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—    Hermano, es muy temprano

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Hermano, es muy temprano. — Jackson reclamaba en la puerta de la casa. — Es una y media, no puedes simplemente irte, la fiesta es para ti. — Khalan apareció detrás de aquel joven.

— Ya te lo dije, no puedo quedarme más tiempo, pero no significa que la fiesta se acabe, sigan celebrando ustedes. — Jackson hizo un puchero ¿Realmente era el tipo rudo del que se jactaba ser?

— Vamos, ovejita, pide permiso para quedarte más tiempo. — Insistió Jackson causando gracia a Khalan quien se incorporaba a ellos.

— Lo siento, mi celular se quedó sin batería... Y no me sé el número de casa. — Además, no estaba segura de que siguiera siendo el mismo. Su madre llegó a mencionar que con la llegada de los celulares rara vez utilizaban el número fijo.

Agh, de acuerdo... Pero vendrás el próximo jueves, ¿Verdad? — Arleth miró a Elián, el chico sonrió.

— Solo si quieres. — Leth le regresó la sonrisa y dirigiéndose a Jackson aceptó.

Después de estar en la cocina, pasaron exactamente treinta minutos más. Elián y ella se habían sumergido en una plática que esporádicamente dejaba besos, la mayor parte de ellos habían provenido como iniciativa de Elián, el muchacho se quedaba callado dos segundos y simplemente la besaba.

Le costó acostumbrarse y no sorprenderse cuando lo hacía, pero Arleth no negaría que la sensación de cosquilleo y emoción seguía latente cuando sus labios se rozaban con los de Elián, también fueron victimas de burlas por parte de Jackson y Brandon se le unió, los chicos alegaban contra lo cursis que parecían.

— Agárrate, niñita. — Elián volvía estar sobre su motocicleta con Arleth atrás la chica aun traía puesta la chaqueta de mezclilla del muchacho, se abrazó a él y atrevió a recargar su cuerpo en la espalda de Elián.

La briza era relajante, su nariz fue lo primero en volverse fría, sin embargo, no dejaba de disfrutar ese momento, le gustaba y le causaba ilusión todo lo que estaba pasando, nunca imagino que su noche de fiesta y complicidad resultara de esa forma, le parecía apresurado, pero al mismo tiempo correcto. Hasta que volvió a entender que ella era una farsa. Era como si una vocecita interior le reclamara todo, sus acciones, decisiones, era estar juzgada por ella misma ante el deje de felicidad que existiera en ese momento.

— Llegamos. — Murmuró Elián al detener la motocicleta. Arleth instintivamente se aferró más a él, sentía que al bajar de esa motocicleta el mundo volvería a ser negro para ella. Su refugio se había convertido en una capsula del tiempo y cámara de sufrimiento, soledad. — ¿Acaso quieres quedarte conmigo?

— Sí. — La voz nítida de Arleth retumbó en Elián.

— Te veré el lunes, niñita. — El muchacho había sido ágil bajando de la motocicleta y acomodando a la jovencita, consiguiendo estar frente a una Arleth aun arriba del vehículo, la chica miró sus ojos. — Por ahora, seré un buen novio y dejaré a mi chica en su casa tal como prometí. — Arleth pareció quedarse sin aliento, la palabra novio fue resonante para ella, causando eco en su cabeza, sonrió tenue y se atrevió a besarlo.

D E S P E R T A RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora