Dos días después, y aún con los ojos cerrados en medio de la somnolencia, estiro mi brazo a la mesita de noche que reside al lado izquierdo buscando aquel objeto que hace un ruido estruendoso y me ha hecho despertar. Sigo husmeando y lo localizo en mi cama sonando sin parar. Al intentar abrir los ojos y que la luz que se colaba a través de mi ventana me cegara, parpadee dos veces para enfocar mi vista luego en el aparato que se encontraba entre mis manos, callando la estúpida alarma que me había puesto de un muy mal humor. Cuando veo la hora dan las 5:50. Si logre levantarme temprano al fin, me dije a mi misma.
Después de una serie de días lleno de hechos fatídicos, ya me estaba haciendo a la idea de que me estaba acechando la mala suerte y vaya que el primer día del fin de semana fue asqueroso, desde que inicio hasta que termino.
Pero no quiero pensar en aquel imbécil de sonrisa burlona, que me tiene tan intrigada como tan irritada. Aún no logro comprender cuál es su interés en mí y en hacerme molestar, tiene una actitud tan desesperante de niñito pequeño. Debo admitir que me dio un apretón en el estomago por el escrutinio con el que me estudiaba. Con su mirada tan poco disimulada, me hizo removerme en mis adentros y sentirme intimidada, eso es muy raro que pase.
Seguro quería demostrar sus aires de grandeza extrema y no dejarse vencer por una mujer. Lo note bastante incrédulo con mi manera de responderle, pensé y sonreía con autosuficiencia.
Fue divertido haberle, que quiero decir, fue absolutamente genial haberle ganado. Una parte de mi no quiere volverle a ver su cara de idiota, mientras que la otra una muy pequeñita quisiera que el volviera a revirarle y así discutir para volver a darle sus cachetadas verbales, era divertido a decir verdad. Sin embargo, esta última la descarto a penas cruza la vaga idea por mis pensamientos, ya que sonaba ridículo y estúpido.
Me levanto con pesadez y dirijo hacia el baño para tomar una ducha larga y prepararme como quiero.
No tardo más de media hora y ya me encuentro alisando mi cabello frente al espejo, para luego observar mi aspecto: Jeans altos, camisa manga larga de cuadros rojos y negros atada a la cintura y mi par de converse negras. Me gustaba mucho a decir verdad. Muy simple para otras, pero a mí me bastaba, me sentía realmente cómoda y feliz y mi cabello ya empezaba a llegarme a los hombros, al alisarlo se veía más largo. Esto aumento mi sonrisa. No esperaba ser el centro de atención, de hecho para mi si pasaba desapercibida es mejor, no me gusta ser el centro de miradas. Ya lo fui una vez, pero no por buenas razones y esas fueron en mis épocas de tormenta, que ya se veían lejanas, como si fuesen ocurrido hace mil años y que quiero dejar al fondo de mi mente y no recordar más.
Por un breve instante, llega a mi mente el recuerdo de esa época y en seguida lo mando a lo más recóndito de mí. No abriría una vez más la caja de pandora que tanto me ha costado mantener cerrada. Lo que es pasado, es pasado y así debe ser. Debo recordarme esto tantas veces, sobre todo por las noches.
Al visualizar el reloj de mi celular, marcaba las 6:30. Faltaba media hora para que el autobús pasara por la parada y a partir de hoy, vería filosofía primero para luego ir a la clase de la Profesora Martínez. No tenía idea de lo que habían dado el sábado ya que llegue súper tarde y eso me tiene nerviosa, no quiero llegar como paracaídas. Sin duda, tendría que pedir apuntes y ponerme al día. No conozco a nadie en esa clase ya que Aileen y Melanie ya la habían visto en el semestre que acabamos de culminar y yo la vería en el que está por empezar, pero decidí adelantarla este verano y así estar en el mismo nivel que mis amigas. Claro también me llamaba la atención saber sobre que trata, pero sin dudas mi favorita era la clase de la Profesora Martínez.
Al salir de mi habitación y bajar las escaleras en dirección a la cocina, me encuentro con Jeremi parado en el umbral de la puerta de esta, con su ceño fruncido y la mirada fija en su celular. Se notaba tenso y furioso, pero a la vez perdido en sus pensamientos, es extraño verlo así, a decir verdad. Dentro de mí estaba la necesidad de animarlo un poco, así que digo:- ¡Hola hermanito! ¿Y ese ceño fruncido?, te pareces a los Shar pei, esos perros arrugaditos súper tiernos ¿sabes?- finalizo con una sonrisa, que en menos de un segundo se borra cuando este ni se inmuta por lo que le acabo de decir. Sigue perdido en sus pensamientos, se notaba. Su cuerpo estaba aquí, su mente quien sabe dónde. Y no me rendiría, así que, tuve que recurrir al "plan infalible".
ESTÁS LEYENDO
Believe ©
Teen Fiction"El tiempo", puede ser nuestro mayor enemigo o nuestro mayor aliado. Todo depende de la perspectiva que tengamos cada uno, por mi parte vivo ambos lados de la moneda, ya que no solo el tiempo se lleva las cosas como dicen, no solo es su trabajo borr...