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13 de agosto de 1990; Hace 10, 962 días

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13 de agosto de 1990; Hace 10, 962 días


Maddie se había levantado con un gran humor, sus clases comenzarían dentro de dos semanas más y ella podría disfrutar de sus vacaciones, quizás llamaría a Gwen y Tabata para ir de compras, nueva papelería y libretas le harían falta en su último año de preparatoria, estaba tan emocionada. La chica salió de su cama al ver la hora, y se apresuró para bañarse y arreglarse, al ser lunes no sabría qué podría hacer, cuando bajó a desayunar con sus padres, notó un ambiente más ligero al de la semana pasada, desde aquel funeral sus papás estuvieron con los ánimos por el suelo lo cual causaba intriga a la muchacha.

—    ¿Harán algo hoy? — Madeleine se sentó con sus padres en el antecomedor, picando la fruta que su madre había puesto para desayunar. — Si no tienen planes, ¿Qué les parece pasar el día con su adorable hija?

—    No suena nada mal, pasar el día con mis dos chicas favoritas es tentador. — Joel sonrió a su hija, quién le regresó la sonrisa más emocionada.

—    ¿Sí, mami? ¿Te unes? 

—    Bueno, no tengo nada pendiente en la agenda, mi paciente está estable así que, no estaría mal.

—    Me alegra mucho.

El teléfono de casa comenzó a sonar, así como el beeper de su padre, Estela se levantó para contestar y Joel miró a su aparato.

—    Cariño, Samuel quiere que vayamos a Kryos.

—    Sí, Víctor también nos busca.

Maddie se desanimó por un momento, quizá el día con sus padres se vería pospuesto por cuestiones de trabajo, sin embargo, su mente pronto se despejó para aferrarse a pasar el día con ellos, sabía un poco del trabajo de sus padres, pero en realidad desconocía mucho sobre sus profesiones. Tal vez, sería el mejor día, podría conocer el lugar donde trabajaban y ver a sus padres en acción.

—    ¿Puedo ir con ustedes?


╭☀╮


Madeleine miraba emocionada por la ventanilla del auto, se estaban alejando de la ciudad, lo cual significaba aventura, nunca supo dónde estaba Kryos, cuando Amelia y ella tenían nueve años aseguraban que sus padres eran agentes secretos, Adam nunca les creyó, y probablemente ese día Maddie podría ver la agencia que se escondía detrás de Kryos. Le costó convencer a sus padres de dejarla ir, aunque se los ganó con su dulce rostro de emoción, casi como un cachorrito.

—    ¿Es muy lejos? — Maddie ya solo podía ver campos y árboles.

—    No, mi niña, llegamos. — Su madre le señaló una reja, que pronto se abrió ante ellos, guiados por el sendero llegarían a la famosa Kryos.

D E S P E R T A RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora