31 de agosto de 2020; día 14
Había sido como si le arrojaran un balde de agua helada, tenía las pruebas con solo ver a sus padres lucían como sus abuelos, tan mayores, pero al mismo tiempo mantenían la juventud que Maddie recordaba.
Desde el día que conoció a Trevor cada vez más le aterraba la idea de salir de aquella habitación, sin embargo, no había marcha atrás, tenía que hacerlo.
— Cariño, vamos... — Estela apareció asomada por el marco de la puerta, Maddie estaba mirando hacia la nada aun dentro de la habitación, era como dejar su zona de seguridad. Se giró hacia su madre y sonrió de manera ligera caminando hacia la salida.
La chica portaba un vestido, no lo recordaba como suyo, su madre se lo había traído, con el argumento de que Laura le ayudó a elegirlo, era bonito, rosa con estampado de flores, muy de su estilo, con ayuda de su madre, Madeleine se hizo una coleta alta y Laura se encargó de colocarle un moño, si lo pensaba bien, lucía como cuando ella se arreglaba para salir con sus amigos. El recorrido por el pasillo le trajo amargos momentos, regresaron a su mente cada segundo que pasó en ese laboratorio hace treinta años, parecía como si aquel lugar no hubiese sufrido cambios con el tiempo, Kryos como ella estaba idénticos, aterrando a Maddie cada vez más, no podría afrontar la realidad.
Se despidió de las personas que se encontraron con ella, Samuel estaba en la puerta con una amplia sonrisa iguales a las de Chris y Laura, la joven se despidió de sus amigos, quienes le regalaron un abrazó también, al girarse para avanzar a la salida sintió a su corazón detenerse.
Tenía que dar un paso afuera, todo parecía igual, los árboles eran los primeros en darle la bienvenida.
Lo que se encontró fue a un Trevor recargado en un auto, Víctor a un lado hablando con Joel y Estela subiendo al copiloto de un gran carro.
— ¿Estás lista? — Joel se acercó a su hija apenas la vio salir, y Maddie no pudo si quiera negar o asentir, tenía miedo.
— Yo...
— Está bien, hermosa, aún tenemos que hablar contigo.
— Trevor, él... ¿Puede venir? — El chico no se esperó eso, alzó la mirada hacia ellos tan impresionado que sus ojos se ampliaron de sobremanera.
— Sí no tiene problema...
— Iré, no se preocupe. Nos vemos más tarde, abuelo. — Joel sonrió al muchacho, y con un ademán lo hizo subirse a la camioneta, una bonita Q5 color plata.
— Vamos, linda. — Respirando más tranquila, Maddie sonrió y subió a la camioneta con Trevor a su lado.
— El cinturón. — Madeleine se giró a Trevor sin entender. El chico sonrió y se estiró para ayudarle a ponerse el cinturón. — Ya está.
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D E S P E R T A R
RomanceEn 1990, Madeleine Bennett tenía una vida perfecta, estupendos amigos, una amorosa familia, un mágico primer amor... Una vida que le duraría hasta los diecisiete años. Porque el día que decidió acompañar a sus padres al trabajo, cavó su propia tumb...