「┊ 20 ┊」

147 21 17
                                    

Caminaba por el pasillo directo a la primera hora, sería tutor de tercer año clase tres, a él le gustaba darle tutoría a los de último año, porque esperaba alentarlos e inspirarlos para vivir al máximo aquel ciclo escolar, sería la última vez que ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Caminaba por el pasillo directo a la primera hora, sería tutor de tercer año clase tres, a él le gustaba darle tutoría a los de último año, porque esperaba alentarlos e inspirarlos para vivir al máximo aquel ciclo escolar, sería la última vez que vivirían si preocupaciones antes de comenzar a ser jóvenes que vieran por la sociedad y sus elecciones.

Al mismo tiempo, les impartiría la clase de Lenguaje y Literatura, el profesor Rosello miró su reloj de muñeca y esperó que ya nadie estuviera fuera de su asiento para cuando llegara, atravesó la puerta y se puso frente a la clase, entonces la vio.

Justo como solía sentarse y esperar al profesor mirando por la ventana, se encontraba ella. Adam parpadeó para distinguir bien, comenzaba a creer que alucinaba, probablemente era a causa de su profundo anhelo por verla otra vez, y ese salón justo le aportaba un recuerdo más lúcido, porque definitivamente no era ella, su cabello estaba corto y rojizo.

Adam carraspeó, y trató de concentrarse en la clase.

—    Bienvenidos, jóvenes. — Era una voz agradable, sin embargo, era gruesa, profunda. — Soy el profesor Rosello y seré su tutor.

Arleth miró hacia el origen de aquella voz, la impresión que tuvo al escuchar ese apellido la delató cuando lo miró con ojos grandes y desorbitados, su corazón comenzó a acelerarse, ese era Adam. Se le notaba arcaico, maduro, no obstante, seguía en forma, su cabello dorado todavía estaba ahí, los ojos azules que poseía tenían aquel brillo característico. Cuando sintió algo cálido recorrer sus mejillas fue que se dio cuenta en las lágrimas que las surcaban. 

La pequeña bajó la mirada, y con el puño de su suéter bajo el saco, se limpió las mejillas, inhalo profundamente, debía calmarse, podía escuchar a Adam dar más indicaciones de lo que se vería en el año escolar, Trevor la miraba con miedo, no entendía qué le sucedía a su amiga, se le notaba afligida, Trevor rebuscó en su saco y le entregó su pañuelo, Arleth lo tomó y volvió a respirar, debía tranquilizarse.

Su corazón se aceleró cuando se dio cuenta que cada uno de los alumnos se estaban presentando al ponerse de pie, decían su nombre, edad y añadían un dato sobre ellos, algunos mencionaban haber estudiado ahí desde primer año, uno que otro agregaba ser de otra escuela, Arleth no quería que fuese su turno, sin embargo, cuando la chica frente a ella se sentó, quiso llorar.

—    Señorita, es su turno. —  Arleth no se había movido, inhaló para levantarse de manera lenta y tragando en seco comenzó. 

—    Me llamo... — Su voz era frágil, revirtió en respirar y prosiguió—: Soy Arleth, tengo diecisiete años y vengo... Vengo de Inglaterra. 

Adam había creído que su ilusión aumentaba, durante toda su introducción su mirada seguía buscando a la chica a lado de la ventana, su corazón comenzó a latir con fuerza cuando el turno de presentación de aquella jovencita se acercaba. Trataba de sosegarse esperando información diferente, pero ese último dato le dio en lo más profundo de su corazón. La joven era idéntica, era estar viendo a Madeleine, sin embargo, esos ojos y su cabello detonaron la diferencia.

D E S P E R T A RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora