-𝕊𝕖𝕘𝕦𝕟𝕕𝕒 𝕋𝕖𝕞𝕡𝕠𝕣𝕒𝕕𝕒 𝕕𝕖 𝕋𝕙𝕖 𝕆𝕣𝕚𝕘𝕚𝕟𝕒𝕝 𝕋𝕣𝕚𝕓𝕣𝕚𝕕
Al enterarse de que su madre fue quien mandó a matar a su hijo, Hannia Mikaelson se siente atrapada entre la espada y la pared, sin saber si debe decírselo a sus hermano...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Kol caminaba por las calles de Nueva York. Desde que descubrió las maravillas del mundo moderno, no podía dejar de escuchar música en su celular.
—Kol —alguien toca su hombro.
Él volteó con enojo al principio, pero luego se calmó al ver que era Wanda.
—Wanda —dijo Kol con una sonrisa mientras se quitaba los audífonos—. ¿Qué pasa? ¿Tan rápido me extrañas y por eso me sigues?
Wanda iba a hablar, pero terminó soltando una risa tímida.
—No te seguía, estaba en un bar, una cuadra atrás, te vi y quise hablar contigo, pero no me escuchabas —explicó ella.
Kol asintió, comprendiendo. Luego ella agregó:
—Quería pedir perdón por el comportamiento de Stephen —comenzó a hablar mientras caminaba a su lado.
—No te preocupes, no me afecta —respondió Kol. Luego, volvió con curiosidad—. ¿Tú y él son algo? Actuaba celoso.
—No, él solo me ayuda con mi magia. Aunque él sí estaba celoso, pero no por mí.
—¿A qué te refieres?
—La persona que le gustaba se va a casar, se puede decir que está de duelo.
—Entiendo —respondió mientras daba la vuelta y se dirigía al coche—. ¿Quieres que te lleve?
—Te lo agradecería mucho —sonrió mientras Kol le abría la puerta.
❦︎❦︎❦︎
Hannia aún seguía encerrada en su habitación, sentada cerca de la ventana, observando las estrellas. Siempre las veía cuando necesitaba calmarse.
Debajo de su ventana, escuchó un ruido y vio cómo el arbusto se movía. Desde allí salieron su hermano Klaus y Valeria. Ambos arreglaban sus ropas, y Hannia se alejó un poco de la ventana para esconderse, aunque aún seguía observando.
Podía ver cómo su hermano le entregaba algo a la chica, parecía ser un brazalete. Notaba que ambos se veían felices.
—Mira eso —susurró Hannia—. Parece que te diviertes.
Hannia se alejó de la ventana y se sentó en su cama.
—A pesar de que estoy enojada contigo, espero que la felicidad te dure algo —dijo, recargándose en la cama, su mano derecha tocaba la ecografía que tenía de Nathan.
Hannia se incorporó un poco y paseó sus dedos por la ecografía, recordando que esa vez no había sido la primera vez que quedaba embarazada.
Cuando aquellos hombres habían abusado de ella, tiempo después comenzaron los síntomas. En secreto, fue a ver a la doctora del pueblo y ella confirmó sus sospechas, lo que la sumió en un dolor aún más profundo. Se sentía perdida, sin saber qué hacer.
