Tenía que cambiar, lo que fuera que estuviese sentido el jovencito debía de terminar, cerrar por completo esa posibilidad y Trevor lo lograría. No estaba seguro de cómo ni de cuándo, no obstante, el muchacho tenía bien en claro que su amiga era intocable y entendía todavía más que no podía confesar lo que su corazón comenzaba a dictaminar.Él era el amigo de Arleth, en realidad, Trevor era el caballero de brillante armadura para Aurora, la muchacha que vio por años dormida en la cápsula, por la que trabajó día y noche para lograr ayudar a sacar. Se avergonzaba de recordar que le contaba cuentos cuando era niño porque pensaba que de esa forma no tendría pesadillas, que le contaba su vida por completo y la emoción que le causaba conocerla en algún momento, entonces, Trevor parecía entender que Leth podía definirse como más que una simple amiga. ¡Y justamente ese era el problema!
Cada noche después de pasar el día con Arleth, se daba cuenta de que desde muy joven el amor comenzó a manifestarse, porque si él hubiese sido un niño cualquiera desinteresado en ella como persona y más interesado en la fórmula correcta para sacarla no estaría sufriendo crisis de amor.
Y el problema radicaba en que todo apuntaba a que no podía dar macha atrás, Trevor no podía ignorar lo que sentía. Pero, quizás, sí modificarlo. Sin embargo, ese día en el primer receso, Trevor se alborotó el cabello con frustración logrando que Kai lo mirará extrañado.
— ¿Qué te pasa? — Los chicos estaba solos, o parcialmente solos, había más compañeros en el aula, sin embargo, sin la presencia de la hermana del japonés y Leth era como estarlo.
— Nada, bueno, es solo que... Ah, no, no es nada. — Contestó a tropezones Trevor.
Los días seguían avanzando, y, por ende, más dolor percibía Trevor, tampoco era ciego, veía como Arleth estaba más que feliz por la relación que mantenía con Elián y eso a Trevor lo calaba. Estaba celoso. Su amiga seguía tratándolo igual, con un afecto y cariño fraternal, y Trevor percibía la diferencia por la manera en que Leth miraba a Elián, por cómo lo abrazaba, la forma en la que unía sus dedos y estrechaban sus manos, y maldición, por el tacto que tenían al besarse.
Él comenzaba a pelear por la atención de la chica, trataba de pasar más tiempo con ella, de estar siempre a su lado y aunque Arleth no lo notará sentía que era muy evidente en sus actos. Supo que no había marcha atrás cuando un día tras las gradas del deportivo imaginó a Arleth al liarse con Olivia o cuando al dormir aparecía su amiga y el sueño gradualmente se volvía una fantasía complicada de asimilar. Trevor estaba aturdido y debía hacer algo para no caer en el hoyo. Y con eso, sería un tanto egoísta utilizando lo que tenía en manos para poder fin a su tragicomedia amorosa.
— Si tanto te gusta por qué no simplemente se lo dices. — Cuando no sabía a qué hacer, la primera persona a la que recurría era su hermana. Con el ordenador portátil en su escritorio observaba como su hermana se pintaba las uñas al hablar con él tras el monito.
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D E S P E R T A R
RomanceEn 1990, Madeleine Bennett tenía una vida perfecta, estupendos amigos, una amorosa familia, un mágico primer amor... Una vida que le duraría hasta los diecisiete años. Porque el día que decidió acompañar a sus padres al trabajo, cavó su propia tumb...