Capítulo 4

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Días habían pasado desde que tuvo sexo con otro hombre, nadie creería que tuvo sexo con su rival acérrimo, aunque fuera contándolo por todo Japón solo conseguiría que se rieran de él.

Él se había ido sin decir una palabra, pagándole como si fuera una prostituta, ¿Cómo se atrevía a tratarlo de esa manera? Quizás había regresado con ese sujeto que le enviaba mensajes asquerosos, y si era así, él no debía sentirse molesto al respecto, Orihara Izaya, alias "la pulga", era completamente libre de acostarse con quien le apeteciera, sus acompañantes de cama no eran algo que alterara al hombre más fuerte de Ikebukuro, al menos, no debía ser así.

—¿Entonces? —Usaba cierto tono autoritario desde el mullido sofá en el apartamento de Kishitani Shinra—¿Qué sabes al respecto?

—Ya te he dicho que nada, y aunque lo supiera, son cosas privadas de la vida de mi mejor amigo, así que, igual me niego a decirte algo—se cruzó de brazos de frente a él—¿Por qué el interés de pronto? Saber algo así, no te beneficia en nada.

—Solo es curiosidad.

—La curiosidad es peligrosa en ocasiones, esta es una. Solo olvídalo, ¿quieres? Además, me contaron que ya no va a molestarte más.

—¿Quién dijo eso?

—El mismo Izaya me lo contó ayer—puso una expresión seria—es mejor para ambos estar lo más separados posible, ya es suficiente de este teatro absurdo también.

—¿Ah? ¿Cuál teatro?

—Shizuo—esta vez, su voz alegre fue plagada de seriedad—se lo que sucedió recientemente entre ustedes, puedo imaginar porque estas más curioso sobre Izaya-kun, pero, sin importar lo que pienses, deja de perseguirlo.

—Pero si fue él quien comenzó todo. Por su culpa, estas alucinaciones no me dejan dormir.

—Izaya es feliz con alguien más—el rostro del rubio se tensó—está en una relación profunda, no te atrevas a interferir—apretaba los puños en los bolsillos de su bata—apártate de él. No lo busques, tampoco lo llames.

Heiwajima se levantó del sofá, no miro a Shinra, tampoco se despidió de él, solo dio la media vuelta y salió de ahí.

No era su intención perseguirlo, algo en su interior parecía haber despertado y aferrado a Izaya, las noches eran largas porque un frió lo invadía al acostarse, sueños en donde el pelinegro era el protagonista lo despertaban tan pronto cerraba los ojos, esa inquietante sensación de tenerlo entre sus brazos, ¡dios! se estaba volviendo loco.

Llego a su departamento, encontró a su hermano dentro.

—¿Dónde has estado últimamente? No has respondido al teléfono.

—Estaba trabajando—Shizuo fue al refrigerador y bebió del cartón de leche—¿has terminado de filmar ya?

—Sí, veras, estaba pensando en unas vacaciones—esas palabras fueron extrañas—pensé que podrías ir conmigo, puedes llevar a esa mujer que trabaja contigo, yo llevare a Ruri—si, era extraño que su hermano dijera algo así—ya es hora de formar una familia, ¿no?

—Kasuka, ¿Quién te está obligando a hacer esto?

—¿Obligarme? Te equivocas, solo pensé que, podríamos mudarnos a otro país, ¿no te gustaría?

—Estas mintiendo.

—Hermano—se acercó y le dio un pequeño abrazo—prometí que no diría nada, pero, siempre has tenido esa expresión triste y aburrida en la cara desde aquello. Estoy cansado de callarme. Yo quiero que también puedas ser feliz.

—¿Qué dices?

—Izaya-san me pidió convencerte de dejar el país por un tiempo, no te molestes con él—le dio una palmada en la espalda—después de todo, él es quien más ha sufrido aquí—se dirigió a la salida—tú y el solían estar siempre juntos cuando estábamos en Raira—cerro la puerta tras de sí.

Shizuo estaba confundido, cuando dormía había visto momentos de una vida de preparatoria feliz, tres personas a su alrededor, pensó que eran solo sueños, pero las palabras de su hermano, habían confirmado que, seguramente, aquellos fragmentos realmente habían sucedido.

Rosez |Shizaya|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora