En la caja pequeña, encontró fotos de su época de preparatoria, donde salía con sus amigos todos muy felices, en especial, la mayoría de veces, Izaya estaba relativamente cerca de él; otras, tomadas a hurtadillas del pelinegro, captando sus caras graciosas. Folletos con lugares turísticos, con parques de atracciones, facturas de comidas en unas cuantas cafeterías de la zona, boletos de cine de hace varios años de películas que no recordaba haber visto.
Destapo la segunda caja, la más grande, otros paquetes de fotos salieron, encontró su uniforme de preparatoria que creía perdido, unos videojuegos, una bufanda, libros, y discos. Reprodujo los discos en su DVD, los miro todos, sin excepción.
Descubrió entonces que conocía a Izaya más de lo que él creía, videos de ellos dos de vacaciones en la playa, de visitas a parques de diversiones y ZOOs, de navidades juntos, de días con Kadota, Shinra, Celty y su hermano llenos de diversión, de las veces que Izaya tuvo que cantar en una obra musical o para el coro, grabadas a escondidas.
En especial, la última que vio, lo dejo mareado. Izaya dormida perdidamente en una cama, con la espalda descubierta, de pronto, su cara de ese entonces se asomó sonriente, una sonrisa que no se había visto hacer nunca, ese "él" se recostó al lado del pelinegro.
—Cuando veas esto, quizás te enojes un poco, seguramente vas a estar muy rojo de la vergüenza—rio levemente—pero, no me crees cuando te digo lo hermoso que eres—le dio un pequeño beso en la frente—Izaya, te amo como no tienes una idea—entrelazo su mano izquierda con la del chico, mostrando ante la cámara, la alianza en sus dedos anulares.
La grabación termino, pero una canción comenzó a reproducirse y fotos de ellos aparecieron o pequeños tramos de otras grabaciones no muy bien hechas.
Apago el DVD, tenía cientos de fotos esparcidas por el suelo, recargo su espalda en el sofá al sentir su cabeza punzando, algo taladraba con mucha fuerza y un sonido estruendoso insistía en romperle los tímpanos. Se cubrió los oídos, cerró con fuerza los parpados, al abrirlos, un oscuro lugar le rodeaba.
—¿Dónde estoy?
—En ti—capto el origen de la voz, frente a él, una versión más joven se mostraba—estas dentro de tu mente.
—Pero—miro brotar de entre la oscuridad pequeños círculos que les mostraban lo que había visto en el pasado—estos no son mi recuerdos, ¿o sí?
—Lo son y a la vez no, son míos—toco un circulo que se expandió—son lo que vi yo.
—Ahí esta Izaya—señalo al pelinegro que le sonreía a través del círculo, usaba su uniforme negro y su playera roja—¿esto es lo que olvide?
—Sí, yo soy lo que queda del anterior tu—bajo un poco la mirada—tú has vivido odiando a Izaya y yo amándolo, él está en peligro, puedo sentirlo—miro sus manos—¿Qué harás? —El Shizuo mayor no supo que responder—salvalo—se aproximó—¡por favor! ¡Salvalo por mí! —sujeto sus manos con una expresión llena de súplica.
La puerta resonó, los golpes la hacían crujir, abrió inmediatamente los ojos, estaba boca abajo en el suelo ¿se había desmayado?, giro el pomo de la puerta y fue empujada por Shinra que sostenía a alguien más, deposito a la persona en el sofá.
—¿Qué sucedió? —pregunto acercándose a Kadota.
—¡¿Qué demonios hacías que no abrías?! —cuestiono Shinra preparando su botiquín médico.
—Solo, una siesta—rasco nervioso su cabeza.
—Sí, una muy larga, ¿no? —Le respondió Kadota sujetándose la pierna ensangrentada—veo que has tenido bastante tiempo libre—observo las fotos en el suelo—¡con cuidado! —se quejó cuando Shinra le coloco las vendas.
—Trabajo bajo presión, no tendré mucho cuidado—siguió vendando.
—¿Qué ocurrió?
—Bueno, solo una batalla entre gamberros—comenzó a hablar el médico.
—Él ya sabe, le entregue sus cosas ayer—dijo Kadota.
—Ósea, que soy el único amigo fiel ¿o qué? —Volteo a ver a Shizuo—fue Ren, íbamos a casa de Kadota, antes que entráramos, esta exploto, un escombro rasgo su pierna.
—¿Cómo sabes que fue Ren?
—Esto—le mostro su celular, un mensaje "ahora sigues tu"—lo envió justo después de la explosión.
—Estamos en peligro entonces, debemos irnos.
—Aquí estamos a salvo—ayudo a que Kadota se recostara bien en el sillón—este lugar es seguro gracias a tu odio hacia Izaya. Ren no te atacara por eso.
—Lo encontré a noche.
—¡¿A Ren?!
—A Izaya, estaba herido y bueno, lo ayude pero una cosa llevo a la otra y, bien, nosotros—Shinra le detuvo con su mano.
—No quiero escuchar la vida privada de mi mejor amigo—suspiro—antes te dije que Izaya estaba en una relación, ¿lo recuerdas?
—Si, por supuesto.
—Ya que tienes tus cosas, supongo que has recordado algo—le miro con interés.
—No—se quedó perplejo ante la respuesta—si no lo veo en esas fotos no puedo creer que haya estado en ese momento.
—Él lo hizo por ti. Izaya fingió ser un verdadero maldito solo para ganarse tu odio y así, alejarte del foco de visión de Ren. La primera vez que se acostaron, ese día que tú lo sugeriste, sabía que comenzarías a buscarlo inconscientemente, así que me pidió mentirte con que tenía una pareja para que tu curiosidad por él disminuyera, pero eso no te detuvo. Ahora, quizás mi mejor amigo termine muerto por todo esto—se sobo las cienes.
—No será así, iremos a buscarlo, lo ayudaremos—Shinra le miro fríamente, algo que nunca había hecho.
—¿Por qué harías eso? —Shizuo se quedó mudo—¿Qué eres exactamente para él?
—Yo...
—Kadota, Celty y yo iremos a por él. Tu solo recoge este tiradero y no te muevas de aquí.
—Celty no llegara hasta dentro de dos horas, está demasiado lejos—comento Kadota poniéndose de pie—llamare a Shiki.
—¿Estará bien involucrarlo? Izaya podría molestarse—pensó Shinra.
—Necesitamos su apoyo, sin duda alguna—marco su numero.
—Quiero ir también—ambos lo miraron—sin importar lo que paso antes o el odio que siento cuando lo veo.
—¿Por qué? —le cuestiono esta vez Kadota.
—Porque quiero saber quién es el verdadero Izaya, una vez que lo sepa, sabré quien soy yo.
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Rosez |Shizaya|
FanfictionMe pregunto, en mi soledad, si tú, ¿aún me amas? acaso, ¿me esperaras en la puesta de sol si te llamo? en el alto cielo nocturno, veo dos estrellas idénticas a nosotros, ¿tú también puedes verlas? aquí, a mi lado, me pregunto si vendrás. Las rosas...