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Recuerdo cuando durante una de nuestras recorridas nocturnas un mechón de tu cabello se enredó en tu dedo y sin mucho esfuerzo se salió de tu cabeza. Comenzaba a caerse tu cabello castaño claro que tanto tu amabas.

Lloraste en mi pecho hasta que las lágrimas se te secaron y no tuviste más que derramar. Esa noche me pediste que me arrodillara contigo frente al ventanal y tomados de la mano oramos. Yo no era alguien muy religioso, pero si creía en los milagros. Tú me llenaste de fe, esperanza y ganas de vivir.

-Señor Jesús te pido que cures a Ulises y que llenes su corazón de amor. Bendice a su familia y tráeles paz de que todo va a salir bien porque tú tienes el control. Gracias padre, amen -abrimos los ojos encontrándonos con la mirada del otro.

Me hiciste tener fe.

EfímeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora