Capítulo 25. Asesina

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Había revisado el correo esa mañana y había visto que tenía un mensaje de la presidenta de su club de fans, que le decía que tenían que quedar para hablar, y que le presentaría a alguien. Eso le daba miedo, bueno en realidad aquella chica siempre le dio miedo, pero no podía hacer otra cosa si era su fan, y encima la presidente de su club de fans. No podía hacer nada en contra, y lo peor era que Ji le había obligado a concertar una cita con ella. Le daría el gusto a su ahora novio, recibiría a su presidenta de fans. El problema sería donde, no sabía donde llevarla. Pero otra vez su querido Yongie salió en su ayuda, ese chico siempre tenía la respuesta a todos sus problemas. Había quedado con ella en el hospital en una de las habitaciones vacías del ala donde mantenían a GD. Así podría estar cerca de él por si le sucedía algo. Todavía tenía miedo de que le fuera a pasar algo, como que se le volvieran a soltar los puntos, o algo por el estilo. Aunque las heridas de Ji estuvieran cerrándose a pasos acelerados no podía dejar de sentir ese miedo irracional a que algo malo le pasara. A que volviera a darle un brote de depresión y quisiera volver a suicidarse. Eso no había pasado hasta el momento pero el psicólogo dijo que había posibilidades aunque casi remotas.

Habían quedado por la tarde, no podía retrasarlo más, él no quería separarse de su amado. Pero tenía que ser así, las fans son lo primero, ellas les daban de comer, sin ellas ni él, ni los chicos serían nada. Tan solo esperaba que no intentara violarlo como la última vez.

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Después de ese trabajito tenía que visitar a la mujer esa que quería matar a los dos tipos esos, al médico y al psicólogo. Odiaba que la engañaran, por eso preferiría saber exactamente con quien trabajaba, por si tenía que arreglar después cuentas con ellos directamente. Solo para cubrirse las espaldas. Odiaba cuando había demasiada gente alrededor de su objetivo como en ese momento. ¿Cómo podía tanta gente congregarse en un mismo lugar? No lo entendía, pero lo primor dial era no perder a su objetivo, y asesinarlo en el momento oportuno.

Se sentía observada, eso era malo. Tendría que irse pronto de aquel país. Pero tendría que acabar primero el trabajo, mejor no pensar mucho en eso.

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Otro día más yendo a comprar la dichosa revista, pero por alguna razón aquel día se había levantado con la sensación de que algo importante sucedería, y aquello le mantenía nerviosa. Inexys andaba por la acera en dirección contraria a la del instituto, tenía que arreglarse, por fin Sully la llevaría con ella a ver a Tabi. Y por esa razón habían decidido saltarse el instituto para poder arreglarse y estar guapas para su ídolo.

Pero tras caminar varias calles en dirección a la parada de bus, que la llevaría hasta el centro comercial donde había quedado con su amiga, su atención fue robada por una chica extranjera delante de ella que iba como si persiguiera a alguien. En ese momento se veía en la decisión de elegir, ir de compras para ponerse guapa para ver a TOP, con su mejor amiga, o ver que era lo que hacía aquella mujer sospechosa. Para su desgracia sus pies le llevaron detrás de aquella chica. En esos momentos se odiaba así misma, ¿por qué tendría que llamarle tanto la atención las cosas misteriosas, y las personas extranjeras? Ahora estaba segura de que Sully la mataría por llegar tarde a su cita. Habían quedado en el centro comercial que había en el centro de la ciudad de Seul, para comprar la ropa y los complementos que llevarían para ver al gran TOP. Pero no, se encontraba persiguiendo, sin remedio, a aquella mujer ¿que saca un pistola y disparaba a un hombre en plena calle repleta de gente? Bueno eso último no, porque tan solo eran ellos tres, pero ¿cuándo se había vaciado la calle?

Entró en pánico aquello no era posible, y chilló ante lo visto, sin poder moverse del sitio mientras que la mujer extranjera se acercaba a ella en medio de la acera. Tan solo desea no haber despertado aquella mañana. Aunque pensándolo bien lo más seguro es que todavía estuviera en su cama, dormidita y todo lo que acababa de presenciar, no era más que un sueño, una mala pesadilla. Se encontraba tan metida en sus pensamientos que no se dio cuenta de que la mujer se acercaba a ella, hasta que le quito la dichosa revista de las manos, y se puso a leerla.

Ya no másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora