Eran demasiados daños los que habían quedado tras el ataque de Vanko.
Después de haberse asegurado que Pepper estaba bien, Tony volvió a la Expo. Se sintió mal al ver todo el desastre causado. El área ya estaba despejada, pero aún podía ver en su mente a las personas tratando de huir, de cubrirse, de no morir.
Caminó entre los vidrios y escombros, el fuego aún avivado en ciertas partes. Su armadura estaba demasiado desgastada, pero aún así le ayudaba a cubrirse del calor de las llamas. No traía el casco puesto, lo cual era algo peligroso, ya que si había alguien atrapado en algún lado, no podría saberlo sin JARVIS. Tony quería estar seguro que nadie había quedado dentro.
El lugar donde Hammer había estado dando su exposición, las bancas, casi todo estaba destruido. Tony sintió remordimiento.
Siguió avanzando por el lugar, hasta que un sonido llamó su atención. Parecía... Una tos. Y no cualquier tos, era la de alguien pequeño. Tony comenzó a mirar y avanzar frenéticamente por el lugar.
—¡Hola!—Llamó el genio—¡Ey! ¡¿Me escuchas?!
Tony se fue guiando por la tos de la pequeña personita, y grande fue su sorpresa al casi llegar tras bastidores y encontrar a un pequeño niño con una máscara de Ironman y un guantecito repulsor.
—Oye niño—Tony acortó la distancia y se arrodilló, para quitar la máscara que al parecer estaba obstruyendo la respiración del menor.
El niño miró confundido a todos lados.
—Tía May—Musitó el niño con voz rota.
El corazón de Tony se estremeció ante la vocecita llorosa. También se sintió incómodo pues no tenía idea de qué hacer. Regularmente su trabajo como héroe era eliminar al villano, recibir ovaciones y luego retirarse; jamás se acercaba demasiado a las personas. Miró alrededor para buscar a los de control de daños o algún policía, pero no había nadie cerca; las llamas los mantenían ocupados seguramente.
—Tranquilo, niño—Dijo Tony—¿Cómo te llamas?
El menor sollozó, se limpió la nariz con su sudadera antes de contestar.
—Peter.
—Bien. Bien, eso es algo. ¿Venías con alguien?—Cuestionó mientras tomaba al niño en brazos y se ponía de pie, para comenzar a hacerse paso a la salida.
—Mis tíos.
Tony esperó algo más específico, como sus nombres o algo así, pero el niño solo siguió sollozando.
—Ok... ¿Qué edad...?
Algo explotó a unos metros de ellos y casi son arrojados al suelo. Tony alcanzó a cubrir al pequeño con su cuerpo, soltó un gruñido al sentir la armadura volverse más pesada. Si no se daba prisa, pronto caería.
Apresuró sus pasos, sintiendo al niño aferrarse con más fuerza a su cuello, lugar donde también tenía escondida su llorona carita.
—Tranquilo, niño. Ya estamos cerca.
Cuando salieron al aire libre, Tony sintió que sus pulmones se abrieron y una fuerte tos lo atacó; al parecer había respirador demasiado humo.
Colocó al niño en el suelo, pero éste una vez libre, se aferró a su pierna. Frunció el ceño, y en ese momento solo hizo lo que mejor sabía hacer; tomar decisiones estúpidas.
***
—¡¿En qué diablos estabas pensando, Tony?!—Masculló Pepper, tratando de mantener su voz al mínimo, para que el niño en la sala no le escuchara.