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Baltimore, septiembre

Lily

(Siete años atrás)

Mi cabeza empezó a martillear desde el momento en que comencé a recibir mi nuevo horario en la universidad; las clases se sucedían una tras otras, apenas podía tomar un descanso entre los intervalos de las aulas y mi nueva elegante agenda estaba garabateada con un montón de asignaturas con poco tiempo libre.

Mel tuvo que regresar a los entrenamientos la misma semana que empezaban las clases.

Me pasé a ver como entrenaba, de momento los entrenamientos no eran a puerta cerrada y se podía cotillear; el equipo de fútbol de la universidad era muy popular y siempre atraía a sus gradas a un gran número de seguidores, por eso no me extrañó cuando vi que había algunos grupos de chicas y chicos observando de manera curiosa. Me senté en una esquina buscando a Mel con la vista, no pude evitar que mi mente viajara de nuevo a la noche anterior.

Mel había decidido alquilar ese año un pequeño apartamento prácticamente a un tiro del campus. Esperaba con eso que pudiéramos tener mayor intimidad y sacar un espacio común donde vernos lo más a menudo posible.

—"¿Es inapropiado que vaya vestida así por tu apartamento? La manera en que me miras me hace pensar que debo ir escandalosamente provocativa."

Escandalosamente sexy diría yo" —dijo Mel

Pensé que estar en tu casa durante unas horas viendo una película no incluía escenas altamente eróticas —me estiré de manera provocativa y me senté frente a él de manera muy sugerente.

El cuerpo de Mel estaba junto al mío haciéndome sentir tantas cosas que yo deseaba. Mel me dio a entender que estaba listo de nuevo para hacerme el amor con señales inequívocas, un beso suave en mi cuello al principio, una caricia que se fue convirtiendo en algo más después..., luego otro beso esta vez más intenso. Le acaricié de manera tierna y..."

Detuve esos recuerdos, porque no podía estar todo el día subida en una nube romántica y tenía que regresar a tierra. Me sentía tan pletórica, tan llena de vida y de felicidad que apenas creía en mi suerte.

Estaba segura que lo que sentía era bastante importante, porque no se parecía a nada de lo que había tenido con anterioridad, cuando me había gustado algún chico nunca había sido tan intenso, no podía dejar de pensar en Mel todo el rato y aunque sabía que tendría que andarme un poco con pies de plomo, porque la pasión que se desataba en mí cuando estaba a su lado era difícil de controlar, mis sentimientos eran especiales y únicos.

Una hora después terminaron los entrenamientos y quitándose el casco y los protectores bucales Mel se acercó hasta mí en la grada. Me besó al mismo tiempo que me daba un repaso con la vista.

—Estás preciosa.

En ese momento me alegré de mi aspecto. Diariamente usaba ropa muy deportiva pero me había descantado para mi primer día de clase por algo menos habitual, una falda corta de imitación de cuero, un camiseta blanca con serigrafía negra incrustada y unas deportivas blancas que tenían unos graciosos cordones de color negros que hacían juego con la falda.

—Voy a ser la envidia de todo el vestuario.

Me sujetó firme por la cintura y me atrajo hacia él de manera efusiva. En aquel instante me di cuenta que su gesto cambiaba al mismo tiempo que miraba al otro lado de las gradas. Me volví a ver a quién miraba y descubrí en algunos asientos más cercanos al campo al señor Tyler. Los ojos de Mel refulgían y su mandíbula se tensó al comprobar que su padre estaba hablando en ese momento con el entrenador.

Tal como éramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora