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Baltimore, finales de agosto.

(Actualidad)

Lily

El delicioso olor del café me despertó, miré el reloj y alargué la mano para apagar la alarma que estaba a punto de bombardear mi cabeza. La odiaba. Bostecé y al desperezarme me dirigí a la cocina donde cogí una humeante taza de café, cortesía de Lori, e inhalé su delicioso aroma.

"Exquisito".

Estaba decaída.

Bien, tal vez decaída no era exactamente la palabra, froté mi sien. Estaba a punto de soltar algún sollozo porque la había cagado. Sí, la había liado mucho con Lennon, lo que había ocurrido el fin de semana con nosotros y ahora, no sabía como me iba a librar de no sentirme como una arpía. Era un desastre, tal vez la palabra que más se aproximaba a lo que sentía era arrepentimiento, no, no era exactamente eso porque Lennon me gustaba, me atraía muchísimo. No había querido pensar demasiado en ello, y tampoco podía hacerme la despistada y negar que no había ocurrido. Me sentía un poco como cuando una se da un atracón y pocos segundos después se siente enferma y empieza a lamentarse de haber comido demasiado. Era un comparativo absurdo, pero mis sentimientos por Lennon estaban así como una montaña rusa, subían y bajaban, luego llegaba el gran bucle y luego, se detenían. Eran como alcanzar un pedacito de algo que había tenido, pero que no terminaba de poder coger bien con las manos. Era enrevesado averiguar lo que realmente quería con él, porque en realidad me gustaba mucho, pero era muy difícil concentrarse cuando la sombra de Mel Tyler estaba sobre mí todo el tiempo.

Tal vez si él desapareciera de una vez de mi vida...

Porque no comprendía qué tipo de fijación tenía el destino conmigo para que siempre acabáramos encontrándonos.

Obviamente no era tan difícil después de la primera vez porque tenía a su novia viviendo en frente de mi casa. No se me quitaba de la cabeza, incluso había pensado en la opción de buscar otro apartamento, salvo por la pequeña salvedad de que Lori no aprobaría esa opción nunca.

Me senté frente a la barra de la cocina y mordisqueé una galletita esperando a que Lori saliera de la ducha,  le contaría lo que me pasaba; necesitaba hablar con ella y confesarle lo de Lennon, los pecados siempre eran menos graves cuando se confesaban.

Lori tardó un tiempo. Aburrida me puse a colocar la vajilla y luego me volví a sentar para servirme una segunda taza de café. Mi amiga apareció reluciente poco después con el cabello mojado y el intenso aroma frutal de nuestro gel de ducha.

—Hace dos horas que llevo esperándote, tanto, que estuve a punto de darle una patada a la puerta del baño y tirarla.

—¡Oh Lily, cuánto me alegro de verte!

Ambas nos dimos un fuerte abrazo y nos besamos repetidamente en la mejilla, parecía siglos desde la última vez que nos habíamos visto.

—¿Qué tal las vacaciones? ¿Qué tal tus abuelos? ¿Están bien?

Lori y yo nos conocimos la primera semana de clase en primaria, hacía casi veinte años y nunca nos habíamos separado, excepto la temporada que pasé en Baltimore y de la que salí escaldada. Sabía mis secretos y yo sabía también todos los suyos.

—Están genial, tendrías que haber visto la fiesta que me hicieron como despedida. Invitaron a todos los vecinos.

—Muy típico de ellos.

Mi sonrisa falsa se convirtió en una auténtica al recordar a mi abuelita, sin embargo el nudo de mi garganta era tan fuerte como antes; traté de controlar el impulso de llorar para no fastidiar mi reencuentro con Lori. En cambio ella caminó hasta mí con una sonrisa radiante.

Tal como éramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora