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Dos días más y Maddie volvió a abrir sus ojos, esta vez se encontró con la anciana y el muchacho, tan pronto Estela la vio abrir los ojos salió corriendo por la puerta, tenía que llamar a los demás

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Dos días más y Maddie volvió a abrir sus ojos, esta vez se encontró con la anciana y el muchacho, tan pronto Estela la vio abrir los ojos salió corriendo por la puerta, tenía que llamar a los demás. El único en el cuarto fue Trevor quien inconsciente comenzó a contar el tiempo en el que Maddie mantuvo sus ojos abiertos,  sintiéndose extremadamente feliz cuando llegó a sesenta segundos.

Estela y los demás regresaron con la respiración jadeante, esta vez, Maddie con gran esfuerzo se quitó la mascarilla.

—    M..is pa...d..res, ...er-los.

—    Tranquila, no te esfuerces. Toma tu tiempo. — Estela se acercó a su lado, y Samuel comenzaba a verificar los resultados que se marcaban en la máquina que registraba a Maddie.

Maddie inhaló con profundidad, y al mirar a Estela salió una lágrima.

—    Quiero... ver a mis... padres. — Las palabras tan cortadas de Maddie causaron más sentimentalismo en Estela, su voz era rasposa, a Madeleine le dolió hablar, Estela estaba completamente feliz, su hija estaba consciente.

—    Acá estoy, mi niña, acá estamos. — Joel se acercó temeroso, su pulso estaba frenético, Maddie estaba hablando.

—    Maddie... — La voz de Joel fue temblorosa, y se posó junto a Estela, con miedo, el señor Bennett se atrevió a tocar la mano de su hija. Madeleine no dudó en cuanto vio aquellos ojos. Pudo apreciar como sus lágrimas bajaban sin miramiento.

—    Papá...

Desde aquel día Maddie despertaba y dormía como las personas comunes, Estela la ayudaba a comer, Madeleine la miraba con mucha intriga, todavía le costaba poder hablar bien, quería preguntar, saber, ¿Ella era realmente su madre? Lucía muy vieja. Madeleine avanzó rápido en las terapias con el fisioterapeuta que llegó a mitad de semana, parecía un milagro el progreso presentaba, era irreal, en menos de tres días podía levantarse, sentarse, caminar, sostener cosas, su escritura aún era difícil, sin embargo, los ejercicios la ayudaban, por su parte, ella intentaba siempre actuar por sí misma, se había vuelto de pocas palabras, y con ayuda de Estela y Joel, lograba pronunciar cada vez más oraciones. Era como haber vuelto a nacer.

Ese día, Maddie tenía intención de preguntar por el joven que se paseaba por el invernadero, desde el día que abrió los ojos por segunda vez no lo había vuelto a ver, Estela estaba siempre con ella, ayudándola en todo, acompañándola en sus ejercicios. Mientras Estela se encontraba en la silla de un costado tejiendo, Maddie estaba sentada en la cama realizando sus oficios de escritura del día.

—    ¿Cuántos años... Tiene? — Su voz era superficial, lenta, pero podía hablar con mayor facilidad que al inicio.

—    ¿Quién, linda? — Estela parecía una dulce abuelita. Aunque en realidad no lucía tan mayor, su cabello era un poco gris, su rostro estaba arrugado, Estela era como Maddie recordaba a su abuela. La muchacha no quiso seguir pensando en eso, así que se concentro en el joven intruso.

D E S P E R T A RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora