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Recuerdo que en el momento en que los médicos nos dijeron que debíamos despedirnos tú lo hiciste con cada uno. Todos llorábamos y tu intentabas sonreír con tus débiles fuerzas. Me pediste que me acercara y tomando tu mano entre las mías te mire intentando permanecer fuerte.

—Mi querido Chip —tu voz era tan suave y bajita que apenas si se escuchaba —No quiero que culpes a nadie por esto que me paso, yo estaré en un mejor lugar sin dolor, lleno de paz y luz. Pero no me olvidaré de ti Ulises, te amo con todo mi corazón y aunque nuestro tiempo fue efímero, siempre será lo mejor que me paso en la vida —una lagrima se escapó de tu ojo y yo la limpie para luego besarte. —Búscame en los girasoles Chip siempre estaré contigo —y con esas últimas palabras tu cerraste tus ojos porque estabas cansada.

El pitido de la máquina que mostraba tu ritmo cardíaco nos hizo saber que tu mi rayo de sol fuiste a un mejor lugar. Con lágrimas nos despedimos de ti y yo no quería dejarte ir, ni a nuestra historia.

Les enseñare estas cartas a nuestros hijos Samara y Emmanuel, porque sí mi rayo de sol vamos a tener esos hijos que hablamos juntos. Esos bebés no formados de los que tanto hablamos, porque no quiero que tu existencia desaparezca del todo.

Es por eso que recuerdo nuestra historia como si ayer la hubiéramos vivido. Porque nuestro amor fue corto, pero fue de esos que te penetran hasta el alma. Tu existencia fue tan efímera como una suave brisa fresca de verano. Esto lo hice para ti mi rayo de sol, tu fuiste mi esperanza.

EfímeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora