Capítulo 8

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—Adelante—le permitió el paso al departamento, encendió las luces—¿quieres un poco de agua? —el rubio negó.

—¿Tus padres no están aquí? —busco con la mirada más allá.

—No, los mande a mi departamento principal en Saitama, aquí podemos estar relajados—se sentaron en la estancia, uno en frente del otro.

—No creí que cantaras tan bien, me sorprendiste—sonrió.

—Sí, bueno, no es como que te lo haya contado en primer lugar—se relamió el cabello molesto consigo mismo—lo siento, no quería que sonara así.

—Está bien—sonrió tranquilo—Izaya—le llamo.

—¿Qué pasa? —miro a la ventana, el rubio se molestó un poco al no poder verle a los ojos.

—He escuchado algunas cosas, la mayoría de ellas, desconozco su veracidad—se desabrocho el primer botón de la camisa—si te preguntara, ¿responderás con la verdad?

—¿Quieres saber cosas sobre tu hermano? Vale, responderé, aunque no tengo mucho conocimiento sobre él.

—No es sobre Kasuka, más bien, sobre nosotros—lo noto apretar los dientes.

—¿Te han venido con un cuento barato? Haz usado incorrectamente la palabra "nosotros"—se rió—no creí que fueras tan ingenuo—se levantó.

—Shiki me ha dicho que solíamos estar apegados antes, ¿quizás en la preparatoria?

—Sí, se refería a como peleábamos antes—le dio la espalda, recargándose en la espalda del sofá.

—No me pareció que se refiriera a eso.

—Shiki a veces confunde las palabras debido a su edad, no le des importancia.

—¿Y qué hay de mis recuerdos? Estos extraños sueños donde la pasamos bien, ¿Cómo los explicas? —se levantó también, exasperado.

—¿Recuerdos? ¡Ja! Solo debes estar teniendo fantasías conmigo—camino al ventanal—no éramos nada, te lo aseguro, no creas todo lo que escuchas.

—Si es así, si no son más que mentiras—le alcanzo, lo sujeto del brazo y le obligo a mirarlo—¿Por qué no me lo dices de frente? —Puso sus manos en las delgadas caderas del chico, haciéndolo sonrojar y estremecerse—¿Qué es este sentimiento hacia ti, que se niega a apagarse?

—Basta, estas ebrio—trato de empujarlo—no sigas tocándome.

—¿Por qué?

—Tengo alguien a quien amo—sus ojos eran serios—no le gustaría que hiciese esto con alguien más—esa extraña marea negra agolpándose en el pecho de Shizuo creció un poco más.

—¿Quién?

—No es de tu incumbencia.

—Lo es—se acercó a su cuello, olfateándolo—creo que me gustas, Izaya, no me rechaces—lo abrazo—solo quiero estar contigo, ayúdame a entender lo que paso entre nosotros.

—No puedo—acaricio su cabello gentil—no habrá nada más entre tú y yo, no podemos hacerlo.

—¿Quién lo impedirá? No dejare que nadie me separe de tu lado—busco sus labios—solo te necesito a ti.

Un beso lleno de dulzura y calidez, uno que derretiría el iceberg más grande en el ártico, un suave contacto rosando sus pieles, aquel sentimiento no era simple, tampoco complejo, los enlazaba y los desconectaba por momentos, era hermoso; mas Izaya sabia la respuesta al final, lo que el mundo le había hecho entender.

—Perdona—se deslizo entre su agarre—cuando salgas, asegúrate de cerrar la puerta—salió del departamento.

El corazón de ambos golpeaba fuerte en sus pechos, el dolor de no ser correspondido y no corresponder cuando se quiere lo contrario, era difícil, tragarse su amor para proteger lo que amaba, era patético en verdad.

Por más lágrimas que pudiera llorar, ya había aceptado su realidad, no dejaría que volvieran a lastimar a la persona que más amaba, no otra vez.

Rosez |Shizaya|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora