Tony y el niño estaban en el salón común. El niño estaba sentado en el suelo coloreando sobre la mesita de centro, y Tony estaba sentado en el sillón con una tableta en mano, trabajando.
Nadie había hecho ninguna pregunta sobre la estadía permanente del niño en la Torre. Era raro, sí, pero Tony parecía estar bien con ello así que era mejor ahorrarse las palabras. Mientras la pequeña presencia no afectara el desarrollo del genio en batalla, estaban bien con eso. Además, no siempre podías ver a Tony Stark en plan "mamá gallina".
Tony había pensado sobre las palabras de Bruce a cerca de buscar especialistas que trataran al niño y lo que sea que tuviera. De vez en cuando hacía berrinches y se descontrolaba. En esos momentos, Tony se cuestionaba si realmente estaba tomando una buena decisión al quedarse con él. Pero además de eso, todo marchaba bien.
Pero no todo podía ser miel sobre hojuelas.
Habían estado muy tranquilos cuando una alerta comenzó a sonar en el salón. Al ser la alerta de los vengadores, Tony estuvo a punto de saltar por su traje, cuando el grito del niño detuvo cualquier acción que pudiera realizar.
El pequeño estaba gritando y tapándose los oídos.
—¡APÁGALA, JARVIS! ¡APÁGALA!
La alerta dejó de sonar y el niño siguió echo un ovillo y tapándose sus oídos. Llorando, chillando.
Tony se acercó al pequeño, se recostó a su lado y lo abrazó contra su pecho. Acarició su cabello y su espalda, apretando de vez en cuando el abrazo para hacerle saber al niño que estaba con él.
Fue así como los vengadores encontraron al genio. Habían estado listos para atender el llamado, pero al ver la escena todos se quedaron paralizados. Ninguno había estado listo para ver al genio de esa manera. Nadie lo había visto siendo paciente y preocupado por alguien más que no fuera él mismo.
Steve salió del su aturdimiento al escuchar la voz de Jarvis avisándoles sobre el problema que debían resolver.
—Clint, Natasha y Thor, vayan al lugar. Bruce y yo los alcanzaremos después.
Los tres asintieron y salieron del lugar.
Steve se acercó al genio que parecía musitar algunas cosas contra el cabello del niño, tratando de calmarlo. Sonrió levemente antes de tocar el hombro del genio para llamar su atención.
—Tony, Bruce puede hacerse cargo del pequeño, tenemos un asunto que atender—dijo el rubio con voz baja. Si no fuera necesario, Steve no le habría pedido al genio que dejara al niño, se le apretujaba un poco el corazón de ser un poco despiadado, pero su trabajo lo requería.
Tony no quería irse, pero sabía que tampoco podía dejar su responsabilidad como héroe por el niño. No podía evitarlo. Se estaba encariñando demasiado y... No. No era momento de pensar en eso.
—Adelantate, iré enseguida—dijo Tony al Capitan.
Este asintió y fue al elevador para bajar al garaje e ir por su motocicleta.
Minutos más tarde, el menor parecía más tranquilo. Respiraba de manera más regular y solo de vez en cuando dejaba escapar largos suspiros.
—Ey, mocoso, Bruce se quedará contigo, ¿Está bien? Él cuidará muy bien de ti, ¿De acuerdo?
El niño no asintió ni negó, pero se aferró al cuello de Bruce cuando Tony se puso de pie y se lo entregó a su amigo. Solo Tony y Bruce parecían ser los únicos que podían tocar al pequeño, cuando los demás estaban cerca, el menor solía correr en busca de alguno de ellos para evitar el contacto con otros.