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Recuerdo que te despediste de los niños que te regalaron muchos dibujos, de tus amigos de la quimio. Hasta del personal médico que te organizo una pequeña despedida en la misma sala de espera. Tu llevabas un vestido rosa pastel y converse blancos. Parecías una princesa solo te hacía falta una corona, pero en mi mente ya llevabas una.

– Te ves hermosa rayo de sol – abrazándote por la espalda te sorprendo haciendo que pegues un grito ahogado.

– ¡Por Dios! Uli casi me matas del susto – te giraste para besarme y con tus manos tras mi cuello me arrastraste a la pista improvisada que había en la sala.

Bailamos juntos, reímos, charlamos y nos mantuvimos entretenidos con todas las personas que se volvieron nuestros amigos.

EfímeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora