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Recuerdo cuando por la puerta de nuestra habitación llego mucha gente hablando fuerte con globos y muchos girasoles. Yo no comprendía nada mi madre mucho menos pero tu comenzaste a llorar.

Eran tu familia.

Entraron en el pequeño cuarto como un huracán, hubo lagrimas, risas y muchos abrazos.

—Mi rayito de sol —una mujer cuarentona te besaba la cabeza muchas veces mientras te abrazaba. —No me imagino lo sola que debías sentirte bebé —en ese momento no entendía nada, tu solo llorabas y tu familia te consolaba.

¿Que me estaba perdiendo?

Al parecer tu estabas en un internado para señoritas en esta misma ciudad. Cuando te enfermarte te enviaron al hospital y fue cuando quedaste internada. La directora le aviso a tus padres algo tarde por que hubieron varios problemas luego de que tu te fueras del internado.

Rayito de sol era tu apodo. Yo comencé a llamarte así atesorando cada momento sin pensar que serian los últimos.

EfímeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora