Capítulo 2

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Han pasado dos semanas exactamente desde que recogí a Orihara Izaya de un callejón, sus heridas han sanado bien, poco a poco se mueve más, pronto podrá dejar mi apartamento. Bueno, aunque me he acostumbrado a su presencia y forma de hablar, después de aquel ataque de pánico no ha vuelto a pronunciar nada acerca del tema de ese tal Ren, lo que me preocupa es que los mensajes siguen llegando a su celular con frases de amor.

—¿Shizuo? —la voz de Kadota me detiene—¿a dónde vas?

—A casa—le enseño una bolsa de plástico de la tienda de conveniencia—debo alimentar al gato—se ríe un poco, le conté la semana pasada lo del incidente.

—Te acompaño—comenzamos a andar—sabes, agradezco mucho que hayas ayudado a ese niño, normalmente, Izaya trata de aparentar no ser de fiar y actúa de manera arisca con otras personas, que lo estés cuidando ahora, me recuerda a los viejos tiempos.

—¡¿Ah?! ¿Cuándo lo cuide yo en el pasado? —ciento una clara irritación. Kadota vuelve a reírse.

—Es verdad, corrección. Que lo cuides ahora me recuerda a cuando el cuido de ti, supongo, que todo se regresa ¿no?

—¿Cuidarme? ¿Cuándo hizo algo así?

— ¿Cuándo? Estábamos en Raira—veo un poco de incomprensión en su mirada—¿aún no lo recuerdas? —Niego con la cabeza—lo lamento, no debí pronunciar aquello. Olvídalo, nada paso en ese entonces, me confundí—me palmea la espalda—nos vemos luego, saluda a Izaya de mi parte—se marcha.

Regreso a casa y hay algo que me molesta mucho de manera inconsciente, una razón es que al parecer he olvidado algo, la segunda, es que podría ser alguna trampa de la pulga para hacerme enojar, la ultima es que he anunciado mi llegada a casa y nadie ha venido a recibirme.

Dejo la bolsa en la mesa y un inquietante sentimiento me sube a la garganta, ¿se ha ido? ¿Qué si está de nuevo muriendo en algún callejón solitario? ¿Podre encontrarlo a tiempo? Voy al cuarto y escucho el correr del agua en el baño, abro la puerta y de espaldas a mi lo encuentro, con una delgada cintura y su blanca piel, la electricidad recorre mi espina dorsal, veo algo borroso, como si se tratara de una imagen sobre puesta en mi visión, él se gira y me sonríe, estira su mano para que la sujete, ¿alucino?

—¡Santo cielo! —Exclama al voltearse—¿Qué haces ahí parado? —Trata de cubrir su cuerpo desnudo—espera—lo sujeto por las caderas y su blanca piel adquiere un color entre rosa y rojo que es muy lindo—si sigues haciendo esto voy a—acerco su pelvis a la mía.

—¿Qué harás? —acerco mi rostro al suyo, su aliento es caliente.

—Shizu-chan—siento su cuerpo tensarse entre mis brazos, quiero seguir, pero su expresión me detiene, algo extraño se forma en su rostro entre una súplica y las ganas de llorar—basta.

—Has puesto una cara increíble—me rió soltándole—solo era una broma—se sonroja y se molesta—ven a comer cuando termines.

Lo escucho gritarme idiota desde el baño, quizás lo sea, puesto que casi trato de violar al que había jurado era mi enemigo eterno. Aunque si él también lo desea, no es un violación, además, no iría por ahí contando que otro hombre lo agredió sexualmente, en ese caso, tengo una ventaja... ¡que mierda estoy pensando!

En un segundo recuerdo lo que dijo ese sujeto por teléfono, "me pertenece a mí", aunque respeto su valentía para decirle a un extraño que el hombre delante suyo le pertenece, de cierta manera, que se trate de Izaya me cabrea. Y no sé porque, pero, puedo asegurar, que no es la primera vez que el cuerpo de la pulga es tocado por otro hombre de "esa" manera, y eso, me cabrea aún más.

Rosez |Shizaya|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora