Capítulo 24

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Miro a un joven sollozando con fuerza delante de él, ¿Quién era? —alrededor no había nada ni nadie más, era un entorno oscuro, intento acercarse, noto que usaba un uniforme escolar negro, de pronto una cegadora luz le obligó a cerrar los ojos, los volvió a abrir cuando creyó soportarla, noto que su cuerpo había cambiado, tenía la misma edad que en secundaria o preparatoria.

Observo la cadena atada en sus piernas, la rosa roja que sostenía en su mano derecha que incrustaba sus filosas espinas en su piel, algunas tan profundas que aun sangraban, pero aun así, cerraba su mano con fuerza sobre el tallo.

—Duele mucho—una voz infantil sonó a su lado— ¿no es cierto? —estaba muy sorprendido y asustado de verse a sí mismo, aunque un par de años menos, cuando tuvo la edad en que su madre se fue.

— ¿Qué está pasando? —Toco su cabeza— ¿estoy muriendo acaso? —la sorpresa tomo el rostro del pequeño, una sonora risa siguió.

— ¡Soy muy gracioso! —Le señalo tratando de contener su diversión—dime, ¿somos comediantes o algo así? ¡Un súper héroe de la felicidad! —puso sus manos en sus caderas orgulloso de sí mismo en el futuro.

—No, no lo somos—bajo su mirada, no podía decirle la verdad de su triste futuro a su propio yo del pasado— ¿Qué hacemos aquí? —expreso.

—Eso—señalo algo detrás del puberto, giro su cabeza y se encontró a sí mismo, mayor, no parecía tener vida, lucia hueco— ¿Quién es? Es tan frio... Ni siquiera puedo hacer que responda—zangoloteo su cuerpo del presente.

—Soy yo—menciono.

— ¿Qué? ¿Estas delirando? ¿Cómo podemos ser? —Regreso a su lado— ¿eso? —Miro con asco al ser—esta tan.

—Triste.

— ¡Iba a decir eso! —acomodo su cabello y de nuevo poso orgulloso—no puedo ser yo, obviamente soy más divertido, además, tengo esta enorme sonrisa en mi cara—señalo su rostro, realmente era una radiante sonrisa, propia de un infante—ese tipo parece un zombi—jalo la piel debajo de sus ojos para darse a entender.

—Es verdad—se analizó objetivamente, pensando a detalle— ¿Cuándo nos convertimos en eso?

— ¿Se siente mal por algo? Quizás hizo algo malo y por eso se volvió así—dijo el menor.

—Más bien, renunciamos a muchas cosas—miro la rosa en su mano—dimos mucho de nosotros pero seguimos estando solos—alineo sus ojos con los del cuerpo del Izaya del presente—no debí amar a nadie, quizás entonces, no hubiera dolido tanto.

— ¿Te arrepientes de todo? —el menor se acercó más a su lado.

—No lo sé.

— ¿Sería mejor haber muerto?

—No lo sé—comenzaba a exasperarse.

— ¿Por qué naciste?

— ¡No lo sé! —cubrió sus oídos, observo al pequeño, desbordaban sus lágrimas mientras su cuerpo temblaba.

—Yo no quiero morir—con cada palabra más lagrimas salieron—me gusta estar aquí—apretó sus puños—me gusta vivir con papá en su enorme casa, me gusta pasar tiempo con Shiki y mis amigos, me gusta ver el jardín en primavera y el paso de las temporadas en la ciudad, me gustan los días largos de verano y el congelarme en invierno—el Izaya de secundaria cubrió sus oídos, no quería escucharlo—me gusta comer helado al salir de la escuela, me gustan las clases, me gusta ir al parque, me gusta ver caricaturas de superhéroes—aun con la fuerza aplicada sobre sus orejas seguía escuchándole porque era una parte de sí mismo—me gusta Ren, Shinra, Akabayashi, Mairu y Kururi, Kasuka, Celty, Dotachin, Kaoru, Shiki, Akane, Mikado, Kida, Anri, Simón, Denis, Ena y Yuki, ¡me gusta Shizuo! —le retiro las manos de los oídos, con una expresión llena de fuerza—pero sobre todo, ¡me amo a mi mismo! —se permitió llorar entonces, como si fuesen las palabras mágicas para romper una maldición.

Rosez |Shizaya|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora