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Recuerdo cuando el dolor de tu cuerpo comenzó a hacerte llorar a ti, tú intentabas disimularlo, pero con el pasar del tiempo se fue volviendo imposible ocultarlo. Las aspirinas, el ibuprofeno no ayudaban con tu dolor el doctor receto algo más fuerte. Te la pasabas durmiendo y cuando estabas despierta te veías somnolienta todo el tiempo. Tus fuerzas apenas te dejaban levantar un dedo y todos comenzamos a desesperarnos.

No encontrábamos donante de células compatibles con las tuyas, tu madre lloraba en el pasillo para que tú no la veas.

Todo esto se estaba volviendo muy injusto porque tú no merecías nada de esto. 

EfímeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora