dos ♡

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Preescolar, segundo año.

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— ¡Kookie, Kookie! —dijo Jimin, corriendo en dirección a el azabache que también corría para huir de él.

—¡Ah! —gritó.

—Te tengo. —soltó una carcajada, entrelazando sus brazos para ir a él área de juegos. —Ya no deberías correr así, me cansa mucho. —sonrió.

Jungkook rodó sus ojos.

Se sentía incómodo al lado de Jimin, pensaba que nadie podía ser tan feliz como él. Pero, como su madre le había dicho: “No puedes alejar a todos, Jungkook, habrá alguien que se tomará la molestia de quedarse contigo”.

Para su desgracia, cuando menos lo pensó, un curioso y fastidioso Jimin llegó a su vida.

Después de todo, el chiquillo no le caía mal pero, su imperactividad era agotante. ¡Siempre quería jugar! Cuando Jungkook necesitaba un poco de paz, Jimin aparecía con su bonita sonrisa y lo arrastraba a el patio de juegos.

—¡Ven, tenemos que...!

—Estoy cansado. —lo interrumpió, Jungkook trataba de respirar. —¿Podemos para un segundo?

Jimin no dijo más. Soltó el brazo de Jungkook y se sentó en el suelo, donde luego Jungkook lo acompañaría.

Y luego silencio.

Un silencio que a Jungkook no le gustó.

—¿Jimin? —susurró, realmente no estaba seguro, jamás se había dirigido a él. —Uhm... ¿Jimin?

—¿Sí, Jungkook? —giró su cabeza, sus ojitos brillaban pero, no de una forma bonita, había llorado.

Y se dio una bofetada mental.

—¿Quiéres jugar? —masculló, esperando que no lo hubiera escuchado.

—¡Claro, Kookie! ¿Qué quieres jugar? ¿Atrapadas, escodidillas o los columpios, o también...? —dio un par de saltitos, llevando su mano a la de el para llevarlo a los columpios.

Y se arrepintió de inmediato.

Mientras empujaba una y otra vez el columpio donde Jimin se había sentado, Jungkook imaginó derrepente sí llegaran a estar juntos toda la vida. Un escalofrío invadió su cuerpo. La risa de Jimin era estrepitosa, tenía un volúmen muy alto que a Jungkook comenzaba a molestarle.

Su hora favorita era cuando su madre lo recogía de la escuela, podía irse en paz y descansar de el día tan ajetreado que el rubio le había dado.

Ese día, Jungkook tomó su mochila, donde lleva un par de dulces y galletas además de una mantita y su peluche favorito; corrió a la salida, impaciente por irse.

Su madre había llegado. Jungkook estaba un paso de tener merecido silencio y descanso cuando Jimin lo tomó desde su mochila para poder despedirse como era debido. Lo abrazó, un abrazo que duró más tiempo del que a Jungkook le hubiera gustado.

Jimin reía, seguía riendo. Su sonrisa iluminaba su pequeño y regordito rostro, alzando sus rechonchas mejillas que, a Jungkook le daban ganas de tocar, sus ojos, al ser tan pequeños, solían esconderse y eso le causaba risa a el azabache.

—Vamos, Jungkook. —habló su madre, mirando con ternura a el pequeño rubio a su lado. —Nos vemos luego, Jiminnie. —sonrió su madre.

Pero Jimin era un mar de sorpresas; besó su mejilla, dejando un pequeño rastro de baba. Jungkook se quedó petrificado y abrió sus ojos bastante sorpresivo y enojado.

—¡Que asco! —se quejó, limpiando una y otra vez con su mano su rostro.

Jimin hizo un puchero. Y fue la primera vez que su madre lo obligó a hacer algo tan humillante, al menos así se sintió para él. Dejó un casto beso en la mejilla de el rubio, quien sonrió asombrado.

—¡Te quiero, Kookie! —dijo.













espero les guste :) y gracias por leer.
cualquier error ortográfico lo arreglo luego

los quiero personitas ♡

yes or yes ♡ kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora