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Recuerdo cuando le pediste a mi madre que te rapara la cabeza. Mi madre es una excelente peluquera y tú no quiste que nadie más que ella te cortara el cabello. Te di mi mano para que no te sintieras tan sola y entre lágrimas viste tus mechones caer al suelo.

– Te vez hermosa Clarisa, tu eres hermosa con pelo o sin pelo – sin proponérmelo en ese momento me acerque a tu rostro y te bese.

Me sentí en el cielo por un segundo y para hacerte sentir mejor yo también me rapé la cabeza. Ambos bromeamos con eso y tu notaste un lunar en medio de mi pulcra cabeza brillante. Comenzaste a reír diciendo que me parecía a un huevo de gallina, tu sonrisa me basto para saber que valió la pena.

EfímeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora