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Recuerdo que los médicos venían a verte una vez al día, ninguno de ellos preguntaba por la ausencia de tu familia y tu parecías no estar triste por eso. Al contrario, eras muy animada, charlabas con mi mamá y conmigo, contabas chistes hasta incluso hacías oraciones con mi madre en voz baja.

—Ulises ¿quieres estirar un rato las piernas conmigo? —la primera vez que salimos a caminar por los pasillos fue algo divertido. A pesar de que caminábamos como dos ancianos tú le veías el lado divertido.

—Clarisa necesito sentarme un poco —me fatigaba rápido y eso me frustraba, pero tu hallaste la forma de que esa fatiga fuera algo bueno. Quedamos frente a un enorme ventanal que dejaba ver el cielo nocturno, al estar en la ciudad no se veían tantas estrellas, pero las pocas que vimos valieron la pena.

EfímeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora