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Baltimore, septiembre

Lily

Di una vuelta más para que Lori pudiera ver mi cautivador vestido por todos lados. Sonreí una vez y otra, a mí me parecía precioso, no sé que opinaría ella, pero estaba segura que daría su aprobación absoluta.

—No sé Lily —Lori frunció la nariz—. No estoy muy segura que sea lo más apropiado para ese tipo de veladas.

—Es una pedida de mano amiga, no lo voy a llevar a la boda.

Di una vuelta más para que el vuelo de mi vestido de los años cincuenta se moviera. Lo había conseguido online a un buen precio, era una verdadera reliquia, siempre me habían gustado los vestidos con cancán debajo. No era demasiado escotado, ni tampoco corto. El color era agradable y no eclipsaría a la novia que, dicho de paso estaba como un flan.

—Lori ¿Qué es lo que no te gusta exactamente de mi vestido?

—No sé... tal vez... La madre de Justin es muy...

—¿Conservadora?

—Yo no diría exactamente eso, es más bien clásica, ya sabes...

—Si claro, ese tipo de mujer de mediana edad, rubia, alta y delgada, que va siempre impecable vistiendo ropa cara blanca o de color beige. Muy original, claro.

—No siempre viste de beige o de blanco.

—Está bien, si no te parece apropiado lo dejaré para otra ocasión y me compraré algo un poco más... soso ¿contenta?

Frunció el ceño, pero yo no hice ningún comentario sobre lo irritable que estaba. La última semana había sido insoportable estar con ella. Lori refunfuñó un poco más y dijo:

—¡Agh! Entre tú y mi madre vais a matarme a disgustos, pensé que no tendría nada más que preocuparme de mis padres, pero veo que tú también estás en plan rebelde.

—¿Qué les pasa a tus padres?— pregunté.

—Mamá piensa que podríamos pasar de este tipo de cosas. Ahora dice que no le gustan las pedidas. creo que es porque le da vergüenza interactuar con los padres de Justin.

—Oh sí. Yo también estaría asustada si fuera una simple pollera de Westfield y me presentaran a la realeza de Baltimore.

—Jaja qué graciosilla —me fulminó con la mirada.

—Vamos Lori, estás muy tensa. ¿Cuántas veces nos hemos reído las dos de los snobs que se consideran por encima de la gente trabajadora? Tus padres son maravillosos, tienen un negocio honrado, que por suerte les va muy bien, te quieren muchísimo y harían cualquier cosa por ti ¿qué más quieres?

—Sabes que lo que acabas de decir me sienta fatal, claro que quiero a mis padres, pero tampoco les estoy pidiendo que se sacrifiquen en la hoguera, solo que me acompañen en un día especial para mí.

Solo había visto llorar a Lori dos veces en la vida. En esa semana era raro el día que no cogía una rabieta y estallaba en lágrimas. Cada día me levantaba con la esperanza de que se tomase las cosas con más calma, al menos con más sentido del humor. No se puede disfrutar de algo con lo que estás constantemente en tensión, y ella lo estaba.

Me fui a mi dormitorio y me tumbé en la cama. Empecé a darle vueltas y a pensar que si eso era el casarse no lo quería. Ojeras púrpura, agotamiento, mala leche y dolor de espalda. Lo del dolor de espalda era porque se pasaba casi todo el día de pie de tiendas o con su futura suegra eligiendo detalles para la futura boda que tendría lugar justo antes de las navidades. Para entonces haría cinco meses justo que ella y Justin se habrían conocido. Todo un récord.

Tal como éramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora