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05 de octubre de 2020; día 49

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05 de octubre de 2020; día 49


Trevor estaba esperando fuera del aseo de chicas, ambos concordaron en no ir a la enfermería sería más complicado explicar al médico escolar que sucedía con Arleth. Por palabras de la jovencita, solo necesitaba acomodarse la lentilla.

El pasillo estaba tranquilo ya no había jóvenes caminando por ahí, lo cual facilitaba las cosas para ambos, con el sonido de la puerta abierta Trevor se incorporó para acercarse a Arleth. Sus ojos ya eran de un mismo tono aguamarina, se notaban rojos e inflamados a pesar de ello, su nariz roja también estaba, la chica llevaba un pañuelo desechable en las manos. Cuando miro a su amigo, este sintió que su amiga era una pequeña niña perdida.

—    ¿Estás bien? — La muchacha lo contempló con una suave sonrisa.

—    Nada que no se pueda arreglar, creo.

—    Debiste avisarme que le contarías... Si no hubiese llegado antes, entonces- — Trevor podía ser muy serio y maduro cuando la situación lo ameritase, y era algo que Arleth lentamente fue descubriendo de él. Su amigo era analítico y precavido, siempre pensaba antes de actuar, o eso le parecía.

—    Lo sé, y fue sin querer. Un impulso. — Como todas las decisiones que últimamente tomaba. La chica suspiró algo agobiada, sentía que no tenía el control de nada.

—    Algo me dice que el profesor Rosello está feliz. — El comentario atrajo la curiosidad de la muchacha, sin embargo, la voz de Kae llegó a interrumpir.

—    ¡Leth! — Y unos brazos la apretujaron con ganas, por un segundo Arleth titubeo en corresponder ese abrazo, sin embargo, lo hizo con las mismas ganas que Kae ponía en él. Sintió sus ojos lagrimear. — Te quiero. — La confesión causó más conmoción a su corazón.

—    Mi hermana y yo sabemos cómo te sientes. — Kai comenzó después de entregarle ambas mochilas a Trevor. — Perder a tu madre es como perder sentido a tu vida. — Leth sonrió tratando de ser empática y entender el dolor de los mellizos.

—    Cuentas conmigo, Leth. — Kae sonrió y la chica se atrevió a regalarle un beso en la frente. — No estas sola.

—    No imaginan cuan feliz me hacen sus palabras. — Respondió Arleth al regalar un último apretón a Kae.

—    Intenta descansar, tranquilizarte y verás que todo se arregla. — Kai tuvo la tentación de alborotar el cabello de Arleth, deseo que no contuvo. La jovencita le dio un gesto más suave y brillante a su parecer.

—    Gracias. — Despidiéndose de sus amigos, Trevor y Arleth caminaron por el pasillo, con más tranquilidad, Arleth miraba al frente con cierta seguridad.

Una vez en el auto, Trevor arrancó. La primera vez que Arleth subió al vehículo contemplo los cambios en la ciudad, sin embargo, en ese momento, sintió que todo regresaba a ser tal cual lo conocía. Las personas caminando por la calle, los carros avanzando a la par de ellos, el propio cielo azul junto con el resplandor del sol y el movimiento de las nubes. Todo era igual.

D E S P E R T A RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora