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Recuerdo cuando una mañana despertaste sintiendo que te faltaba el aire. Los médicos vinieron rápido y te atendieron, pero yo me sentí algo inútil. Ese día no paseamos por el hospital, pero mi mamá levanto las persianas para que veamos las estrellas.

—Una estrella fugaz —señalaste con tu dedo un punto de luz que pasaba rápido —Pide un deseo —tu cerraste tus ojos con fuerza y yo imite tu acción pidiendo una única cosa.

Que ambos podamos salir de este lugar juntos.

Nuestras caminatas se reanudaron a los pocos días cuando tú ya no dependías de un respirador y yo estaba con más fuerzas. Recuerdo que tomamos un camino diferente por lo que nos perdimos en el pabellón de maternidad y niños. Tus ojos se iluminaban al ver a los bebés recién nacidos y a todos les sonreías. En ese momento tome una foto tuya cuando tu mano estaba apoyada sobre el cristal que nos separaba de los recién nacidos.

Aun conservó la foto.

EfímeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora