Capítulo 2. En coma

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Se sentía pesado, como si hubiera dormido durante días. No pensaba que estar muerto se sentiría de aquella forma, ni que escucharía esa voz. Pero le daba lo mismo, el tenía su propia teoría del más allá. No había un Dios, ni habían angelitos, no había perdón. Tan solo estaban tus sueños, aquellos que siempre quisiste tener aquellos por los que luchaste. Aquellos por los que te condenaron en el mundo de los mortales.

Aquellos por los que le condenaron a él. No era fácil asimilar que te has suicidado. No para él. No para alguien que un día lo tuvo todo y al siguiente lo desechan. ¿Cómo pudo ocurrir esto? ¿Cómo pudieron enterarse los medios de su inclinación sexual, de dónde habían salido tantos chicos?

Ni siquiera los conocía, ni los había visto de lejos. Siempre fue alguien muy cuidadoso. Siempre tenía que estar todo perfecto, todo en su sitio. Por ello, muchos le odiaban, muchos le criticaban. Su perfección molestaba a muchos, pero ya nada de eso importaba, porque ya estaba muerto. Aunque no pudiera abrir los ojos, aunque le pesaran, aunque tuviera sueño. Sabía que estaba muerto que ya no le quedaba mucho tiempo para ser feliz, para estar en paz. Para ser él mismo.

Voces en la lejanía eso era lo que escuchaba. Como era posible eso. A lo mejor solo estaba durmiendo, por eso no despertaba, por eso no aparecía frente a él lo que más anhelaba. Pero cuan equivocado estaba.

Su cuerpo seguía vivo. Aquella persona había llegado justo a tiempo, tan solo nos minutos más tarde y Kwon JiYong sería historia. Pero no fue así. Si tarde sí, pero a todos les pillo desprevenidos todo lo que se le vino encima de un día para otro al líder. No supieron como actuar. Tan solo empeoraron las cosas. Y cuando deciden lo que hacer, cuando intentan ayudarle se dan cuenta de que es demasiado tarde, de que su queridísimo líder ha tocado fondo. Que nadie lo puede salvar.

Nunca se imagino verle en aquella escena como protagonista. Nunca se imagino que la gente pudiera ser tan mezquina, de hablar y sacar cosas a la luz sin ser ciertas. Y que más daba si lo eran, nadie tenía derecho a juzgar la vida de los demás. Pero la prensa no dejaría tan fácilmente las cosas. Por eso había ido a la casa. Que después de mucho pelear con la madre de Ji, y amenazarla con asesinarla en repetidas ocasiones, además de un sin fin de adjetivos descalificativos en su contra, le dio la dirección.

Y la llave, bueno el tenía sus contactos. Mejor dicho su encanto. Aquello de ser famoso en ocasiones le reportaba algún beneficio. Pero ahora, en esos momentos en los que veía a los sanitarios intentar mantener con vida a esa persona tan importante para él, no era lo que pensaba, se echaba la culpa de no estar a su lado. De no apoyarle. De no haberle pedido explicaciones y hacer que se quedará con ellos. Todos lo sabían. Los cuatro sabían interpretar los pequeños gestos que Kwon hacía. Siempre actuaba, se habían dado cuenta de ello en una de las reuniones con los demás grupos, cuando uno de los integrantes de Shinee le había agredido delante de todos los directivos, no solo delante de los de YG sino también de los de SM, GD tan solo se disculpó, y se marchó como si nada hubiera pasado.

Aquella noche se escucharon los sollozos desde su cuarto. Pero ninguno tuvo el valor de ir a reconfortarle, ninguno salió de su cuarto. Aquello también les dolía a ellos. Porque si bien en cuanto salía el sol Ji hacia como si nada hubiera pasado, aquello tan solo acrecentaba el dolor de los cinco, unos por no poder hacer más, y otro por encontrarse solo.

Recordando los momentos en los que el más bajo de los cinco estaba en grupo, que compartía momentos con ellos en casa. Que eran escasos, comprendió que no solo era problema de ahora, el problema siempre estuvo. Pero nadie quiso darse cuenta. Se veía tan claro, que ahora desde la lejanía de su posición veía la realidad. Si aquellos rumores eran cierto, por lo menos parte de ellos. Pero no era exactamente como todos lo habían contado. YG no sabía como acallar aquellas declaraciones de gente que ni siquiera a estado cerca de ellos.

Ya no másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora