Después de vencer a Thanos, los vengadores y los nuevos héroes conocieron finalmente al hijo de Tony Stark. Algunos habían visto al chico en la batalla, pero otros tantos aún estaban algo perdidos respecto a la noticia, y sorprendidos también pues jamás se habían esperado semejante bomba; Stark no parecía el tipo de hombre paternal que se haría cargo de un adolescente.
A Tony no le agradaba para nada que todos conocieran acerca del chico, pero había sido inevitable luego de la guerra. Tanta así era su molestia, que no le importaba que todos lo identificaran como su hijo, cuando realmente no compartían ningún lazo sanguíneo. Pero, con el tiempo, hubo ciertas actitudes que aumentaron su furia a niveles peligrosos.
—Buen día—saludó Peter con su habitual entusiasmo al entrar en la cocina para adueñarse de algo para desayunar.
Tony frunció el ceño cuando vio a Capitana Marvel cruzarse en el camino de su hijo para ofrecerle una taza de chocolate y una radiante sonrisa. Eso había sido extraño.
La siguiente ocasión en la que Tony notó una actitud diferente hacia su hijo, fue cuando todos estaban en la sala común disfrutando de una película, y Wanda que estaba sentada a lado del menor, hizo uso de sus poderes para acercar al menor el bowl de palomitas. Peter había sonreído ampliamente, y Wanda había durado demasiado tiempo mirándolo fijamente mientras comía palomitas. Tony no quería pensar mal de aquello.
La tercera señal, fue durante un entrenamiento. Natasha había estado demasiado al pendiente de su hijo. La frívola espía parecía relajada y capaz de regalarle bellas sonrisas a su hijo. Tony quizás se estremeció, pues jamás había visto a Natasha de esa manera. Pero lo extraño de la situación fue cuando Peter pasó a lado del soldado del invierno y este le dedicó una mirada asesina, que de ser posible lo habría fulminado. Ok, Eso ya era bastante raro.
Luego, en una de las esporádicas visitas de los guardianes, Tony casi había sentido que el estómago se le revolvía cuando vio a mantis abrazar a su hijo y poner una inocente cara de relajación como si abrazar a su hijo fuera todo lo que quisiera hacer en su vida. Y por si fuera poco, la imperturbable Gamora había sonreído al pequeño castaño de una manera tan tierna que Tony pensó le daría diabetes.
¿Qué demonios estaba sucediendo?
Y Tony siguió viendo todas esas muestras de afecto cada vez más seguido. A ellas se les unió Hope, Valkiria, Nebula, HASTA PEPPER. Tony quería gritar de frustración, ¿Qué diablos pretendían todas esas mujeres?
La respuesta a su pregunta llegó un día cualquiera cuando salía de su laboratorio para buscar algo de café y se encontró a absolutamente todas las mujeres que formaban parte del equipo o estaban relacionadas con ellos, sentadas en la cocina y observando sin ningún disimulo hacia la sala de estar. Tony siguió la mirada de todas y cuál fue su sorpresa de encontrarse a su hijo sentado en el sillón, inclinado hacia la mesita de centro haciendo tarea. Tony sintió su rostro arder de rabia y finalmente explotó.
—¿Qué tanto miran, arpías?—gruñó Tony llamando la atención de todas. Sintió un escalofrío por la increíble sintonía con la que todas se movieron.
—¿Hay algún problema, Stark?—cuestionó la Capitana.
—Sí—masculló él con enojo—, dejen de ver a MI hijo, pervertidas.
Natasha sonrió levemente. Tony odiaba esa sonrisita conocedora que ponía cada vez que estaba a un paso adelante.
—¿Celoso, Tony?—le picó Natasha con un tono de burla.
—Es mi hijo y lo voy a proteger de cualquier cosa que amenace su integridad emocional y física—Tony se cruzó de brazos—. No crean que no he visto cómo actúan cuando él está cerca.