-𝕊𝕖𝕘𝕦𝕟𝕕𝕒 𝕋𝕖𝕞𝕡𝕠𝕣𝕒𝕕𝕒 𝕕𝕖 𝕋𝕙𝕖 𝕆𝕣𝕚𝕘𝕚𝕟𝕒𝕝 𝕋𝕣𝕚𝕓𝕣𝕚𝕕
Al enterarse de que su madre fue quien mandó a matar a su hijo, Hannia Mikaelson se siente atrapada entre la espada y la pared, sin saber si debe decírselo a sus hermano...
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En el momento en que el Quinjet llegó al complejo, Rebekah se dirigió a la enfermería para dejar a Alejandra. Parecía que había caído en un tipo de coma, pues aún seguía viva, pero no despertaba. Mientras tanto, Steve dejó a Sandy en su habitación y dejó que se durmiera toda la noche; en el momento en que Rebekah les dio la cura, ella la tomó.
Steve pasó a su habitación a dejar sus maletas. En su cama encontró una nota con su nombre en el frente. Luego de leerla, hizo una mueca; solo esperaba que su amigo se recuperara. Al cerrar la carta, la escondió debajo de su almohada y se dispuso a dormir.
—Así que tu amigo biónico dejó a mi hermana en su peor momento.
Steve volteó en dirección de la voz, pero no había nada. Exhaló profundamente, luego liberó el aire y siguió su camino al mundo de los sueños.
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Klaus llevaba días buscando información sobre Sigurd Erickson y Eric Holman. Decidió tomar un pequeño descanso en el Museo Metropolitano de Arte en Nueva York.
Era la cuarta vez que Klaus revisaba su celular para ver si había algún mensaje de Valeria, pero no había nada. Recordó la última vez que la vio; ella tuvo que volver a Rusia por problemas con su madre. Le preocupaba no tener noticias y, además, días antes la había visto actuando de una manera extraña.
—Lindo cuadro.
Klaus subió la mirada al escuchar esa voz familiar. Natasha señalaba un cuadro que mostraba una ciudad. La mitad del cielo estaba pintada de un azul oscuro y la otra mitad de un rojo. En el medio resplandecía la luna, mientras era tapada por las nubes.
—Tienes buen gusto —dijo con una sonrisa satisfecha—. ¿Qué haces aquí? Es raro que no estés con Elijah.
—Él tiene cosas que hacer y yo tengo cosas que hacer —habla mientras roba una copa de champagne del mesero que pasaba por enfrente de ella.
Klaus la ve con una media sonrisa y asiente.
—¿Y qué te trae aquí?
—Vengo a preguntarte acerca de mi hermana.
—No le he hecho nada malo si es eso lo que te preocupa —Klaus iba a darle un sorbo a su bebida, pero se detuvo—. Aunque hubo noches en que los dos hicimos cosas malas. . . Sabes a lo que me refiero, ¿verdad?
—No era eso lo que quería saber —Klaus sonríe al verla con cierta incomodidad—. Quería saber cuáles eran tus intenciones con ella.
Klaus borró un poco su sonrisa, pues no quería hablar de lo que sentía, y menos con ella.
—Creo que tu silencio me lo dice todo —sonríe la pelirroja de lado.
