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Baltimore

(Actualidad)

Mel

—¿Qué te pasa mi amor? —Grace pasó la mano por mi pelo y me miró ansiosa. Acuclillada a mi lado la notaba inquieta y con cierto nerviosismo.— Se supone que hemos de compartirlo todo, aunque aún no estemos casados no quiero que haya ningún secreto entre nosotros.

¿Cómo decirle que no se angustiase? Últimamente me comportaba de modo anormal, intentaba ser cordial, dando normalidad a la aparición de Lily en nuestras vidas, pero a menudo, más de lo deseado, me perdía en los recuerdos que habíamos vivido juntos y en lo que había sucedido en el pasado.

Desconocía cómo era ahora su vida. No había preguntado, pero sí escuchado algún retazo de conversaciones e hilvanado su historia; hasta el momento había averiguado dónde trabajaba, que ella seguía amando el arte en todas sus facetas, que sus abuelos todavía estaban ahí para ella. Me alegró saber que los abuelos de Lily estuvieran bien.

—¿Quieres que te recite mis votos  matrimoniales? —sonreí como un imbécil ante el comentario de Grace. Habíamos hablado de la posibilidad de comprometernos en un futuro cercano, era una broma que siempre nos gastábamos cuando uno de los dos no prestaba la debida atención.

—Chis, no hace falta cariño. Estoy bien de verdad. No tiene nada que ver contigo, es el trabajo que me abruma.

En cierto modo era verdad. Era líder del sector urbanístico en Baltimore, poseía una empresa constructora que me daba interesantes beneficios y me permitía invertir dinero y diferir el pago en otras interesantes inversiones. Lograba una gran satisfacción con mi trabajo porque lo había levantado solo de la nada con la inestimable ayuda de Frank Gómez, un sencillo constructor que había trabajado para mi padre hacía unos años y que ahora era mi hombre de confianza. ¿Qué más necesitaba?

Grace me miró con aplomo, sus ojos con insondable calma, la tranquilidad que ella siempre me trasmitía, me tranquilizaba.

—Sé que estas últimas semanas han sido extrañas y en cierto modo difíciles. Recuerda que todo esto lo hacemos por Justin, ninguno de los dos pretende inmiscuirse en esa relación, creo que Lori le va muy bien a mi hermano.

—Sí, yo también creo eso.

—Muy bien, pues no le demos más vueltas, ahora vamos a dormir, estoy agotada, lo mejor de este largo día de playa es regresar a casa y tumbarnos juntos con tranquilidad.

La agarré por detrás y ambos caímos rendidos en la cama doble de mi apartamento. Grace se quedó inmediatamente dormida pero yo me mantuve despierto e intranquilo durante horas. Cuando las tonalidades rojizas de la puesta de sol tiñieron el ambiente abrí uno de los cortinajes y miré en silencio por la ventana, no podía dormir a pesar de haber estado distraído durante todo el día; me sentía confundido y molesto, me las había arreglado para mantener el tipo y que no se notara mi incomodidad. Nada más pensar en Lily mi cuerpo se tensó, su cercanía, tenerla de nuevo a mi lado hacía que rememorase frecuentemente mis sentimientos confusos. Con ella había sentido la felicidad en su más puro estado, la emoción de un gran amor, algo único en la vida y después de ese espacio, la incapacidad de amar; me había sumido en las tinieblas cercenando cualquier posibilidad en la vida.

***

Sirena plateada se llamaba el yate de los Allerton. Cincuenta metros de eslora, un barco familiar muy grande con una bonita silueta. Grace lucía feliz en bikini dando la mano a dos de sus mejores amigas que estaban con nosotros pasando unos felices días de vacaciones. Tras el término de las clases, Grace y yo habíamos decidido pasar unos días de descanso junto a sus padres, todavía no sabía cómo habían logrado convencer a Caroline de que se uniera al grupo. Sospechaba que la madre de Grace, Miranda tenía algo que ver porque además de a nosotros habían invitado a otras dos amigas más del grupo de Grace, dos chicas sencillas que había conocido en la universidad y que nada tenían que ver con el mundo de altas esferas en el que se movía la familia de mi novia.

Tal como éramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora