Capítulo 16. ¿Decisiones irrevocables?

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Habían pasado por un sitio antes de ir a ver a su ídolo. Sabrían que aquello le alegraría, y que le traería mucha suerte. Miraban de vez en cuando dentro de la caja que llevaban en las manos junto con otras bolsas. No sabían exactamente como iban a introducir su regalo en el hospital, puesto que estaba prohibido llevar esa clase de ser vivo al lugar. Pero tenían confianza que durante la marcha se les ocurriría algo, cuando vieron el coche de la madre de Kwon a toda velocidad del aparcamiento interior. Algo había pasado, y ellas tenían que darse prisa. Sin mirar a nadie como si lo que llevaban encima fuera algo normal y no se moviera, subieron al ascensor, intentando que su regalo no se delatase solo.

Cuando llegaron a la puerta de la habitación, se encontraron con que su tío se encontraba en la puerta hablando con el psicólogo. Se acercaron a los cinco chicos que estaban sentados en la banca. Con miradas cansadas. DaeSung les vio y les sonrió, mirando con curiosidad la caja que llevaban junto con todos las demás cosas. Para momentos después de ver como se agitaba la caja en las manos de la chica reír abiertamente.

 -¿¡Cómo no se nos ocurrió a nosotros antes!? - sus carcajadas resonaron en el pasillo alertando a todos de la presencia de las chicas y la caja que se movía sola.

Su tío las miró mal, se imaginaba que era lo que había en aquella caja, y llevar eso al hospital estaba prohibido. Pero no podía decirles nada, no había nadie más en aquella ala del hospital. Un animalito no haría mal a nadie ¿verdad? Las gemelas solo sonrieron con cara de que ella no habían roto ni un plato. La caja se movió otra vez y por casi sale volando de las manos de la chica. Sin percatarse todos se encontraban mirando al psicólogo, esperando una respuesta de él, sabían que era el que tenía la última palabra de quien o que entraba en aquella habitación. Pero lo que vieron los tranquilizó, tras pasar unos minutos en silencio una sonrisa afloró en su cara, mientras que su mano se agitaba para que ambas chicas entraran a la habitación. Pasando justo detrás él y los demás integrantes de BigBang.

El paciente estaba acostado de lado encogido en forma fetal temblando ligeramente. Las gemelas se acercaron a la cama, sin poder detenerla, la caja se volcó en la cama dejando al descubierto al cachorro de shar pei. El cual comenzó a caminar hacia JiYong, tropezándose con las sabanas en el camino.

Sentía como algo se movía en su dirección, algo pequeño que se tropezaba, no podía abrir los ojos, los sentía pesados, pero una húmeda lengua paseándose por su cara hizo que abriera los ojos, para encontrarse con un cachorro, era pequeño y se veía frágil. Gaho. Era el nombre que le vino a la mente, sonrió y con movimientos lentos levantó una de sus manos para acariciar al cachorro, el cual comenzó a lamer su mano.

No se había dado cuenta del resto de humanos que se encontraban en aquella habitación. Ni cuando el doctor tuvo que salir de la habitación porque lo llamaron. Pero aunque no se hubiera percatado de su presencia se sentían bien, se sentían que todo se estaba arreglando. Porque tenía una sonrisa en la cara, y una mirada de felicidad.

 -Gaho. - como contestación el perrito ladró y JiYong estalló a carcajadas – parece que te gusta el nombre.

 -Si eso parece – al levantar la vista, buscando a SeungRi, que era el que había hablado vio a todo ahí mirándole, esperando a que hablara – Todos estamos aquí para escucharte y apoyarte con lo que decidas.

 -Mm – suspiró, el momento había llegado.

 -Sal un momento fuera Gusig – el doctor había vuelto a entrar, reclamando la presencia del psicólogo fuera de aquella sala.

Fuera de la sala esperaban sentados en la banca donde habían estado sentados los chicos, tanto el padre de JiYong como su hermana. Les miró al salir preguntándoles con la mirada que hacían ahí. Sin poder detenerla, la hermana mayor de JiYong se levantó de la banca y se dirigió a donde estaban ambos hombres.

 -Mire, se que mi madre podrá tener muchos defectos, y uno es intentar aislar a Yongie de todo el mundo. Acabo de llegar de la universidad, no soy una persona que mire mucho la prensa, por eso no me enteré. Además en la universidad nadie sabe que soy su hermana, por eso no me enteré. Pero acabo de llegar y quiero ver a mi dongsaeng. - habló sin parar, no dejó en ningún momento que la interrumpieran.

 -Si, no puedes decir que no eres hija de tu madre, que pito – el psicólogo bromeó un poco para bajar la tensión que aquella chica había instaurado en el pasillo con sus palabras – Entraréis, pero no quiero que lo alteréis, si os pide que os marchéis se marcháis. ¿Entendido?

 -Si – fue la escueta respuesta del hombre que se hallaba sentado en la banca, todavía.

 -Pasen.

Al abrir la puerta escucharon unas suaves carcajadas que resonaban de la cama, cuando vieron que JiYong estaba sosteniendo un cachorrito en sus manos mientras este intentaba lamerle la cara. Se veía feliz, satisfecho. Pero el sonido de la puerta cerrándose alertó a todos en la habitación, cuando vieron a los nuevos personajes que entraban por la puerta.

 -¡¡¡¡¡TUUUUU!!!!! DESGRACIADO ¿¡CÓMO SE TE OCURRE HACER ALGO COMO ESO!? - había hecho exactamente lo que le dijo el psicólogo de su hermano...

 -¿Noona Dami?¿No estabas estudiando?

 -Estaba – escupió el verbo en pasado como si de un momento a otro se fuera a comer a su dongsaeng – pero, ¿quién te piensas que eres? Preocupándome de esta manera, idiota – la imagen que les llegaba a todos era de un JiYong siendo golpeado en la cabeza a cada palabra que salía de la boca de su noona. A todos les caía una gota estilo anime, aunque se alegraban de que esa mujer estuviera en aquella habitación.

 -¿Lo... siento...? - la voz de Yongie salió temblorosa, su hermana mayor era de temer. Pero sabía que siempre había estado a su favor, aun después de todo lo que su madre hacía para separarlos – no te enfades. Mira, me han regalado un perrito – alzó el perrito un poco para que su hermana dejará de mirarlo con esa mirada inquisidora.

 -No me vas a comprar con un perrito... - pero no le funcionó.

Las carcajadas no se hicieron esperar en la sala, todos estaban impactados con la imagen que daba la hermana de GD, pareciera que fuera su madre, en vez de su noona. El habiente volvió a relajarse, en cuanto su hermana se sentó a su lado y lo abrazó, soltándose a llorar en su pecho. El pequeño Yongie por casi se muere y ella se sentía culpable porque no estuvo a su lado en esos momentos. Ni siquiera cuando estuvo en coma. Se sentía la peor hermana de todas.

Pero había otra persona que no se acercó a la cama. Él esperaría a más tarde para estar a solas con su único hijo varón. Esperaba que le perdonara todo lo que le había hecho sin darse cuenta. Pero quería que nadie estuviera delante. Saldría de la vida de su hijo si así se lo pedía él mismo.

Tras pasar unas risas con la actitud de la hermana de GD, todo se volvió más serio, era hora de decidir que hacer en el futuro.

 -Yo... lo siento... pero – JiYong miraba a sus compañeros de banda, y se sentía traicionado por sus sentimientos, no se quería separar de ellos, pero era lo mejor. Era lo mejor para todos – voy a dejar la música. Lo que dije en el concierto no lo voy a rectificar, no voy a cantar más. Ya buscaré algo, pero dejo el mundo del espectáculo – los miró, las expresiones iban desde la incredulidad hasta la decepción.

Ya no másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora